'Galgos' no quiere ser la 'Succession' española, pero lo disimula muy bien. Un notable y absorbente drama que logra tener voz propia

Movistar Plus+ estrena con muy buen tino su primera serie de 2024

Prácticamente desde que se anunció el proyecto, entre la prensa surgió el paralelismo con una de las mejores series del último lustro: 'Succession'. No es para menos, ya que 'Galgos' estaba protagonizada por una familia dueña de una de las mayores empresas (alimentarias, en este caso) de España que viviría todo una intriga de juego de poder entre hermanos, padres y tíos.

Evidentemente, el paralelismo está ahí. Sin embargo, los creadores (Félix Viscarret y Nely Reguera), han repetido por activa y por pasiva que su intención es no emular al galardonado drama de HBO. Una insistencia que invitaba al espectador a entrar sin ideas preconcebidos a la propuesta de Movistar Plus+.

Una vez vista, la verdad es que si bien no querían ser 'Succession' la serie (compuesta por seis episodios) lo disimulan francamente bien. La familia es similar y es fácil encontrar paralelismos entre los Roy y los Somarriba; el tono de ironía con el que se mueve el guion. También hay otro detalle en cómo se plantea la dirección de Clara Roquet y la mirada a estos magnates desde la cámara.

SomarRoy

Más allá de los obvios y numerosos puntos en común que, siendo justos, no fueron los primeros ni serán los únicos en trazar historias de grandes magnates y sus familias, la clave de 'Galgos' es el coger algo aparentemente creado "con algoritmo", con arquetipos y tropos, y afinarlo todo hasta lograr algo con personalidad propia.

Yo creo que aquí han estado acertados al proponer que estos "galgos" sea una empresa alimentaria. Quizás no hubiera funcionado tanto con un negocio que asociemos más al IBEX 35. La elección le da un toque castizo, de un abolengo más propio de la idiosincrasia española. Y dentro de eso, son casi más Ruiz-Mateos (bueno, si ponemos un ejemplo cántabro, los Costafreda de Panrico) que Botín.

Este toque pone casi más de relieve uno de los grandes conflictos (en temática) de 'Galgos': la decadencia (incluso obsolescencia) del modelo de empresa familiar (aunque sea de fachada) a la hora de ser competitivos y relevantes. Esto hace que se juegue con la idea de legado, con el combate entre ser la cara visible de la empresa (la Carmina de Adriana Ozores) y el que realmente toma (o quiere tomar) el control de la empresa (el marido de esta, interpretado por Oscar Martínez).

En este sentido, 'Galgos' presenta claramente un juego de poder y las intrigas que conllevan y cómo marcan las dinámicas, sobre todo, familiares en un momento en el que están al borde del colapso: que si una inminente ley del azúcar, que si un escándalo de sobornos a asociaciones médicas, que si la fábrica histórica al borde del cierre, que si un acuerdo multimillonario para ser marca blanca de un supermercado, etc.

Menos incisiva de lo esperado

El problema viene como consecuencia de ser una serie relativamente coral: no todas las tramas individuales funcionan. Si bien no sobran, sí que es verdad que entre el poco tiempo que tienen para explorarles (apenas tres cuartos de hora por episodio) y que son algo tangenciales respecto a la trama principal, quedan algo meramente decorativas y poco desarrolladas.

Afortunadamente, el reparto salva estos altibajos. Desde Ozores hasta Luis Bermejo pasando por... bueno, por todos, logran que nos interesemos por ellos. Si bien puede que se eche en falta un poco de riesgo en lo argumental y un poco más de mala leche en los diálogos, por lo general es una ficción bastante redonda y sofisticada.

En definitiva, creo que 'Galgos' parte como una de las primeras series a tener en cuenta para este 2024: una ficción bien realizada, magnífica y, sobre todo, bastante ágil y absorbente. Un buen comienzo del año (habrá que ver cómo debuta 'Balenciaga') para la ficción televisiva española.

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