'Monkey Man', Dev Patel nos invita a olvidar a un tal John Wick en un arrollador thriller de acción en el que las peleas son lo de menos

Patel debuta en la dirección del mejor modo posible con una historia de venganza elevada por su fantástica ambientación y su espiritualidad

Hablar de cine de acción y artes marciales en pleno año 2024 es hacerlo de grandes referentes contemporáneos de la talla de la prolífica saga en actual proceso de expansión 'John Wick', de productos derivados de ella como las más que recomendables 'Atómica' o 'Nadie' —ambas confeccionadas por responsables de la franquicia protagonizada por Keanu Reeves— o, especialmente, de esas joyas llegadas de la industria indonesia como la brutal 'The Night Comes for Us' o ambas partes de 'The Raid'.

Con semejante colección de ejercicios tan redondos como como contundentes, cualquier cineasta que tenga el atrevimiento de intentar unirse a la fiesta de los huesos rotos y las pilas de cadáveres en la gran pantalla y competir con ellos debería hacerse una pregunta muy concreta: ¿Qué se puede hacer para no sólo mirar frente a frente a la competencia, sino también para intentar destacar sobre ella?

Con su arrollador debut en la dirección tras una más que decente trayectoria interpretativa desde sus inicios en 2007 con la catódica 'Skins', que se estrena bajo el título de 'Monkey Man', Dev Patel parece haber tenido clara la solución a la incógnita: abrazar sin ningún tipo de pudor lo que han hecho bien sus congéneres e inyectar a la fórmula un extra de originalidad cuanto más personal, mejor. Los notables resultados, desde luego, hablan por sí solos.

Como la venganza, que sea personal

Con lo expuesto hasta el momento es fácil intuir que la cinta, producida por un Jordan Peele que ha demostrado tener muy buen ojo, ofrece un buen puñado de setpieces cargadas de persecuciones de alto voltaje y combates enérgicos, con un sentido de la cinética envidiable y con unas dosis de violencia y mala leche considerables. El trabajo de Patel —que hace doblete frente a las cámaras— y los equipos de especialistas y cámara con las escenas de pelea es redondo, y nos regala una colección de golpes imposibles y planos de diseño dignos de aplausos cómplices y de todos los elogios.

Lo que, a priori, era menos previsible, especialmente cuando hablamos de una ópera prima, es la sólida narrativa de la que hace gala una 'Monkey Man' que encuentra en ella su gran virtud y su principal seña de identidad junto a su atmósfera y su inesperado discurso sociopolítico; elementos que, en última instancia, llegan a dejar la acción en un segundo término de un modo, a mi humilde juicio, que hace ganar enteros al conjunto.

Quien espere sentarse en la butaca de su cine de cabecera y empezar a ver volar puñetazos, patadas, puñaladas y disparos desde el minuto uno tiene todas las papeletas para ver traducido el visionado en una decepción. El largometraje se toma su tiempo para ir construyendo la canónica historia de venganza de su protagonista e ir explicando sus motivaciones sin ninguna prisa, y con alguna que otra pausa que no será del agrado de todo el mundo en tiempos en los que la presunta "lentitud" se eleva como la mayor queja frente a tempos más reposados.

El primer tercio de metraje opta por fragmentar de forma muy inteligente su narrativa con flashbacks incompletos que se intercalan con el presente del héroe, generando cierto caos deliberado que permite a 'Monkey Man' ahorrar en exposición oral y dejar que sea el espectador quien vaya atando cabos de forma proactiva, fomentando el diálogo en ambas direcciones entre público y pantalla.

A partir de ese momento, la película va combinando escenas de acción dosificadas con pasajes más introspectivos —y, en algunos momentos, incluso oníricos— hasta desembocar en un fin de fiesta arrollador condensado en un tercer acto salvaje, electrizante y cargado de adrenalina. Una combustión a fuego lento para una gran explosión final que satisfará con mayor intensidad a todos los que hayan abrazado su peculiar segundo acto.

Y es que una vez superado el mid point, la producción adolece de algún que otro problema de ritmo tras pisar el freno y rozar el estancamiento hasta el punto de sugerir que no podría haber suficiente tiempo para rematar la historia. Pero este alto en el camino, que invitará a muchos a desconectar, permite sacar a relucir las grandes virtudes del filme: su ambientación, que nos sumerge en India a golpe de espiritualidad y mitología, y sus lecturas sobre la lucha de clases, la corrupción endémica y la figura del paria.

A día de hoy, lo mejor que puede hacer una película de acción como esta es ofrecer una propuesta única y lo más íntima —para su creador— posible, y 'Monkey Man' supura el suficiente mimo escena tras escena como para permitir ver proyectada la figura de Dev Patel en cada uno de sus fotogramas, permitiéndonos recorrer sus raíces familiares y culturales mientras se reivindica como la gran estrella de acción en ciernes a la que acompañar a partir de ahora. ¿John Wi-quién?

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