Aquella vez que el primer reality de la historia pretendió contar el día a día de una familia americana de clase media y acabó destruyéndola

'An American Family' quería ser el retrato de la perfección americana... pero en su lugar diseccionó un divorcio inesperado y una muerte en la familia

El 11 de enero de 1973, Estados Unidos asistía a algo totalmente inédito en PBS, la cadena pública estatal: el retrato de una familia como cualquiera de los espectadores. Bill, Pat y sus cinco hijos (nacidos entre 1951 y 1957) se iban a mostrar ante todo un país durante doce episodios, como un experimento social que era al mismo tiempo innovador y arriesgado. El problema es que lo que Craig Gilbert, su productor, creía que iba a ofrecer, no se parecía en nada a lo que finalmente acabó emitiéndose. Y es que 'An American Family' hizo nacer la narrativa del reality y, con ella, una realidad: cuando pones una cámara delante de alguien, las consecuencias pueden ser inauditas.

Divorcio a domicilio

El primer episodio de 'An American Family' mostraba a una familia, entonces de desconocidos, celebrando la fiesta de Año Nuevo de 1972, el último día de grabación. La madre prepara la cena alegremente. Los niños juegan y hablan por toda la casa. Y el padre, fuera, celebra el cambio de año abrazado a otra mujer. Así, lo que empezó siendo el proyecto de un retrato costumbrista culminó en divorcio delante de las cámaras y de 10 millones de espectadores tan sorprendidos como los propios documentalistas.

Esta no era la idea original de PBS ni de sus creadores, que pretendían, simplemente, encapsular el sueño Americano destacando tanto los buenos como los malos momentos. Pero la familia Loud escondía mucho más allá de su envoltorio perfecto, su sonrisa lustrosa y su apariencia americana ideal. 'An American Family' se convirtió en un documento vital para comprender qué estaba pasando realmente en Estados Unidos a inicios de los años 70, donde el ambiente soñado de post-guerra victoriosa y el elogio de la clase media de los suburbios yanquis estaba desapareciendo para dar lugar a otra nueva sociedad repleta de problemáticas sociales por solucionar aún ahora.

La idea original fue de Craig Gilbert, un documentalista que, a sus 48 años, le propuso a PBS seguir, durante los últimos ocho meses de 1971, a cuatro familias americanas prototipo a todas horas. Gustó a los ejecutivos, pero el alto coste del proyecto redujo las cuatro a solo una: los Loud. La cadena le dio un millón de dólares de presupuesto... y, después de su emisión, Gilbert jamás volvió a trabajar en televisión. Fue un escándalo mayúsculo que quitó de un plumazo el telón que hasta ese momento escondía -en el panorama audiovisual- la realidad de la época. Fue la primera vez que una persona gay aparecía de manera continua una serie de televisión, que el divorcio se planteaba como algo más que el argumento de una serie ficcionada y que la contracultura se abría paso en el mainstream casi sin querer.

El primer reality

Puede que no os gusten los reality shows porque los consideréis televisión de baja estofa o incluso programas para un público sin inquietudes intelectuales, pero lo cierto es que llevan entre nosotros desde las primeras emisiones. Por ejemplo, en los 50 ya había proto-realities al estilo 'Sorpresa sorpresa' como 'Queen for a day' (adaptado a nuestro país como 'Reina por un día'). De hecho, en nuestro país, uno de las primeros programas que se hicieron, en 1948, antes de la mera existencia de TVE, fue la retransmisión en directo de un concurso de talentos cañí titulado '¿Quiere usted ser torero?', donde un grupo de cuadrillas amateur se enfrentaba a toros de lidia. Ole.

Pero nada se parecía a 'An American Family', que llevó el underground documentalista a la televisión estadounidense y que convirtió a los Loud en un auténtico fenómeno, adaptando más de 300 horas de metraje en 12 episodios prácticamente perdidos más allá de extractos en YouTube. De hecho, la frase con la que Pat pedía el divorcio a Bill ("Sabes que hay un problema", decía ella, y él respondía "¿Cuál es tu problema?") se convirtió en un icono de la época, y Lance, el hijo gay, se convirtió en un icono LGBT que acabó afirmando al mismísimo Andy Warhol que la serie -y por tanto, el género del reality- llenaba el sueño de la clase media de hacerse famoso por ser uno mismo.

América estaba pendiente de ver el desmoronamiento de una familia que existía más allá de guiones: esa mezcla de morbo y de realidad se ha mantenido hasta nuestros días, solo que, como el primer 'Gran Hermano', barnizada con una inocencia que llevaba a los protagonistas a cometer imprudencias que hoy por hoy resultan prácticamente imposibles. De aquellos barros, estos lodos: en el siglo XXI, la gente sabe cómo comportarse ante una cámara, medir los tiempos, qué hacer para "formar tramas". En aquel momento, los miembros de la familia no sabían cómo comportarse, entre la timidez y la exageración. Al final, este divorcio mediático destruyó por completo a los miembros de la familia, que tardaría años en recomponerse... delante de su público.

La familia rota

Meter una cámara en una casa, que ahora es tan habitual, en su día era imprevisible. Los Loud eran una familia de postal, sí, pero la decisión de Lance de afirmar que era gay delante de Estados Unidos, y las continuas infidelidades de Bill que cristalizaron en el divorcio no estaban, ni lejanamente, dentro de los planes. Nadie de la familia acabó contento con lo que acabaron viendo, ni con su fama inmerecida, ni con el retrato que se hacía de ellos: ni siquiera los cuatro hijos que no formaban parte de las dos tramas principales, porque pasaron sin pena ni gloria por la serie y acabaron olvidados por la sociedad como juguetes rotos.

Eso sí, acabaron juntándose dos veces más delante de las cámaras: en 1983, para una especie de reunión diez años después emitida en HBO... y en 2003, cuando 'Death in an American Family' juntó a la familia de nuevo (excepto Grant, uno de los hijos) para mostrar la muerte de Lance, que falleció tras estar enfermo de sida durante años y dejó, como última petición, que sus padres volvieran a vivir juntos. Dos vidas separadas -o con una separación acelerada, al menos- por la televisión que volvieron a juntarse por el mismo motivo. La crueldad del reality, en su máximo apogeo.

'An American Family' tuvo una versión inglesa ('The family'), un buen montón de parodias e incluso una película de ficción que podéis ver en HBO Max, 'Cinema Verite', que modificó los hechos para crear una trama mas sencilla (por ejemplo, se inventaron que Craig Gilbert estaba liado con Pat o que había ayudado a crear más drama). Hoy por hoy todo esto nos puede parecer el día a día hemos visto decenas de divorcios en pantalla y peleas en series como 'Las Kardashian', pero en los setenta lo cambió absolutamente todo, rompió el espejo roto televisivo en el que se estaba viendo la sociedad americana y pavimentó el camino para un nuevo tipo de televisión menos inocente, más dura y realista. Tan necesaria entonces... como sobreexplotada ahora.

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