Ya han pasado más de cuatro años desde que Daisy Ridley visitó por última vez el universo 'Star Wars' en la duramente criticada 'El ascenso de Skywalker'. Ahora, la actriz ya se prepara para su regreso como Rey en un nuevo largometraje de la saga galáctica dirigido por Sharmeen Obaid-Chinoy que, esperemos, le suponga una experiencia más placentera que rodar la trilogía de secuelas impulsada por J.J. Abrams.
Una experiencia no tan religiosa
Durante una entrevista con Inverse, Ridley recordó el consejo que le dio Abrams después de salir triunfadora del proceso de casting para 'El despertar de la fuerza'. Unas palabras que, vistas con la perspectiva que da el paso del tiempo, parecieron una suerte de premonición: "Esto no es un papel en una película. Esto es una religión para la gente. Cambia las cosas en un nivel que es inconcebible".
La británica elaboró su reflexión:
"Para amigos y familiares, o cualquier persona que ve algo de manera ligeramente diferente a como lo haces tú, hay una proyección sobre ti, y sobre ti en ese mundo, y cómo se siente hacer esto y aquello. Y tú piensas, 'Bueno, sólo soy un ser humano separado de todo eso'. Es una especie de lucha entre la realidad y la fantasía que a menudo se proyecta sobre ti".
Su periplo como Rey en la gran pantalla se tradujo en una gran presión profesional y mediática que se tradujo en un pico de estrés que, tal y como confesó a GQ en 2019, se tradujo en problemas físicos.
"Cuando empezó toda la locura, pensaba: 'Estoy bien. Estoy bien. Estoy manejándolo bien. Todo está bien'. Y estaba bien, en su mayor parte. Pero creo que con lo que realmente estaba lidiando era que era mi normalidad no era normal para otras personas.
Mi cuerpo estaba hecho un desastre. Me hicieron pruebas y resultó que mi cuerpo no estaba absorbiendo nutrientes. Era solo un pequeño esqueleto y estaba muy cansada. Me estaba convirtiendo en un fantasma".
Finalmente, la pandemia y el confinamiento permitieron a Daisy Ridley reflexionar y asimilar todo lo que no podía haber hecho hasta el momento.
"Después de que se estrenase la última película de Star Wars y de que todo estuviese en silencio, pensé: '¿Qué diablos'? Estaba de luto. Tener que estar en confinamiento fue increíblemente útil, de una manera que no esperaba. Me di cuenta de que había mucho que no había procesado adecuadamente".
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