Niños poseídos y la guardia civil en llamas: llega a streaming la película que confirma la tendencia de un cine español sin complejos con el terror sobrenatural

El estreno de ‘Y todos arderán’ en Filmin tras su première en la Sección Oficial de la 54ª edición del Festival de Sitges confirma una tendencia que se ha ido forjando bajo el radar, con estrenos de cine y plataformas de varias películas de terror españolas con temática sobrenatural. Algo que el segundo largometraje de David Hebrero refuerza con un marcado acento castizo y circulando otro de los temas de moda en el género: la España vaciada.

Protagonizada por Macarena Gómez, Rodolfo Sancho y Ana Milán, la película ha sido financiada de forma independiente y ha llegado al mercado estadounidense de la mano de Raven Banner, donde ha entrado en el circuito de cine fantástico internacional. La historia trata sobre una mujer traumatizada (Macarena Gómez) de un pequeño pueblo leonés, que se dispone a acabar con su vida al no haber superado el suicidio de su hijo trece años atrás.

Horrores de la España vaciada

Justo en ese momento se encuentra a una extraña niña que podría estar relacionada con una leyenda del pueblo y se desata una oscura profecía sobre el Apocalipsis. Ecos de ‘La semilla del diablo’ y ‘La profecíallevada a un terreno cañí y costumbrista en una mezcla que no llega a funcionar igual de bien como ’30 monedas’, pero que deja clara la impronta de Álex de la Iglesia en el devenir del cine de género en España.

Con algunas imágenes potentes, como un Guardia Civil en llamas o la muerte de algún habitante del pueblo por el influjo de la niña, ‘Y todos arderán’ queda por debajo de su potencial, pero nos muestra a un director hábil que sabe dejar algunos planos con entidad y fuerza visual. Pero lo más interesante de su estreno es la constatación de que hay un movimiento en la sombra de horror y fantástico que se atreve a cruzar los umbrales de lo ordinario sin las tradicionales coartadas de la verosimilitud.

El género no es nuevo en España, y su verdadera revolución tuvo lugar en los 90, pero incluso ‘El día de la bestia’ jugaba con la ambigüedad y no metía sus manos en harina hasta bien entrado el final. Por otra parte, el cine de fantasmas siempre ha estado presente y tras el impacto de ‘Los otros’ le siguió ‘El orfanato’ y, pero siempre parecía que había que pedir perdón o rodar en inglés para meter la mano en el tema de los demonios, las criaturas y el cine de miedo que se hacía en el extranjero. La cosa comenzó a cambiar con los primeros trabajos de la dupla Balagueró y Paco Plaza, pero desde que este último ofreciera ‘Verónica’, parece que no ha explotado de verdad.

La alargada estela de 'Verónica'

Desde ese momento, más de una docena de títulos han surgido de entre las sombras, sin hacer demasiado ruido pero con alguno de ellos funcionando muy bien en el extranjero, quizá porque se han hecho con el espejo de una industria más abierta y sin prejuicios, dejando atrás el miedo a la ruptura del pacto de la verosimilitud con el espectador. Ya hace más de cinco años de ‘Verónica’ (2017), que fue una de las propuestas más valientes de Plaza, por abrazar sin miedo el lenguaje de la tendencia mundial postExpediente Warren’ pero tampoco perdiendo una identidad que marca la verdaderas diferencias.

Plaza lograba dar una dimensión artística a ese tipo de aproximación comercial al terror, creando un intenso dibujo de personaje superado por las circunstancias sociales y dando al barrio de Vallecas un aura asfixiante que traspasaba sus influencias de ‘Ouija: Origen del mal’ o ‘La centinela’ para acercarse a Erice, Mercero y Chicho Ibáñez Serrador. Una película que crece en la memoria y que tendrá una precuela este mismo año en ‘Hermana Muerte’, distribuida en todo el mundo por Netflix, indicando el olfato de Plaza para encajar sus historias en las tendencias en un año en el que se estrenan ‘Consecration’ y ‘La monja 2’.

La estela de ‘Verónica’ ha sido y es mucho más alargada de lo que se le quiere reconocer, y su influencia directa se nota en otras operaciones de estudio por acercarse al terror más comercial sin miedo a las apariciones, y de ahí se tira del hilo hasta ‘Malasaña 32’, en la que se repetían algunos de los sustos de aquella, pero en la que también se incluían detalles muy nuestros, como el éxodo rural, la huella de la represión franquista creando fantasmas o los dibujos animados viejunos que reflejaban el influyo de la temporada ‘Candle Cove’ de ‘Channel Zero’ y también donde volvía Javier Botet, una presencia patria recurrente en el terror mundial, que gracias a ‘Rec’ es un Lon Chaney moderno que repetirá este año como el mismísimo Drácula.

Horror cósmico en el extrarradio de Madrid

Si en ‘Verónica’ teníamos un eclipse como desencadenante del mal, podría decirse que también forma parte del universo sobrenatural de horror cósmico de ‘Venus’, de su compañero Jaume Balagueró, y producida por Álex de la Iglesia, quien también metía su propio fenómeno astrológico lunar esotérico en ‘Perfectos Desconocidos’. Adelantándose un año a ‘Posesión Infernal: el despertar’, la premisa de la película incluye un edificio en el que ocurren posesiones y ritos infernales, en una adaptación libre de ‘Los sueños de la casa de la bruja’ de Lovecraft con ecos del Rob Zombie de ‘Lords of Salem’… en el extrarradio de Madrid.

‘Venus’ es parte del proyecto ‘The Fear Collection’ que seguirá dándonos películas de género en la capital española, con ‘Anatema’ ya acabando el rodaje, una historia gótica en las entrañas del Madrid ancestral y males diabólicos escondidos en las catacumbas de iglesias olvidadas. Un modelo muy parecido a ‘Verónica’ —partir de un hecho real para desarrollar una historia clásica de terror— surgió en la infravalorada ’13 exorcismos’, sobre una chica fagocitada por su entorno familiar mientras sufre un supuesto ataque demoníaco.

La diferencia con ‘Verónica’ es su trasfondo trágico, ya que el suicidio de la niña se basa en un suceso real y revela un caso de fanatismo religioso reciente que va a contracorriente a la mayoría de películas de terror religioso, aquí el verdadero terror es la familia y los tutores religiosos encargados de hacerle la vida imposible a la chica, de ahí que los 13 rituales se planteen más como un martirio, en una inusual mirada crítica a la Iglesia en este género. Quizá por ello se prestó José Sacristán como exorcista enjuto, siguiendo otra tendencia dentro de este fenómeno de recuperar a actores maduros en papeles de cazafantasmas castizos.

Los viejos clásicos contra los demonios

De ahí que el último papel de Concha Velasco vaya a ser su médium en ‘Malasaña 32’, una idea que se repite en la potente ‘Voces’, en la que Ramón Barea se convertía en un Tristanbraker moderno en una historia de brujería muy original y que se atrevía con algunos giros que utilizaban con ingenio algunos de los poderes de las brujas y en la que no faltaban sustos, apariciones e incluso gore. Llevando ese mismo punto de partida al centro de las historia, Netflix estrenó ‘Fenómenas’, también basado en un caso real.

El grupo Hepta fue un grupo de mujeres parapsicólogas que acompañaban a un cura llamado Padre Pilón, en el Madrid de los 90. Aunque los cardados y el tono de comedia pueda llevar a engaño, puesto que, aunque el terror es blandito, el tono es más dramático de lo que puede parecer y enfoca sus esfuerzos en crear un trío entrañable de mujeres que tienen en la religión una parte importante de sus vidas. Además del curioso western con criatura ‘El páramo’, también en Netflix y retomando el terror religioso tenemos ‘Tin y Tina’, que por supuesto recupera una figura clave como Teresa Rabal, reconvertida en siniestra madre superiora.

El debut de Rubin Stein también juega con los niños maléficos, invirtiendo aquí el origen del mal para centrarlo en el fundamentalismo católico llevado a extremos de comedia negra. Ha sido número uno en muchos países del mundo y también recupera la nostalgia de ‘Un, dos, tres’, el superdisco chino y naranjito de forma mordaz. Recogiendo también el pasado, pero en los años 90, y con los secretos prohibidos de la Iglesia también presentes apareció en cines este año ‘La niña de la comunión’.

Fantasmas en los pueblos de Levante y la Galicia fronteriza

Una bastante digna aproximación a la herencia de Hideo Nakata dentro del mundo confesional de Levante, en donde sus protagonistas podrían ser de la pandilla de los chicos de ‘La ruta’, y como ellos, son personajes con gracia y más memorables que los sustos recurrentes que tiene que ofrecer, herederos del cine de fantasmas asiático, algo demodé, pero con un tramo final que se suelta y ofrece alguna entidad sorpresa que da escalofríos. Demasiado ignorada para estar por encima de títulos carísimos que llegan de USA como ‘The Boogeyman’.

La niña de la comunión

También injustamente ignorada aparecía la propuesta de ‘O corpo aberto’, combinación de folk horror fronterizo y fantasmas relatado con la cadencia de la literatura gallega más gótica, recordando a relatos de Henry James, pero rescatando la presencia de la muerte, las reencarnaciones y leyendas portuguesas. Un híbrido de superstición y mundo rural que comparte el episodio ‘La pesadilla’ de la nueva ‘Historias para no dormir’, que también sorprendió con las historias ‘El televisor’ y, sobre todo, ‘Freddy’.

También de la mano de Plaza llegó ‘La abuela’, una de las mejores películas de terror del año pasado, que no solo continuaba el idilio del director con Madrid, sino que mostraba de nuevo que podía aunar las sensibilidades de un terror clásico —no es otra cosa que una revisión de ‘La gota de agua’ o ‘El diablo’ de Maupassant— pero con sabor propio, de nuevo con el fondo moral de un Mercero o Chicho y las formas más estilizadas del nuevo terror independiente americano, dejando los sustos y ofreciendo un miedo intraepidérmico con mensaje sobre el olvido de la tercera edad, para recordarnos que solo estamos jugando sobre tiempo comprado y todos llegaremos a ese punto.

Coqueteos con la ciencia ficción y series

Con el mismo ánimo ético y ubicación está ‘Viejos’ que también retoma la idea de ‘Quién puede matar a un niño’ y lo aplica a los ancianos, con una buena condensación de recursos recientes aplicados a temas de siempre, que no sorprende del arrojo de los directores de ‘La pasajera’, que llevaban los miedos extraterrestres de los 80, como ‘Llegan sin avisar’ a una road movie con copla, pasodoble y almuerzo de longaniza. Saliendo del terror religioso tradicional y volviendo a los zombies hay que mencionar la muy competente ‘Malnazidos’ que nos recuerda que, de hacer cine sobre la guerra civil, que por lo menos tenga zombies y nazis muertos.

En el terreno de la animación, es ineludible la potente ‘Unicorn wars’, que lleva el mundo fantástico del Jim Henson oscuro y los 80 a un cruce de caminos con body horror, gore y entidades parecidas a shoggoths lovecraftianos insólitos en nuestro cine. Y por último, volver a reconocer el gran mérito e impacto de ’30 monedas’, probablemente la serie de terror más importante hecha en Europa en este siglo, que igual rescata las misas de un pueblo perdido de Castilla que te pone monstruos lovecraftianos hechos con efectos prácticos y animatrónicos. Es curioso que la exitosa ‘El exorcista del Papa’ no solo transcurra en España, sino que tenga como protagonista a un Russell Crowe convertido en un trasunto del Vergara de Eduard Fernández.

También ha habido otras series que intentan llevar el terror al mundo rural ibérico, como ‘Paraíso’ o ‘Feria’, pero no hay que  dejar de recomendar la brutal ‘Caminantes’ de Koldo Serra, que aunque no tenga nada técnicamente sobrenatural, su intoxicación mutante y caníbal en los bosques del camino de Santiago tienen mucho de cine fantástico y terror de herencia Wes Craven y confirma los hallazgos de esta reciente tendencia que nadie está reconociendo como un movimiento: el cine de terror en España puede combinar sustos, gore, violencia y demonios sin renunciar a su espíritu cañí y eso es un valor de producción que no compran los millones de presupuesto. Que estén en marcha películas como la leyenda andaluza 'El hombre del saco' y 'La Ermita' de Carlota Pereda, así lo confirma.

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