'Sweet Virginia': un vibrante western moderno que no merece pasar desapercibido

'Sweet Virginia': un vibrante western moderno que no merece pasar desapercibido

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'Sweet Virginia': un vibrante western moderno que no merece pasar desapercibido

Cada vez compro menos películas o series en tiendas físicas pero no puedo evitar pasearme por la sección correspondiente de los centros comerciales, en busca de alguna buena oferta o novedad interesante lanzada directamente a DVD/Blu-ray. De ese modo llegó a mis manos 'Sweet Virginia', en cuya portada destacan la frase "Uno de los mejores thrillers del año", de un crítico de Variety.

Con Jon Bernthal y Christopher Abbott de protagonistas, me sorprende que el film se haya puesto a la venta sin pasar antes por las salas de cine. Se estrenó en 2017, en festivales como Tribeca o Sitges, y cosechó buenas críticas (tiene un 72/100 en Metascore); veo el inicio del tráiler y tiene una pinta estupenda. Así que me la juego. Y efectivamente, es un thriller notable que merecía disfrutarse en pantalla grande.

Sweet Virginia

Un sólido "neowestern" que destaca por la puesta en escena y el reparto

A pesar del título, la historia está ambientada en un pequeño pueblo de Alaska y gira en torno a dos hombres en polos opuestos cuando se refiere a la violencia, cuyos destinos se cruzan a raíz de un brutal asesinato. La película arranca con la secuencia del crimen y desde el primer momento destaca la puesta en escena de Jamie M. Dagg, que aquí firma su segundo largometraje (debutó en 2015 con 'River').

A Dagg le preocupa la atmósfera y la tensión, situar al espectador en el mundo que captura con su cámara. Se muestra muy respetuoso con los personajes, parece querer que los entendamos y nos pongamos en su lugar, aunque sean criminales. Aporta realismo y así impacta más la violencia. No hay nada gratuito en su plasmación; cuando el asesino dispara o golpea, la acción es rápida y contundente, nunca exagerada. No se regodea, no vemos el balazo destrozando un cuerpo.

En su búsqueda por sumergir al público en un relato auténtico y estimulante, Dagg intenta evitar obviedades y tópicos, así como presentaciones rutinarias u obvias. Poco a poco, mientras transcurre la historia, vamos conociendo a los protagonistas, sus relaciones, detalles de su vida, y entendiendo su comportamiento. Hay alguna escena donde los personajes explican cosas para el público, pero creo que está bien resuelto.

Imogen Poots en Sweet Virginia

En general, el cineasta prefiere mostrar y dejar pistas, permitiendo que el espectador pueda rellenar los huecos (siempre una buena opción). Le ayuda un estupendo reparto; los actores se muestran naturales y convincentes, transformados en sus personajes, aportando matices que añaden verosimilitud. Ninguno hace un papel evidente o que encaje con su registro habitual.

Además de Bernthal y Abbott, cabe subrayar la presencia de Rosemarie DeWitt, Imogen Poots y Jonathan Tucker (como de costumbre, el más desatado del elenco). Creo que queda claro, con lo que he escrito, qué se puede esperar de 'Sweet Virginia' pero por si acaso: apenas hay acción y la violencia es fugaz (aunque importante), al director le importan los personajes y la tensión que se crea entre ellos. Podría ser, perfectamente, un drama ambientado en el salvaje oeste.

'Sweet Virginia' era el título del guion original, profundamente modificado

También es un film interesante por la historia que hay detrás de su realización. Jamie Dagg cuenta que el guion original era muy diferente: la acción tenía lugar en los años 70, en Virginia (de ahí el título), el protagonista tenía entre 60 y 70 años, y el antagonista iba vestido de cowboy, conducía un Cadillac y era más claramente malvado.

Al parecer, fueron retocándolo profundamente durante la fase de pre-producción tras tomar la decisión de ambientar la historia en el presente, para abaratar costes, y situarla en un pueblo de Alaska, por la belleza de los paisajes (entre otros motivos). También cambiaron los protagonistas. Dagg revela que quiso aportar más profundidad al "villano", aportando una historia de abuso y enfermedad mental, en lugar de limitarlo a un simple asesino con aspecto llamativo.

Por otro lado, el director redujo la carga violenta del libreto firmado por Benjamin y Paul China, que era muy gráfico. Inevitablemente, uno se pregunta, tras todos los cambios, cómo habría sido la película en manos de otro realizador más interesado en el material original; o por qué hizo este film en lugar de escribir su propio guion, más cercano a su sensibilidad. En todo caso, lo cierto es que acertó con el resultado, que es lo importante.

Obviamente, para los escritores puede ser un palo encontrarse con una historia tan distinta a la que habían imaginado, pero el guion es un medio para un fin, y lo que importa es la película. Uno de los hermanos, Paul China, escribió y dirigió 'Crawl' (2011), y seguro que después de ver 'Sweet Virginia' tendrá la intención de hacer otro cuanto antes, quizá con los elementos que Jamie M. Dagg tiró a la basura.

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