'Una canción del pasado', debilidad por los invisibles

'Una canción del pasado', debilidad por los invisibles
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Hace ya algunas semanas que pude ver en DVD, Una Canción del Pasado, y nunca encontraba el momento de comentarla. Por lo menos, con el tiempo que ha transcurrido, espero no pecar de mis excesos emocionales, así que empezaré siendo lo más justa y objetiva posible.

No siempre estoy en desacuerdo en todo con mi compañero Red (aunque parezca mentira), yo también creo, que Una canción del pasado de Shainee Gabel, tiene un guión previsible, con una trama bastante floja, e incluso añadiría que requiere de unas dosis tan elevadas de inocencia, que no se corresponden con espectadores de este siglo, ni del pasado.

Ni sus personajes, ni sus reacciones, ni sus múltiples problemas, plantean nada nuevo. Hasta aquí, también conforme. Pero tengo que reconocer, que yo siempre he sentido debilidad, por (como se definen en el filme) los invisibles. La gente que no le importa a nadie.

Alcohólicos, perdedores, chalados entrañables, jóvenes desorientadas, seres de apariencia fuerte, y de debilidad interior extrema. Desde el personaje de John Travolta, un profesor que tras vivir un trágico suceso, se retira a Nueva Orleáns junto con su discípulo, interpretado por Gabriel Match, a beber y redactar sus memorias. Hasta el de Scarlett Johansson, una chica que se ha criado sola, abandonada por su madre, y sin conocer a su padre.

Conocemos ya demasiados personajes parecidos, pero no importa, porque están bien planteados, y sobretodo excelentemente interpretados, al punto de que mientras dura el filme en pantalla, consiguen hacer olvidar, todo lo dicho anteriormente.

Gabriel Match, más que correcto en su papel, Scarlett Johansson conmovedora, encantadora, tremenda (con cada película que veo, más me gusta esta chica) y por último John Travolta, demostrando abiertamente que es un actor como la copa de un pino, capaz de revestir de profundidad, unos diálogos que en boca de otro, seguramente podrían hasta sonar ridículos, pero que en su personaje Bobby Long, consiguen traspasar ese delgado umbral, que hace que una película nos emocione.

También ayuda la música, de Nathan Larson, que no podía pasar desapercibida en una ciudad como Nueva Orleáns y la fotografía, intensa y colorida de Elliot Davis, que envuelve la historia, en un marco repleto de belleza.

Una canción del pasado, es una de esas películas, que no resisten un análisis exhaustivo, ni siquiera, un análisis a medias, me atrevería a decir. Pero consigue entibiar el corazón, que al final resulta mucho más reconfortante.

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