Nos obsesionamos a menudo con los géneros porque nos han ofrecido a menudo una especie de orden en un mundo caótico y abstracto como puede ser el arte. Si lo puedo etiquetar, lo puedo comprender, al menos en cierto grado. Es puro proceso psicológico para no terminar abrumado por la incoherencia a nuestro alrededor.
Pero qué hacer cuando algo derriba por completo barreras entre estilos, entre etiquetas, y decide abrazar todo ese descontrol a través de una creación que no está pensando en la comodidad de quien lo presencia. Para algunos, la reacción natural es rechazo y pasmo. Para otros, se encuentra una realidad muy estimulante y se aprecia la singular experiencia que puede ofrecer ‘Beau tiene miedo’.
Todos los miedos del mundo (y más)
El atrevido visionario Ari Aster, tras dos películas de terror muy comentadas (precisamente por cómo su estilo encajaba en la canónica concepción del terror), hace su obra más ambiciosa de la mano de un Joaquin Phoenix en divertido modo kamikaze. Una odisea inclasificable donde hay cabida para todos los géneros y que ya se puede ver en streaming a través de Amazon Prime Video.
Beau es un hombre de mediana edad atenazado por un sinfín de ansiedades, problemas de salud mental y relaciones frustradas, especialmente con su madre. Su intento de ir a visitarla se convierte en una cuesta arriba importante, volviéndose casi incapaz de salir de su apartamento. Pero un suceso inesperado le obligará a dirigirse al hogar materno, a pesar de todas las complicaciones que le salgan el camino.
Ciertamente, estamos ante la película más épica que podría dar Ari Aster. Lo cuál quiere decir que va a ser un arriesgado despliegue visual dirigido hacia la anti-épica. Una odisea de inseguridades, personales o no (buena suerte intentando psicoanalizarle), y también de frustraciones, muchas de ellas sexuales, que se dirigen a su faceta más absurda y surrealista.
‘Beau tiene miedo’: una odisea anti-épica
Y todo ello sin miedo a lanzar todos lo géneros posibles. A ratos se mete tanto en la perspectiva de su protagonista que realmente se aproxima al terror psicológico. Se llega a la fantasía a través de la distorsión de la realidad y de un segmento animado deslumbrante (aunque también haga mella en el ritmo de la película). La comedia juega también un papel importante para no tener al espectador enteramente cómodo en la experiencia, aunque es innegable ver ahí un encanto similar al que se plasma en ‘Jo, ¡qué noche!’ de Martin Scorsese.
Aster no presenta pánico ante la sublimación personal y artística, y por ello algunas de las decisiones de ‘Beau tiene miedo’ son de las más excitantes de su carrera aunque el cómputo general sea menos redondo. Si es capaz de hacer una excelente pesadilla visual mientras suena Mariah Carey, es que puede con todo. Y sin miedo a ser él mismo parte del chiste, como muestra un deslumbrante final donde casi se puede intuir que está dispuesto a ser juzgado por el público. Igual lo merece, pero sus intentos son demasiado valiosos para no dejarle realizarlos.
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