'Yo nunca' sigue siendo tan divertida y profunda como siempre: la temporada 3 de la serie de Netflix da mucho más de lo que se le pide

'Yo nunca' sigue siendo tan divertida y profunda como siempre: la temporada 3 de la serie de Netflix da mucho más de lo que se le pide

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El concepto "Serie adolescente de Netflix" da pereza innegable: el streaming nos ha acostumbrado a productos tan blanditos, superfluos y vacíos que casi parece un milagro que 'Yo nunca' haya sobrevivido hasta las tres temporadas, a las que se sumará una cuarta y última el año que viene. Y es que en esta tercera parte, que podría quedarse con lo básico y mostrar una simple comedieta repleta de triángulos amorosos y gente guapa, la serie vuelve a hablar de la gestión del duelo, el crecimiento personal, las decisiones imposibles y analizar el espectro de las relaciones cuando eres adolescente en el siglo XXI. Una maravilla.

La empollona de la clase

Lo más fascinante de estas tres temporadas de 'Yo nunca' es la evolución de personajes y cómo la serie ha aprendido a ver más allá de los estereotipos y las corazas mostrando poco a poco a las personas en el interior: pudiendo ser simples estereotipos (la protagonista, el deportista, la lista, la actriz, etcétera), cada capítulo opta por darles más capas y complejidad en lugar de conformarse con lo que los fans querrían ver. Devi no es la misma persona que empezó la serie: su evolución y madurez (dentro de su absoluta locura) son tan tangibles como fascinantes.

Pero el personaje mejor llevado durante esta tanda de capítulos es Paxton: el que comenzara siendo el deportista tonto guaperas ha acabado siendo quizá la mejor persona de una serie plagada de personajes que se esfuerzan por mejorar. Paxton cree que ha cambiado por y para Devi, pero realmente se ha convertido en la mejor versión de sí mismo que siempre quiso ser, aunque eso le cueste salud y frustraciones. Es la voz de la razón, la demostración de que es posible cambiar, la brújula moral de una serie con una moralidad a veces descarriada.

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Durante estos diez nuevos episodios no hay personaje que no quede sin su trama propia que les sirva como preparación para la última temporada. El problema es que con tanto reparto no todas pueden mostrarse de la manera adecuada y algunas protagonistas, como Aneesa o -tristemente- Fabiola quedan un poco desdibujadas. 'Yo nunca' es una de las pocas series que, genuinamente, necesitan más episodios, no solo para poder contar bien todo lo que ocurre al mismo tiempo, sino porque, como espectadores, queremos ver más de los personajes a los que hemos aprendido a querer.

One free boink

La acumulación de tramas y el poco tiempo para solventarlas (por muy satisfactorias que sean las líneas argumentales) es uno de los dos problemas graves que tiene la serie en esta tercera temporada. El otro es la repetición, ya manida, del triángulo amoroso en el que Devi se ve metida de forma constante y que, parece, centrará gran parte de la cuarta temporada. Pero no es con esto con lo que deberíamos quedarnos.

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Y es que 'Yo nunca' es una obra sobre la madurez, pero también sobre la superación de un trauma: Devi es un personaje absolutamente fascinante que, por mucho que siga adelante, no deja de sentirse con un vacío imposible de llenar en el corazón y con crisis de ansiedad inesperadas. No es la persona que acabó en silla de ruedas del estrés pero tampoco está preparada para recordar a su padre con una sonrisa sin venirse abajo. Y es esto lo que lleva a una de las mejores escenas de la temporada (y de la serie), en la que el rechazo por ser quien es podría haberla hundido más sin la salvación de su madre.

El núcleo familiar de Devi, Nalini (soporte y castigo de su hija) aparte, aporta las mayores risas de la temporada gracias a Nirmala, la abuela, que supone la unión de la serie con la tradición hindú pero sin dejar de lado su descubrimiento de la cultura pop, pero también trae las tramas más sosas y alargadas (Kamala marchándose de casa, Nalini encontrando una nueva amiga). Se nota que, llegados a este punto, la serie está preparada para afrontar su temporada final y en el plano familiar ya no hay fichas que poner en el tablero porque, a priori, ya está todo contado y es una mera formalidad. Con esta saturación de tramas y personajes podríamos haber pasado sin el drama de Nirmala y Kamala.

'Yo nunca'... he terminado una temporada en cliffhanger

No puedo evitar comparar 'Yo nunca' con otra serie absolutamente prodigiosa y que fue más allá de lo que se le pedía en todo momento: 'Crazy ex-girlfriend'. Como ella, el núcleo fuerte de cada temporada marcaba una evolución en los traumas y las manías del personaje principal, se centraba en un triángulo amoroso imposible y los personajes secundarios eran la verdadera salsa. Y, de hecho, mi intuición me dice que entre Ben y Paxton, Devi va a escoger, basándose en un consejo del segundo durante esta temporada, el camino de la serie de Rachel Bloom. En un año vemos si soy Nostradamus o se me ha roto la bola de cristal.

Entiendo todas las críticas que se le puedan hacer a 'Yo nunca': es demasiado adolescente (obviamente), el personaje principal puede ser irritante, ella es el centro de su grupo de amigas, su interés amoroso ni siquiera es el mejor para ella... Sí, por supuesto que sí. Y al mismo tiempo, es muy difícil no quedar prendado con la personalidad propia de una serie que, desde el mismo momento en que escoge como narrador a John McEnroe (con Andy Samberg y Gigi Hadid en episodios especiales) sabes que no está dispuesta a conformarse con formar parte del fondo de catálogo de Netflix.

'Yo nunca' puede pensar en el retiro con la cabeza bien alta, sabiendo que no hay ninguna serie como ella. Tiene sensibilidad propia, carisma, actores entregados, personajes queridos por el público y una voz propia con algo que decir que va más allá del fabuloso punto de partida creado por Mindy Kaling. Es capaz de hacer fácil lo difícil y convertir una serie de amoríos adolescentes en algo reseñable y digno de rascar dentro de un catálogo de Netflix cada vez más clónico.

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