'La espía roja' no hace justicia a la potente historia real en la que se basa

'La espía roja' no hace justicia a la potente historia real en la que se basa

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'La espía roja' no hace justicia a la potente historia real en la que se basa

Los biopics suelen abordar de forma directa la increíble historia real de alguien, pero también hay casos en los que se prefiere tomar como mera inspiración para contarnos un relato que se asemeje de forma más parcial a lo que sucedió. ‘La espía roja’, una de las películas que llega esta Semana Santa a los cines españoles, pertenece a este segundo grupo.

‘La espía roja’ parte de la novela homónima de Jennie Rooney sobre el caso de Melita Noorwood, considerada la espía británica al servicio de la unión soviética más importante de la historia. Además, no fue descubierta hasta ya superados los 80 años de edad, siendo este el detonante utilizado en tan aceptable como olvidable película que nos ocupa, aunque aquí su nombre pasa a ser Joan Stanley.

Mejor con Judi Dench

Judi Dench La Espia Roja

La estructura de ‘La espía roja’ hace que la película dirigida por Trevor Nunn recurra de forma constante a los flashbacks para explicarnos qué llevó a Stanley a actuar como lo hizo. Obviamente, eso supone que el personaje protagonista cuenta con dos rostros: Judi Dench en la actualidad y Sophie Cookson en el pasado.

Las comparaciones son siempre odiosas, pero ‘La espía roja’ resulta más interesante cuando nos habla de la espía ya jubilada y cómo su apacible vida se ve afectada por un descubrimiento inesperado. El talento interpretativo de Dench ayuda bastante a que así sea, pero casi igual de importante resulta que se trata de un tipo de historia que no hemos visto en infinidad de ocasiones.

Es cierto que el guion de Lindsay Shapiro nunca exprime ahí a fondo las posibilidades del relato -un buen ejemplo está en la relación con su hijo, la cual debería haber tenido un mayor calado dramático que limitarse a un par de momentos más o menos intensos-, pero sí que lo hace de forma adecuada para conseguir interesar al espectador. De hecho, te deja con ganas de que se hubiera dedicado más tiempo a esa parte de la película.

‘La espía roja’, una oportunidad perdida

Sophie Cookson La Espia Roja

Tampoco ayuda mucho que algunos de los saltos temporales se planteen de la forma más perezosa posible -la protagonista se pone a pensar en ello por uno u otro motivo, algo que en ocasiones se refleja con la cámara centrándose en Dench pensativa, sea a la ida o la vuelta del flashback-, pero lo realmente esencial es que esos viajes al pasado sí acaban resultando algo monótonos por no saber reflejar de la forma adecuada la evolución de la protagonista.

No hay nada en ese progresivo cambio de actitud de estudiante aplicada a resolutiva espía que no esté planteado de tal forma que sea imposible creerselo, pero a Nunn, prestigioso director teatral con escaso recorrido en la gran pantalla -’La espía roja’ es su cuarta película y la primera desde 1996-, le falta la garra necesaria para que todo no se convierta en un drama redundante en el que no se maneja demasiado bien ni las tramas románticas ni todo lo relacionado con el espionaje.

Por su parte, Cookson está convincente, pero tampoco brilla lo necesario como para elevar la película por encima de las limitaciones que mencionaba más atrás. Sus compañeros de reparto tampoco la ayudan demasiado, cumpliendo con corrección, pero nada más. Además, la química entre Cookson y Tom Hughes nunca resulta vibrante o emocionante. Es más de esos casos que te lo tienes que creer porque te lo dicen que porque te lo transmita.

Al final lo que nos queda es una película que interesa más por la historia que cuenta que por cómo lo está haciendo, resultando discreta durante su exposición de la evolución de la protagonista y quedándose corto en su retrato de la actualidad, por mucho que ahí haya más cosas que celebrar -y no me refiero solamente a Dench-. Una oportunidad perdida.

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