'Snake Eyes: El origen': un entretenimiento sorprendentemente cuidado que demuestra por qué el segundo acto puede ser el peor enemigo del guionista

'Snake Eyes: El origen': un entretenimiento sorprendentemente cuidado que demuestra por qué el segundo acto puede ser el peor enemigo del guionista

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'Snake Eyes: El origen': un entretenimiento sorprendentemente cuidado que demuestra por qué el segundo acto puede ser el peor enemigo del guionista

Todo aquél que se haya aventurado a escribir el guión de un largometraje —o que esté puesto en los pormenores del oficio— problemente sepa a qué me refiero cuando digo que el segundo acto de un libreto puede ser un infierno en vida. Y es que dar con las claves del inicio, el final y los puntos de giro esenciales de la historia es pan comido si lo comparamos con rellenar un inmenso vacío de, al menos, 60 páginas sin perder al futuro espectador por el camino.

De no conseguir dar con la tecla al concebir con suficiente brío y atractivo la parte más extensa del libreto, imprescindible para desarrollar personajes, tramas y arcos dramáticos antes de resolverlo todo en el último acto, es muy probable que la película resultante termine siendo adjetivada con términos como "aburrida" o "tostón", e invitando a una desconexión casi inevitable.

Si estoy hablando del vacío existencial del segundo acto es porque en él se encuentra, precisamente, el gran palo en la rueda de 'Snake Eyes: El origen'; un descafeinado spin-off de la franquicia 'G.I. Joe' capitaneado por Robert Schwentke —responsable de la notable 'El capitán'— que encierra entre su abultado y farragoso metraje las suficientes sorpresas como para no merecer la tormenta de palos que le ha caído desde su lanzamiento.

El "yo qué sé, que qué sé yo" determinante

He de reconocer que, tras el desolador batacazo —y esto no es ningún exabrupto— en la taquilla internacional que se ha pegado y de las durísimas críticas que la han precedido, no tenía ningún tipo de esperanza puesta sobre 'Snake Eyes: El origen'; aunque puede que esto haya terminado jugando, en última instancia, a su favor. La cinta no es, ni por asomo, perfecta, pero sí sabe equilibrar su balanza cargada de rutina y lugares demasiado comunes con algún que otro acierto puntual que, casi por arte de magia, ha logrado mantener mi atención sin demasiado esfuerzo.

Es una lástima que las mayores fallas de la producción estén concentradas en sus aspectos narrativos, lo cual las hace prácticamente insalvables. Esto comienza a intuirse en un primer acto desbordante de clichés que abre paso a un realto arquetípico que parece haber sido diseñada con 'El héroe de las mil caras' de Joseph Campbell sobre la mesa y bien subrayado; siguiendo a pies juntillas los cánones del viaje del héroe —pruebas inclusive— y dejando poco lugar a la sorpresa.

Snake Eyes Ursula Corbero Pelicula G I Joe 1

La previsibilidad, y el hecho de que estemos ante una nueva variante de lo que ya se nos ha contado en infinidad de ocasiones, sumado a una duración cercana a las dos horas con demasiados tiempos muertos, hacen que el arrítmico segundo acto de 'Snake Eyes: El origen' se convierta en poco menos que un calvario que ir sobrellevando como buenamente se puede; y buena culpa de esto la tiene un protagonista cuyo conflicto interno no se trata con la suficiente solidez como para justificar su conducta errática durante tanto tiempo.

Por suerte, el filme logra, a duras penas, encontrar una identidad propia que lo hace despuntar a pesar de tomarse demasiado en serio a sí mismo. La ambientación apuntalada sobre la tradición japonesa, los juegos de poder dentro de clanes, conceptos como el honor, el respeto y la lealtad, el camino del guerrero enfrentado a las debilidades del espíritu... Esta maraña conceptual no es, ni de lejos, algo novedoso, pero le da al título ese "yo qué sé, que qué sé yo" que, de saber apreciarlo, se convierte en algo determinante para disfrutar.

El Trailer De Snake Eyes Revela Ninjas Accion Y Origenes

Eso sí, no todo en 'Snake Eyes: El origen' está trillado o peca de estar poco inspirado. Su tratamiento formal luce a las mil maravillas y extrae oro de sus 88 millones de presupuesto; comenzando por el sólido del director de fotografía Bojan Bazelli —responsable de la gloriosa 'La cura del bienestar'— y continuando por una notable dirección de arte que acierta de pleno en el diseño de unos sets tangibles y artesanales, muy cuidados y con regalos como el callejón empapado por la lluvia e iluminado por carteles de neón.

En lo que respecta a la acción, pese a antojarse demasiado escasa, se muestra bien resuelta, aunque sin alardes. Duele especialmente contar con actores como Iko Uwais —'The Raid'— o Andrew Koji —'Warrior'— y no aprovechar su talento con una aproximación menos fragmentada de las peleas y coreografías; aunque el trabajo de montaje y planificación es preciso, solvente y suficientemente vistoso. Eso sí, si venís buscando a Samara Weaving repartiendo estopa ya podéis iros olvidando, porque su participación, pese a estar entre lo mejor del conjunto, es anecdótica.

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'Snake Eyes: El origen' es uno de esos largometrajes que compensan con creces la paciencia, y cuyo plomizo desarrollo desemboca en un fin de fiesta a la altura de lo que cabría esperar de una licencia como esta. Una orgía de espadazos y violencia para todos los públicos —cómo escuece ese PG-13— que, sin esperarlo, invita a desear una continuación que, salvo un milagro imposible, jamás tendrá lugar. En lo que a mi respecta, no dudaría en dar a sus responsables otra oportunidad para ofrecerme más de lo mismo, pero con un segundo acto que haga el conjunto más digerible.

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