Una vez más, George Miller regresa al loco, violento y arenoso mundo post-apocalíptico que creó hace casi medio siglo con ‘Furiosa: De la saga Mad Max’. Un mundo que no se ha cansado de replantear narrativa y visualmente, explorando desde la acción más frenética cómo la humanidad puede abocarse ella sola hacia la decadencia y al salvajismo, hacia la falta de compasión.
No es frecuente encontrar en los grandes blockbuster de acción a gente tan humanista, con tantas inquietudes existenciales que tratan de plasmar en un espectáculo aparentemente demencial. También es cierto que no muchas franquicias están manejadas por un artista tan particular, que es capaz de romper moldes constantemente sea en el terreno de la acción o en el entretenimiento infantil, derivando en cosas como ‘Babe, el cerdito en la ciudad’.
Una ciudad enloquecida
George dirige la secuela del sensacional éxito familiar de Chris Noonan (aunque realizado con intenso intervencionismo de Miller), tratando de llevar más lejos sus posibilidades temáticas y estéticas. Se topó con cierto rechazo en el proceso por parte de la crítica y sobre todo del público, pero hoy se está reivindicando como joya de culto y como obra casi fundamental para entender la deriva de la saga ‘Mad Max’. Ahora se puede rescatar en streaming a través de SkyShowtime.
En un accidente producido en la granja a causa del cerdito Babe, el granjero Arthur queda lesionado de gravedad y no puede atender las necesidades económicas de su negocio y su familia. Con la granja en peligro, su esposa se dirige a la gran ciudad con el cerdo-pastor para intentar cubrir las deudas en un concurso de mascotas. Pero una vez allí el valiente lechón se topará con un mundo caótico y cruel contra el que deberá resistir.
Miller lleva los contrastes entre la vida en la granja que vimos en la primera película con la dinámica casi anárquica de la ciudad a sus extremos más maximalistas. La gran ciudad aquí es todas las ciudades a la vez, los comportamientos humanos son aún más erráticos y primarios que las de los animales que vemos, y la aventura que tiene que vivir el protagonista es aún más destartalada.
‘Babe, el cerdito en la ciudad’: alegato por la compasión
Pero quizá lo que más sacó al público de los noventa de esta propuesta de Miller es su decisión de teñir todo de un tono más melancólico y hasta oscuro. La historia que vive Babe aquí, al igual que la de muchos de los animales con los que se encuentra, está marcada por arrepentimiento, por amargura.
Y mientras algunos de los animales optan por la vía nihilista de abrazar la naturaleza cruel, como pueden ser los monos, el director aprovecha su protagonista para hacer un alegato en favor de la compasión y de hacer por ganarse el perdón cuando se comete un error.
Incluso aunque no todo le salga en la algarabía que monta, se puede hacer un alegato por una escena que resulta magistral por inusual en el cine familiar. En un momento de tensa y escalofriante persecución, tras una sucesión de flashbacks de toda su vida, el cerdito se planta ante el perro salvaje que tiene detrás y pregunta “¿Por qué?” ante todo este sufrimiento y sumisión al caos.
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Es un momento de profundo humanismo y clara reflexión en medio de un enloquecido film infantil que sin duda resuena en tiempos cada vez más deshumanizados, y algo que influye claramente en cómo aborda el post-apocalipsis en ‘Mad Max: Furia en la carretera’ y en ‘Furiosa’. Una muestra de por qué se ha convertido en un clásico querido a pesar de su carácter imperfecto.
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