Tras años viendo a los mismos cazarrecompensas, contrabandistas, héroes y villanos, 'The Acolyte' ha llevado a los fans de Star Wars a una nueva era. 100 años antes de 'La amenaza fantasma' es tiempo suficiente para encontrarnos no solo con caras nuevas, también con un status quo que no es el que recordábamos. Esto ha abierto la puerta a resignificar muchos de sus elementos más icónicos. Como el papel que tienen los Jedi o sus características espadas láser.
'The Acolyte' no se ambienta en la galaxia que conocemos, o al menos, no en la cronología a la que estamos habituados. La llamada era de la "Alta República" es el nuevo escenario de una serie que muestra a los Jedi en la cúspide de su poder e influencia. Si el comienzo de esta etapa tiene lugar 500 años antes de la batalla de Yavin (es decir, la vista en la peli original, el "antes de cristo" de esta saga), la serie toma lugar 132 años antes, con la sombra de los Sith anunciando el inminente fin de esta etapa de esplendor.
Con el paso de las eras, el papel del Jedi y toda su inconografía han ido cambiando. En la trilogía original eran básicamente "magos espaciales", mentores ancianos que trataban de pasar conocimientos antiguos a aprendices selectos. En las precuelas son una figura conflictiva y política, una Orden puesta en duda con el paso de los tiempos. En las secuelas y otros spin-offs, su arquetipo tiene más que ver con el de los samurais o los pistoleros solitarios de los westerns. Viajeros errantes ya bastante desligados de su vieja religión, que ayudan a inocentes en peligro y guardan el secreto de su verdadera identidad.
Guardianes de la paz
Hay un patrón aquí. Gran parte de las historias de Star Wars representan a los Jedi como héroes olvidados y reliquias de otra época. Pero en la Alta República los Jedi están exactamente donde tienen que estar, y por fin se cumple la cantinela que decía el viejo Ben Kenobi, aquella de "guardianes de la paz y protectores de la galaxia". Por que en 'The Acolyte', los Jedi son básicamente la policía galáctica.
Y eso cambia bastante las cosas, así como el modus operandi. Las otras historias están ambientadas en tiempos de guerra, con Jedis sacando habitualmente su arma para enfrentarse bien a droides, a criaturas peligrosas o a otros usuarios de la fuerza que blanden espadas. Con los Sith como parte indispensable de la ecuación, varias de estas películas se han recreado en icónicos espadazos rojos y azules.
Pero aquí estamos en tiempo de paz, y para muchos de sus personajes, que un sable rojo pueda siquiera existir es algo impensable. De la dupla habitual, solo la Luz está presente. Haciendo de la espada láser un arma elegante y noble que… como se dice en el primer episodio, no hay muchas razones de sacar si no es directamente para matar. Y matar en tiempos pacíficos, sobre todo viniendo de parte de supuestamente "agentes de la paz", tiene que ser algo que se haga con cautela.
Tengo que admitir que viendo los tráilers, el nuevo énfasis en el combate con artes marciales me parecía azaroso. Novedad por novedad. Viendo estos dos primeros episodios, y anticipando lo que se viene, me parece que tiene todo el sentido del mundo. Las nuevas coreografías, además de vistosas, son una justificación perfecta para un tipo de Jedi que por una vez no son una desesperada especie en extinción, sino que tienen todo el poder y por tanto, una gran responsabilidad a la hora de usarlo.
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