'The Purge': la serie desperdicia una oportunidad perfecta para convertirse en la versión definitiva de 'La noche de las bestias'

'The Purge': la serie desperdicia una oportunidad perfecta para convertirse en la versión definitiva de 'La noche de las bestias'

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'The Purge': la serie desperdicia una oportunidad perfecta para convertirse en la versión definitiva de 'La noche de las bestias'

El de 'La purga' es, independientemente de sus hallazgos concretos, uno de los universos distópicos más interesantes de los tiempos recientes. Su secreto está en utilizar su accesibilidad y cercanía para desplegar buen cine de género puro y duro (la segunda entrega parecía una aventura apócrifa de Punisher) al tiempo que propicia un comentario social sencillo pero combativo y que retrotrae a tiempos más guerreros del cine de acción urbano y del terror realista.

El segundo de esos aspectos, el de la sátira inherente a su mismo planteamiento, se ha ido acentuando según la franquicia cinematográfica iba avanzando, desde prácticamente no existir en la primera entrega -la peor de todas, una mera home invasion con trasfondo irónico- a convertirse en un auténtico discurso social en favor de los desfavorecidos, con protagonistas a menudo pertenecientes a minorías, y muy crítico con la derecha de Trump. Todo ello sin perder de vista en ningún instante su condición última de divertimento ultraviolento.

Eran dos elementos que 'The Purge' en su versión televisiva de diez capítulos tenía la obligación de conservar. Lo hace a medias y cojea en otros aspectos, al menos en sus dos primeros capítulos, que ya están disponibles en Amazon Prime con subtítulos únicamente en inglés (en noviembre llegará la versión localizada). Aunque 'The Purge' tenía en su mano la atractiva oportunidad de mostrar una Purga en tiempo real (¿qué tal esto, Amazon?: un episodio de preámbulos, doce con las doce horas completas de Purga y un último con los efectos de ese año), el resultado parece que apunta a funcionar como una película más, pero menos concisa y brillante.

El caso es que 'The Purge' tiene, en efecto, violencia por arrobas y espíritu de serie B (la idea del Gauntlet del segundo episodio es apropiadamente inquietante, aunque está muy, muy desaprovechado -al menos homenajea a la gran influencia olvidada de la franquicia, el videojuego 'Manhunt'-). Y también cuenta con ese segundo aspecto del que hablábamos: algo de mensaje crítico con los EEUU de Trump. Una de las tramas paralelas -la más interesante y, a la vez, la más banal en lo que respecta a los personajes- transcurre en una fiesta de la alta sociedad, todos simpatizantes con el partido político que promueve la Purga.

Muchas historias de baja intensidad

'The Purge' pone en práctica un método para contar su historia que debe tanto a la ficción televisiva reciente con protagonista colectivo como a las propias películas de la franquicia, que aunque tienen héroes y heroínas definidos, suelen acudir a multitud de secundarios para que tengamos un fresco más variado de la situación. Aquí, por ejemplo, con la peripecia de un marine (Gabriel Chavarria) en busca de su hermana (Jessica Garza), que ha entrado en una secta apocalíptica.

También hay un par de jóvenes ambiciosos pero de buen corazón que acceden a participar en una fiesta del partido pro-Purga para conseguir financiación para un proyecto (Colin Woodell y Hannah Anderson). Y una ejecutiva (Amanda Warren) que contrata a una sicaria que solo trabaja durante la Purga para que acabe con su jefe (William Baldwin). Nos falta por ver alguna historia adicional, como la de la hija de un matrimonio de millonarios pro-Purga (Lili Simmons), la de un hombre enmascarado que sale a ajustar cuentas durante esa noche (Lee Tergesen) y, posiblemente, más sobre la lideresa del culto (la siempre memorable Fiona Dourif, en otra subtrama de momento desaprovechada)

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El problema es que, a falta de ver qué derroteros toman los siguientes episodios, 'The Purge' no se mete en líos y nos presenta solo a víctimas del fenómeno: la mayoría atrapados - voluntariamente o no- por la fiebre asesina de otros, alguno con ciertos claroscuros morales, como los jóvenes inversores o la ejecutiva que asesina a distancia. Pero incluso en estos se adivina que encontrarán su redención y oportunidad de distanciarse de la auténtica masa enfurecida.

Habría sido interesante que 'The Purge' usara en su favor la multiplicidad de visiones y el mayor tiempo para desarrollar la historia, y que así los elementos de sátira que brillan aquí y allá hubieran sido potenciados. Ni siquiera era necesario ponerse en la piel de los criminales: personajes como los de los trabajadores que no tienen más remedio que acudir a sus puestos durante La Purga o los claroscuros morales de quienes la usan incluso en beneficio de la sociedad solo son abocetados, y posiblemente no se desarrollen.

Con dos episodios en marcha, 'The Purge' decepciona levemente: es inequívocamente parte de la franquicia, en estética y mensaje. Pero a la vez tenía la posibilidad de sobrevolar por encima de unas películas que a veces pecan de excesivamente funcionales, y no lo aprovecha del todo. La Purga de este año podría dejar un sabor ciertamente agridulce.

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