'Hannibal' recupera el brío en un final sangriento y a su altura

'Hannibal' recupera el brío en un final sangriento y a su altura

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'Hannibal' recupera el brío en un final sangriento y a su altura

La tercera temporada, y última, de 'Hannibal' ha sido un experimento formal curioso para una network como NBC. Sus primeros siete capítulos se trasladaron a Florencia para mostrar al doctor Lecter y a Bedelia DuMaurier viviendo en libertad y, al mismo tiempo, escondiéndose a plena vista del FBI, que ya sabía que él era el Destripador de Chesapeake, mientras los ocho últimos se centraron en adaptar libremente 'El Dragón Rojo', el primer libro en el que Thomas Harris introdujo a "Haníbal el Caníbal", y en el que Will Graham y Jack Crawford requieren de su ayuda para atrapar a un asesino en serie llamado Francis Dolarhyde.

Ese esquema básico se mantiene, pero toda la experiencia previa de las dos anteriores temporadas confiere nuevos matices a la relación entre todos los personajes y, muy especialmente, entre Lecter y Graham. Además, para algunos espectadores ha sido un alivio pasar al tramo del Dragón Rojo, porque creían que la etapa italiana de la serie se había vuelto demasiado ornamental y abstracta sólo porque podía, y el centro en una investigación más "convencional", como quien dice, de un asesino ha ofrecido a "Hannibal" una columna vertebral más sólida para sus últimos episodios.

Un vistazo a…
ENFOQUE PROFUNDO Y LENTES PARTIDAS

El Gran Dragón Rojo

Reddragon
El estilo onírico (de pesadilla, directamente) de la serie ha resultado ser el más adecuado para darle una vuelta de tuerca a una historia que el cine ha contado ya dos veces, en 'Manhunter' y en 'El Dragón Rojo', y también ha sido un acierto la elección de Richard Armitage para dar vida a Dolarhyde. Cuando está todavía "luchando" contra el Dragón, lo vemos haciendo ejercicio como si quisiera escapar literalmente de su propia piel, y cuando finalmente asume quién es, se "transforma", que diría Lecter, tiene una presencia imponente e inquietante.

La serie juega con las alas y la cola del dragón para mostrarnos en qué estadio de dicha transformación se encuentra Dolarhyde, y también aprovecha el estilo visual del grabado de William Blake del que el asesino toma su nombre. Hasta la sangre del Duende Dentudo cuando cae muerto al suelo forma las alas del dragón. Sin embargo, aunque es su caza la que propulsa la segunda mitad de la temporada, en realidad lo importante ahí es la resolución de la relación entre Will y Hannibal.

Will Graham ha estado peleando durante toda la serie contra los intentos de Hannibal de desatar al asesino de su interior

Sobre todo, importa que Graham, finalmente, se da cuenta de que o se convierte en Lecter o lo mata y, de ese modo, completa su transformación. La manera en la que ambos asesinan a Dolarhyde, turnándose en asestarle los golpes como si fueran dos animales salvajes o dos amantes vengativos, culmina todo lo que hemos visto entre los dos, y ese último abrazo confirma que sus sentimientos son más complejos y más profundos que los de la mera amistad. En el caso de Lecter, su interés por Graham bordea lo romántico, como Bedelia dice en más de una ocasión, y en el de Will, sigue luchando contra aquello que el psiquiatra le dijo en la primera temporada; que en su interior anidaba un asesino en serie, y que sólo hacía falta un pequeño empujón para liberarlo.

Dos temporadas en una

Hannibal Verger
Si la trama del Dragón Rojo ha recuperado la confianza de los fans, la que abrió la temporada la puso a prueba. Aquellos primeros siete capítulos nos contaron, en realidad, la venganza de Mason Verger, algo extraído de 'Hannibal', el segundo libro de Harris sobre el personaje, adaptado al cine por Ridley Scott. Verger, su malsana relación con su hermana y su psicopatía ya dividieron al público en la segunda temporada, y la preparación de su venganza contra Lecter ha seguido los mismos código casi de grand guignol. Todo es excesivo con este personaje, aunque su trama deja también una sorprendente escena de sexo caleidoscópico entre Alana Bloom y Margot Verger en la que termina por verse, de modo más literal, la influencia de 'El ansia' que Fuller reconoció durante esta tercera entrega.

La inmersión, además, en las mentes totalmente perturbadas de Bedelia y Will llevó a 'Hannibal' a sumergirse todavía más en las imágenes más abstractas, a entregarse a la búsqueda de una estética y de unas secuencias llenas de sangre y muerte, sí, pero también bastante más operísticas de lo habitual. Algunas subtramas, como la de Lady Murakami, nunca terminaron de cuajar del todo, pero la lenta caída en las garras de Hannibal de Bedelia sí ha resultado interesante, más todavía con esa última escena en la que los fans debaten entre si Lecter sobrevivió a la caída por el acantilado, y va a comerse a su antigua psiquiatra, o si todo eso lo ha hecho ella misma, ya en el punto de no retorno. Esa escena también era nuestro punto de enlace con una cuarta temporada que ya no veremos.

El final que 'Hannibal' merecía

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La tercera temporada de 'Hannibal' ha tenido sus altibajos, pero se ha mantenido fiel a su esencia, y ha dejado que Mads Mikkelsen extrajera todavía más matices nuevos del doctor Lecter. Su imponente presencia en cuanto se veía envuelto en una pelea o el lado juguetón y maquiavélico cuando está en la celda han sido dos añadidos que el actor danés ha aprovechado al máximo, especialmente el segundo, en el que se apreciaba lo mucho que le divertía, sobre todo, lo que le pasa a Chilton. Chilton, por otro lado, representa el retorcido sentido del humor de la serie, que sabía que muchas de las cosas que mostraba eran tan truculentas y excesivas, que había que tomárselas un poco a risa, aunque fuera una risa un poco incómoda.

Hasta el final, 'Hannibal' ha sido una serie sin igual en la televisión estadounidense, una serie que podía ser todo lo pretenciosa y hermosa de ver que quisiera, tratando mientras tanto temas e imágenes realmente perturbadores y de pesadilla. No es plato de gusto para todo el mundo, pero los espectadores que han seguido con ella hasta el final, han vivido una experiencia artística que, al mismo tiempo, tampoco acababa de tomarse a sí misma tan en serio como parecía. Anthony Hopkins podrá seguir siendo el Lecter definitivo para muchos espectadores, pero quien haya visto la serie de Bryan Fuller sabe que Mikkelsen lo ha igualado, como mínimo. Y su último capítulo funciona como el final de serie que Will y Hannibal merecían.

En ¡Vaya Tele! | Sigue el "drama Hannibal": los problemas de Netflix, la verdad sobre el rechazo de Amazon y el final de la tercera temporada

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