Dani Rovira sobresale en la gala de los Goya más larga y absurda que se recuerda

Dani Rovira sobresale en la gala de los Goya más larga y absurda que se recuerda
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La Gala de los Goya fue trasladada a la noche del sábado por primera vez en una década, y con ello vino la locura. RTVE se inventó una gala excesivamente larga, con bien de relleno y momentos vergonzosos donde solo Dani Rovira logró salvar los platos, y no siempre. El sonido fue pésimo, la realización metía la pata cada cinco minutos y la falta de planificación quedó patente en una gala que duró una hora más de lo previsto. Esperábamos algo malo, pero no lo peor.

Sorprendentemente Dani Rovira fue una de las grandes sorpresas de la noche, no ya solo por su Goya a mejor actor revelación (que nos regaló el gran momento de la gala gracias al beso de Clara Lago, heredero del de Iker Casillas y Sara Carbonero), sino porque se puso al frente con valentía y consiguió levantar con solvencia los momentos más patéticos, que los hubo y muchos. También tuvo sus momentos bajos, todo hay que decirlo, pero es lo único destacable de una gala que servirá de ejemplo como antítesis de lo que significa hacer televisión.



Resulta pasmoso que una producción así apueste tanto por los números musicales (si es que a lo de Alex O'Dogherty se le puede llamar música) cuando son incapaces de mantener una calidad de sonido superior a la de una orquesta de pueblo. Solo el número de apertura puede considerarse de un nivel aceptable, un ejercicio emotivo de nostalgia y recuerdo al cine español lleno de caras reconocibles que solo chirrió al final, cuando la comparación con 'Los Miserables' en los Oscar resultó inevitable.

Faltó ritmo, originalidad, humor, planificación... todo lo necesario para conseguir una gala decente

Por lo demás, nos encontramos con una gala que acusó con fuerza dos elementos fácilmente evitables. En primer lugar, la falta de publicidad en las casi cuatro horas que duró, que obligaba a meter relleno para organizar y permitir descansos al público; en segundo lugar, los discursos larguísimos y soporíferos que hacían decaer el ritmo, si es que alguna vez lo hubo. ¿Tan difícil es preparar vídeos homenaje a las películas nominadas para esos momentos de relleno? ¿Tanto cuesta limitar el tiempo establecido para los discursos?

Junto a los fallos de sonido y realización, RTVE consigue que uno se avergüence de que esta sea la mayor muestra del cine español a nivel internacional. Faltó ritmo, originalidad, humor, planificación... en definitiva, todo lo necesario para conseguir una gala decente que represente el gran nivel del cine español en el último año. Con una televisión pública en crisis y asqueada de sí misma, no sé por qué esperábamos otra cosa.

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