El documental de Max, ‘¿Yo fui mujer florero?’, explora la representación de la mujer en la televisión española de los 80 y 90, un período marcado por la explosión de las cadenas privadas y una nueva forma de hacer entretenimiento. En formato serie de dos episodios, dirigidos por Rafa de los Arcos y producidos por Producciones del Barrio, utiliza primero un pequeño gancho de nostalgia para pasar a hacer un análisis crítico de cómo se utilizó el atractivo femenino para atraer audiencia, estableciendo ciertas tesis para comprobar si este fenómeno persiste en la actualidad.
Tras un prólogo estudiando el histórico de represión sexual española y la llegada del destape o los programas como el ‘Un, dos, tres’, la serie se mete en la verdadera harina del tema, la irrupción de Telecinco en 1990 que, con su lema de declarar la guerra al aburrimiento, introdujo un estilo televisivo importado de Italia, caracterizado por música, humor y, sobre todo, la exhibición del cuerpo femenino. Programas como ‘Bellezas al agua’, ‘Goles son amores’ y ‘Tutti frutti’ se centraban en mujeres atractivas y con poca ropa, una tendencia que pronto imitaron otras cadenas, incluyendo TVE.
‘¿Yo fui mujer florero’? muestra cómo ese enfoque, aunque exitoso en términos de audiencia, perpetuaba la herencia del destape, limitando la imagen de la mujer como objeto de deseo. Se mencionan ejemplos concretos como las ‘Chicas Chin-Chin’ y programas con desnudos integrales, que nunca antes se habían visto en la televisión española, examinando cómo esta tendencia se extendió a otros programas de la pública, con formatos como ‘Caliente, caliente’ y el late night de Ángel Casas ‘Un día es un día’, que tenía directamente un strip tease colocado estratégicamente al final del programa, claro.
Más allá del escote, bikini y la minifalda
El punto fuerte del documental es dejar que todo sea contado de las propias mujeres que estuvieron allí en esa época, dejando entrevistas con figuras como Loreto Valverde, Ivonne Reyes, Beatriz Rico, Miriam Díaz-Aroca, María Abradelo, Makoke, Patricia Redondo, Carmen Russo, Patrizia Cavaliere, Gema González, Noemí Ramal y Patricia Guzzi (de las Mama Chicho), y Elsbert Anthonysamy (de las Cacao Maravillao), mostrando por delante de todo sus experiencias y perspectivas, reflexionando sobre su rol en la televisión, si se sintieron utilizadas como mujeres florero o si aprovechar las oportunidades que se les presentaron es precisamente una forma de empoderamiento.
Esto se contrapone a los testimonios de presentadores como Andoni Ferreño, Ramón García y Jordi LP, así como de la exdirectiva de Telecinco Lola Barranco, el director y guionista Hugo Stuven, la periodista Rosa María Calaf, la investigadora Elena Neira, el escritor Juan Sanguino y la cómica Henar Álvarez, que tratan de ofrecer el contexto sobre la sociedad de la época y su influencia en el entretenimiento. Centrándose en el período entre finales de los 80 y principios de los 90, hay un énfasis en no juzgar el pasado desde la perspectiva actual, pero sí ofrece debate sobre la evolución de la sociedad y el papel de la mujer en los medios.

La pregunta es si se ha evolucionado lo suficiente o si simplemente se han maquillado las formas de mercantilizar el cuerpo femenino, incidiendo en cómo las formas han cambiado, pero cómo la comercialización de las emociones y la exhibición de cuerpos jóvenes en realities como ‘La Isla de las Tentaciones’ sigue presente. Y eso que no se han metido en ‘Naked Atraction’ o la utilización del sexo en Gran Hermano, con la emisión en directo de una violación. De hecho, el tema del acoso sexual y abuso de poder es tocado de puntillas.
No todo es lo que parecía
Algunas de las entrevistadas cuentan situaciones que habían silenciado hasta ahora, mostrando la cara oscura de aquella época, pero sin dar nombres, dejando constancia del avance que el MeToo ha significado en este ámbito. Pero, de nuevo, todo acaba circulando sobre la figura femenina en la cultura española. Loreto Valverde plantea la cuestión clave: “¿Soy una mujer florero a la que ponen ahí porque soy bonita, o soy una mujer empoderada que sale así porque me da la gana?”, y esto traslada el debate a la actualidad, utilizando el ejemplo de Cristina Pedroche y la polémica que la rodea cada año.
Al final, las mujeres que aparecen en pantalla no tienen tanta importancia a nivel individual, sino que el problema acaba residiendo en la uniformidad de los formatos y la falta de alternativas, pero sobre todo al papel del espectador como consumidor, ya que el impacto de cualquier bajo instinto significa audiencia, con lo que la cosificación es un dilema más que de la sociedad, de la responsabilidad en los medios, ya que lo que hizo Telecinco en los 90 fue una regresión sobre algo superado que fue el destape, y el “Teleteta” se le llamaba por algo, con lo que no estaba necesariamente normalizado, tal y como parece hoy.

Se crean muchas polémicas en redes sociales cuando vemos clips de Jesús Gil en un jacuzzi con chavalas medio desnudas, pero aquello ya era indignante en la época y crecer con ello no era el ejemplo positivo que muchos presuponen hoy, sino que en una sociedad mayormente católica, supuso una polémica que no se vendía ya contra ningún aparato represor, sino que se usaba como reclamo barato, y eso no era tan aceptable como se presupone ahora, al menos en las casas en las que no entraba un ‘Interviú’. Quizá ese hubiera sido un buen capítulo 3 para el documental.
En Espinof | Las mejores películas de comedia de 2024
Ver 16 comentarios