Tras las intensas 8 temporadas de 'Juego de Tronos', y varios proyectos en marcha para explotar a la gallina dragona de los huevos de oro creada por George RR Martin, tardé meses en sentarme a empezar a ver 'La casa del dragón'. No tenía prisa alguna en volver a Poniente. Pero cuando lo hice, cuando por fin me puse, la devoré rápidamente. Y aquí estoy ahora, esperando con ganas cada nuevo capítulo, siguiendo la serie en Max semana a semana.
Más allá de la historia, los actores o el género fantástico, uno de los elementos que creo que nos tenía enganchados a 'Juego de Tronos' era su capacidad para sorprendernos con giros violentos. Sorpresas crueles, movimientos brutales y dramáticos que destrozaban nuestras expectativas y cambiaban el rumbo de la trama. Parecía que nadie estaba a salvo. En cualquier momento, el personaje que estábamos siguiendo podía sufrir algún daño grave, podía ser víctima de una mutilación, una violación o un asesinato. 'La casa del dragón' lo entendió y siguió por ahí. Y su propuesta es explosiva: una guerra civil con dragones.
Un día tranquilo en Poniente, entre cadáveres, psicópatas y dragones
La primera temporada tenía que empezar fuerte. Tenía que hacernos olvidar 'Juego de Tronos' y convencernos de que merecía la pena volver a Poniente y seguir a nuevos personajes. Y lo hizo. No perdió el tiempo, no dosificó los giros, no se cortó en brutalidad, fue con todo muy pronto. Era como una versión concentrada y más directa de 'Juego de Tronos', hasta el punto de recurrir a un salto temporal y cambio de actores a lo 'The Crown' en mitad de temporada, para aligerar la narrativa e ir al grano. Como si pensaran que los espectadores podían abandonar si llegaba un episodio "tranquilo" o "aburrido" donde no cortasen a alguien.
Gracias a los dragones de la casa Targaryen y la brutalidad de personajes como Daemon (Matt Smith, el gran showman de la serie, un comodín que salva cualquier escena), los primeros 10 episodios estuvieron plagados de momentos violentos y sorpresas chocantes. El final de temporada fue una salvajada. Y claro, después de eso, uno espera que la temporada 2 vaya a más. Porque no tiene sentido hacer una secuela y no llegar más lejos.
Con la amenaza de una gran batalla por el Trono de Hierro, aparentemente inevitable tras el caos provocado por las últimas palabras de Viserys (sensacional Paddy Considine), los dos bandos se centran en reunir el mayor ejército posible; la estrategia, las alianzas, las posiciones clave del mapa... y el ojo por ojo. Durante esta guerra fría, los impulsos violentos y la venganza no dejan de derramar sangre, algo que empezó en la temporada pasada y que sigue dejando cadáveres en los primeros episodios de la temporada 2. El último episodio deja una imagen que vale más que mil palabras:
"No hay vuelta atrás desde aquí salvo la muerte de todos los implicados", dijo recientemente Elliott Tittensor, actor que encarnaba a uno de los gemelos Cargyll que cayeron en el anterior episodio de 'La casa del dragón'. Y eso es lo que estamos viendo. En el nuevo capítulo, titulado 'The Burning Mill' ('El molino quemado'), no hay otro cadáver con nombre importante, pero hay otro funeral, otra matanza (una elipsis nos deja sin la acción pero vemos las terribles consecuencias para las casas Blackwood y Bracken), más promesas de muerte (Daemon no va a dormir tranquilo en Harrenhal) y un último intento desesperado por conseguir la paz que, claro, no funciona.
La batalla de Molino Quemado
Este episodio 2x03 nos ha dejado el esperadísimo reencuentro de Alicent (Olivia Cooke) y Rhaenyra (Emma D'Arcy), que finalmente hace caso a la conciliadora Rhaenys (Eve Best), defensora de agotar todas las vías hacia la paz. Tras unos consejos de Mysaria (Sonoya Mizuno), se las apaña para hablar a solas con su antigua amiga y ahora enemiga. Una escena cargada de tensión y peligro, realmente sorprendente por todo lo que ha ido pasando (¡cómo se le ocurre ir así, tan desprotegida!), pero que al final se queda en una conversación más afilada que un duelo con cuchillos.
Una conversación infructuosa, que aniquila toda esperanza y deja ya claro que habrá guerra; nada nuevo, todo sigue igual básicamente, pero es una escena interesante que permite ahondar un poco en estas dos protagonistas del gran conflicto. Y que, sobre todo, aclara y actualiza la relación entre ambas. En general, es un episodio "tranquilo" (dentro de lo que es esta serie) de mucho diálogo y movimientos de fichas, que deja la sensación de ser la calma antes de otra tormenta.
Cuenta la directora del episodio, Geeta Vasant Patel, que esa charla entre viejas amigas tiene el efecto de reabrir viejas heridas y dejar en evidencia que Rhaenyra tenía una motivación egoísta tras la fachada de esa inocente y bondadosa oferta de paz; pregunta a si Viserys le habló de ella y aún la prefería en el trono. Durante esta "calma tensa", el episodio se ha detenido a mostrar detalles y momentos vulnerables de varios protagonistas, haciéndolos más humanos en busca de la empatía del público.
Esa necesidad de una Rhaenyra insegura; la ansiedad de la nueva Mano del Rey, Criston Cole (Fabien Frankel), que llega tarde a su primera reunión; la pesadilla de Daemon, que por primera vez se muestra emocionado y afectado por la culpa. Un momento sorprendente que nos deja el cameo de Milly Alcock, quien regresa brevemente como una Rhaenyra más joven e ingenua, para reforzar el impacto de la escena. Daemon ha llegado a Harrenhal esperando acción (como el espectador) pero se ha encontrado con una rendición rápida de Simon Strong (Simon Russell Beale) y lo que parece ser una maldición de Alys Rivers (Gayle Rankin). Pinta mal.
Por otro lado, llama la atención lo que ocurre con Aegon II (Tom Glynn-Carney), y su hermano Aemond (Ewan Mitchell). El Rey siente la necesidad de mostrar su valía como guerrero pero al final decide quedarse a salvo tras hablar con Lord Larys (Matthew Needham), que adquiere más poder y se convierte ya oficialmente en el primer Consejero de Rumores.
Con el resto del día libre, el monarca acaba en un prostíbulo (un lunes cualquiera para él) y se encuentra con Aemond, descansando en paz junto a su profesional favorita. Tras las risas de un sorprendido Aegon II, su hermano se levanta y, como respuesta ante un intento por dejarle en ridículo, se marcha de allí tal como estaba, totalmente desnudo. Como si no le importase nada. Una imagen que dice mucho del estado mental al que ha llegado el personaje y que quizá anticipa otra de sus dramáticas decisiones.
Todo queda en el aire (nunca mejor dicho). Ya veremos cómo sigue esta guerra civil liderada por Aegon II y Rhaenyra que promete más sorpresas, más sangre y más carne quemada. Porque los dragones parecen inquietos y tienen que entrar en combate, tarde o temprano. Precisamente, a continuación dejo el tráiler que ha lanzado Max con imágenes del próximo episodio de 'La casa del dragón', el 2x04, que se llama 'A Dance of Dragons' ('Danza de dragones'). Puede pasar cualquier cosa. Y por eso estamos aquí.
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