La verdad es que uno piensa en cómo es la nueva comedia romántica de moda y piensa en que estamos en una suerte de chiste. Y es que la premisa básica de "una podcaster especializada en sexo y un rabino entran en una fiesta" es suficientemente llamativa como para no darle una oportunidad a la serie de Netflix que en tan solo unos días ya le está pisando los talones (está la número 2) al último bombazo de la plataforma: 'Monstruos: La historia de Lyle y Erik Menendez'.
Evidentemente aquí tenemos un cambio por completo de género ya que del true crime de Ryan Murphy pasamos a una romcom bastante divertida protagonizada por Kristen Bell y Adam Brody. Hilarante y que, a pesar de su título, se ha ganado el favor de la crítica y el público, logrando una puntuación de 94% en RottenTomatoes.
Estoy hablando de 'Nadie quiere esto' (Nobody Wants This), que nos lleva al encuentro entre una mujer, agnóstica, que se dedica a soltar en su podcast sus desventuras amorosas y un joven y atractivo rabino judío que está pasando por una ruptura. Vamos, un chico conoce chica de manual con el plus de extraña pareja formada por dos personas de diferentes trasfondos.
Una romcom modernizada
Porque es verdad que, en el fondo, con esos elementos juega la serie, creada por Erin Foster, y de ahí van tirando a la hora de fraguar las situaciones en vez de, digamos, otros planteamientos clásicos como los típicos "malentendidos" y los tropos de "de enemigos a amantes" tan habituales.
De hecho, lo que se potencia es explorar la explosiva química entre los dos protagonistas y cómo adecuar la relación a la vida de ambos y si pueden lograr estar satisfechos el uno con el otro. Ahí tenemos por ejemplo una Joanne (Bell) algo tiquismiquis con los chicos que sale y un Noah (Brody) que tiene cierta necesidad de impresionar a sus padres (y familiares y amigos) y que el estar con una "shiksa" es toda una prueba.
Curiosamente, donde mejor funciona 'Nadie quiere esto' es en su modo de abrazar la situación, el fabricar comedia así. Me recuerda en ese sentido a 'Colin de cuentas', donde brillaba en este aspecto. Si bien no es tan "gamberra" como la serie australiana sí que tiene bastante carisma y usa bastante bien estos elementos cómicos.
Creo que, en definitiva, esta comedia es uno de esos lugares sencillos y agradables que nos encontramos de vez en cuando en la televisión. No inventa nada, no revoluciona el género, pero sí que ofrece una divertida y bonita historia repleta de secundarios admirables que se disfruta de un par de sentadas.
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