'Élite' pretende ser el drama de instituto de una generación pero le falta ambición y fuerza

'Élite' pretende ser el drama de instituto de una generación pero le falta ambición y fuerza

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'Élite' pretende ser el drama de instituto de una generación pero le falta ambición y fuerza

El próximo viernes 5 de octubre llegará a Netflix su segunda serie original española. Tras 'Las chicas del cable', en esta ocasión la plataforma ha querido meterse de lleno en el drama adolescente al más puro estilo "serie de instituto" con el que todos (o casi todos) hemos crecido. Estamos hablando de 'Élite', cuya primera temporada ya hemos podido ver en Espinof.

Carlos Montero ('Física o química') y Dario Madrona ('Los protegidos') cocrean esta nueva serie en la que toman el testigo de tantas y tantas series ('Gossip Girl', 'Pequeñas mentirosas') e intentan crear algo perdurable. La verdad es que, lamentablemente, se quedan algo a medias.

He de reconocer que el primer teaser de 'Élite' me dejó bastante frío. Como forma de venderme la serie no acertaron, desde luego. Aunque claro, creo que precisamente a mí no me la tenían que vender. El segundo tráiler, el ya definitivo, sí que tenía algo de mejor pinta, sobre todo si lograban equilibrar el tema "muerte/asesinato" con el sexo, drogas y demás habitual en estos dramas.

'Élite' nos traslada al elitista (nunca mejor dicho) colegio privado de Las Encinas, donde van los hijos de gente importante y millonaria. Allí llegarán tres becados, alumnos de un instituto que se derrumbó debido a la presunta estafa de su constructor.

Estos son Jaime (Itzan Escamilla), un chico responsable cuyo hermano (Nano, interpretado por Jaime Lorente) acaba de salir de la cárcel, Nadia (Mina El Hammani) una joven musulmana que se ve lidiando continuamente con el choque entre sus creencias y la vida de los demás; y Cristian (Miguel Herrán), un chulito y aprovechado de la vida que se encuentra inmerso en una relación a tres.

En el centro recibirán un rechazo inicial por parte de sus compañeros de clase... aunque poco a poco se irán integrando mejor. El líder es Guzmán (Miguel Bernardeau), el hijo del constructor, que quiere mantener el estatu de la estrella del colegio y proteger a su hermana Marina (María Pedraza), que está en una fase de rebeldía ante la vacuidad y falsedad de la élite en la que vive.

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Seamos claros. Ante la práctica ausencia de algo similar en la televisión española (de 'Skam' es pronto para hablar todavía), 'Élite' quiere ser el drama de instituto de una generación con su mezcla de thriller, drogas, alcohol y folleteo. Lo que le falla es, sobre todo, que le falta bastante cafeína.

Uno de esos aspectos que pueden distinguir a un buen guion de uno malo es el hecho de que en muy poco tiempo puede lograr que la muerte de un personaje te impacte emocionalmente, aunque solo le conozcas de dos o tres escenas. La revelación del personaje asesinado no podría ser más irrelevante a esas alturas de la historia.

No porque el personaje no sea importante, sino porque si en algo fallan Montero y Madrona a la hora de escribir 'Élite' es en impregnar de gravedad y relevancia las cosas que ocurren durante la serie. Una cosa es representar esta frivolidad y "dramas de primer mundo" y otra bien distinta es no potenciar los momentos más dramáticos.

Esta es una sensación que persiste a lo largo de la serie. Lo que se une a que en dos episodios conocemos a los personajes más que sus propias familias (ayuda bastante la temática del segundo episodio). Con unos personajes bastante planos ya presentados, no queda si no quemar tramas para dar vidilla y hacer tonterías con ellos (literalmente hay escenas que solo se explican por la estupidez de sus personajes).

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La mayor baza de 'Élite' es que, a pesar de tener cierta trama seriada, su naturaleza es episódica, como queriendo hacer caso a las voces que criticaban cada vez más la aparente dictadura de la serialización que se vive en Netflix. Y les funciona.

Esto, y el uso de los cliffhangers, provoca un toque de adicción, de querer saber lo que pasa en el siguiente episodio. Tanto es así que, proponiéndome ver un par de episodios acabé ventilándome la temporada entera antes de darme cuenta.

Es un entretenimiento con vocación de dirigirse al adolescente que no busca nada que le active más de neurona y media y en este sentido no engaña. Al igual que me pasa con 'Las chicas del cable', en 'Élite' podemos encontrar defectos hasta debajo de las piedras, pero estos se quedan en un segundo plano porque la serie funciona y entra como el agua.

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