'Jackass forever' es la película que nos merecemos en 2022: un festival de porrazos y golpes en genitales que esconde una oda a la amistad eterna

'Jackass forever' es la película que nos merecemos en 2022: un festival de porrazos y golpes en genitales que esconde una oda a la amistad eterna

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Jackass Forever

Hasta el cinéfilo más serio y estirado tiene sus debilidades inconfensables. Puede que ese erudito en la carrera de John Ford se lo pase como un enano viendo ‘Lavalántula’, o que aquel gran experto en las películas dramáticas de la época del cine mudo vea ‘Chicas malas’ cada fin de semana sin falta. Por eso, y aunque sea muy tentador despreciar esta película como si fuera cine de segunda, la siguiente frase dista de ser una boutade: ‘Jackass Forever’ es la película que nos merecemos ver en 2022.

Golpes y lesiones

Enfrentarse a ‘Jackass forever’ frente a cualquier otra opción de la cartelera es sentirse como Homer en el festival de cine de Springfield: “La película de Barney era conmovedora, ¡pero ‘Balonazo en la entrepierna’ era un balonazo en la entrepierna!”. La nueva entrega de las barbaridades de Johnny Knoxville y los suyos es una hora y media de ‘Balonazo en sus partes’, de manera absoluta y totalmente literal. Y no lo digo como algo negativo: hay algo instintivo y atávico en reírse como un marsupial de inicio a fin viendo porrazos imposibles.

Vamos a lo esencial: después de ‘Jackass 3D’ y la posterior muerte de Ryan Dunn, el grupo de adictos a los golpes de MTV decidió separarse después de una década de huesos rotos y conmociones cerebrales. Justo antes de que la pandemia nos atacara, Johnny Knoxville decidió volver a juntar al grupo para grabar más trompazos y comprobar si todavía seguían teniendo química. Cinco minutos después de empezar a grabar, decidieron que, efectivamente, iba a haber una cuarta parte de ‘Jackass’. Y menos mal: volvieron cuando más los necesitábamos.

Uno podría pensar que, con los años, el reparto de la saga se habría calmado en sus salvajadas autoinflingidas. Al fin y al cabo ya son cincuentones y quizá no deberían hacer ciertas cosas. Las dudas se disipan rápido en el mismo momento en que Steve-O, totalmente desnudo, llena su pene de abejas hasta cubrirlo por completo. Qué queréis que os diga, puede escandalizaros, pero la sorpresa es mayúscula en un mundo que, con tantos estímulos visuales, cada vez es menos sorprendente. Y a partir de aquí, la locura va creciendo.

Jackass Forever

El desprecio al arte de pegarse

Es muy fácil despreciar ‘Jackass’ y creer que es un divertimento para la plebe. Creedme, lo sé: he estado ahí. Y sin embargo, hay algo muy liberador en reírte con una persona siendo golpeada en los genitales por el boxeador con el golpe más rápido y potente del mundo. No hay hilo argumental, guion o sentido, más allá de una estupenda (y monstruosa) secuencia inicial dirigida por Spike Jonze. Si el director de ‘Adaptation. El ladrón de orquídeas’, ‘Her’ o ‘Cómo ser John Malkovich’ no tiene ningún prejuicio, ¿por qué deberías tenerlo tú?

‘Jackass forever’, como siempre ocurre en la saga, no siempre funciona. Hay stunts que prometen pero quedan en nada, como en el que se ha basado la campaña promocional y que lanza a Johnny Knoxville en el aire desde un cañón gigante, pero otros son auténticas maravillas del género “¿Pero cómo han accedido a hacer esto?”. En un momento dado, atan a a un miembro del equipo a una silla, le cubren de de miel y salmón y le dejan, totalmente solo, a merced de un oso. Ni Tom Cruise se atrevería a esto.

Esta cuarta parte responde a ese instinto primario que nos hace ver un accidente de tren y no poder apartar la mirada, pero con la tranquilidad de saber que esa gente es experta en lo que hace y nadie va a salir (muy) herido. Bueno, excepto el propio Johnny Knoxville, que deja su golpe más duro para la recta final de la película, aunque sucedió solo dos días después de empezar a grabar. En él, un toro le levanta por los aires mientras él está vestido de mago, como una prueba enfermiza y sin protección del ‘Grand Prix’. No es la primera vez que se enfrentaba a un toro, pero sí la primera vez que lo hacía con cincuenta años. Y, por suerte para todos los que ya temíamos por su vida, será la última.

Jackass Forever

Jackass: la nueva generación

‘Jackass forever’ tiene un poco de todo para los amantes de que otras personas se retuerzan de dolor: un test de preguntas culturales (con golpes genitales para los perdedores), un miembro del reparto embadurnado en semen de cerdo, un pene aplanado usado como raqueta de ping-pong o un tremendo golpe en bici contra una pared falsa. Cada dos o tres minutos, cuando crees que ya nada podría sorprenderte, algo nuevo llega para hacerte pensar en la dedicación de este grupo de amigos por hacer las cosas más complicadas posibles para acabar en el suelo entre alaridos y risas.

Porque, al final, esta película va sobre la amistad. Sobre un grupo de amigos que ha resistido a las décadas y a la fama juntos, ha perdido a gente por el camino y solo quieren pasar unos últimos meses juntos antes de dejar lo que aman hacer de lado por su propia seguridad. Y, además, invitando a amigos de fuera del grupo, como el siempre fabuloso Eric André, para que puedan vivir esa experiencia con ellos. Para ser una película en la que un jugador de hockey dispara el disco a los genitales de un miembro del reparto, es casi crepuscular.

Jackass Forever

No todo el reparto funciona, tristemente. Se echa de menos a Bam Margera, que fue expulsado por no poder permanecer sobrio, algo que Paramount le exigía, y los nuevos integrantes no terminan de estar a la altura. Tienen que estar, claro, porque al menos parte de los golpes tienen que ir a un grupo más joven, pero aparte de Poopies y Zach Holmes, el resto no tienen el mismo carisma. Mención especial a Rachel Wolfson, la primera mujer en ‘Jackass’, que aunque no participa en los stunts más duros, sí llega a darle un (doloroso) beso a la cola de un escorpión.

Particularmente fuera de lugar están las apariciones de Dark Shark, el padre de Jasper, uno de los nuevos miembros, que acaba de salir de la cárcel y necesita dinero. Sus pruebas no tienen gracia porque se nota que ni disfruta recibiendo, ni quiere estar ahí, ni entiende lo que está pasando (por mucho que se ría cuando son otros los que acaban vapuleados). No parece que este pequeño grupo vaya a continuar ‘Jackass’: Steve-O, Wee Man o Chris Pontius son imposibles de reemplazar, especialmente por sus pocas dudas, su confianza extrema y su predisposición a no pensar en el peligro si es divertido.

Y en el fondo, esto es lo que consigue ‘Jackass forever’: sacarnos durante 90 minutos de la horrible realidad a carcajada limpia, disfrutar de un festival de porrazos y situaciones inimaginables, sin que, llegados a un punto, pensemos en el peligro de lo que estamos viendo y dejándonos mecer por la suave brisa de la diversión sin complejos. No tiene bellos planos, banda sonora de Óscar o una trama cautivadora, pero sí un partido de tenis entre penes aplastados con metacrilato. Nunca creí que fuera a ver algo así en pantalla grande. Y merece la pena.

En resumidas cuentas

No puedo recomendar ‘Jackass forever’ a todo el mundo, pero sí creo que hay algo fabuloso en desembarazarte de tus prejuicios y disfrutar con una película que no solo sabe perfectamente lo que puede ofrecer, sino que no duda en ofrecerlo multiplicado por veinte. Una colección de trabajadísimos sets que muestran puñetazos en testículos, golpes, cerebros contusionados, huesos rotos, besos con escorpiones y, en el fondo, un grupo de amigos que están viviendo al máximo su último rodeo. Si este es el final de ‘Jackass’, pueden irse con la cabeza bien alta. Si es que los collarines se lo permiten.

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