'Marlowe' es un retorno a la narrativa más clásica con un Liam Neeson en forma y un desafío para el espectador más paciente

'Marlowe' es un retorno a la narrativa más clásica con un Liam Neeson en forma y un desafío para el espectador más paciente

La verdadera venganza de Neeson es contra el público de esta película

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Marlowe

Philip Marlowe hizo su debut en 'El sueño eterno', la novela de Raymond Chandler de 1939 que Howard Hawks adaptó escandalosamente bien con Humphrey Bogart y Lauren Bacall como sus protagonistas. Era una película un poco confusa, pero con una química entre actores abrumadora y un personaje principal carismático e irresistible. Marlowe modeló el noir de los años 40 y 50 hasta que, poco a poco, fue perdiéndose entre las brumas del tiempo. Hacía 45 años que no veíamos al detective en la gran pantalla y quizá por eso había tanta expectación con 'Marlowe'. Tristemente, todo lo que intenta no le sale y acaba por no dar la talla.

Es un detective de lo más singular

El problema de 'Marlowe' es que no tiene claro lo que es. ¿Es un neo-noir? ¿Un homenaje al cine de aquella época? ¿Una simple historia de detectives con reparto estelar? Al final no es nada de esto: en su pura y absoluta frialdad, la película dirigida por un irreconocible Neil Jordan (muchos años después de aquella fabulosa 'Michael Collins') parece una función de fin de curso en la que nadie está especialmente apasionado por lo que se cuenta.

La cinta es rutina. Pura rutina. Parece un vehículo para extender cheques que no sabe insuflar interés en los personajes, sentido en la trama ni ritmo en el montaje: en lugar de construir un personaje interesante y repleto de detalles, la película trata a Philip Marlowe como si fuera una simple marioneta que resuelve el caso. No tiene personalidad ni arrojo, y todo conato de originalidad se esfuma rápidamente para intercambiarla por un estoicismo que se aleja de los personajes para centrarse en una sucesión de acontecimientos que, tristemente, no son lo suficientemente interesantes.

Marlowe 2

Culpa de ello, en parte, es del material adaptado: en lugar de escoger una de las nueve novelas de Raymond Chandler sobre el personaje, la película ha decidido centrarse en 'La rubia de ojos negros', una secuela literaria de 'El sueño eterno' de 2014 escrita por Benjamin Black, el pseudónimo de John Banville. Y, francamente, se nota: por consistente que pueda ser el libro, al llevarla a cine ha quedado insípida, como si alguien hubiera echado todos los ingredientes de un pastel al horno pero se hubiera olvidado del azúcar.

No es el único ni genial

Liam Neeson, eso sí, trata de darlo todo como detective clásico, enfundado en una gabardina, fumando y rodeado de femmes fatales y un misterio por resolver. No es novedad que el actor, incluso en sus películas de acción de quinta división, sea una de las pocas cosas constantemente salvables: es una pena que últimamente no consiga papeles a su altura artística y tenga que conformarse con tonterías como 'La memoria de un asesino' o cameos en 'Obi-Wan Kenobi'. 'Marlowe' no viene a cambiar la tendencia a la baja, tristemente.

Marlowe 3

Y eso que está rodeado por dos más que solventes Diane Kruger y Jessica Lange, pero cuando el problema está en la base, es imposible montar una buena estructura. El guion de 'Marlowe' no se digna en preocuparse de que sus personajes sean algo más que peones en un tablero de ajedrez, sino que, además, se inventa las reglas por el camino: en su obsesión por las sorpresas y los juegos de manos, el espectador pierde el hilo muy pronto. Si tus sorpresas argumentales no influyen a nadie que nos importe, estás echándolas a perder.

Lo intentan, por supuesto, pero la mitad de las escenas están formadas por dos personajes hablando y explicando la trama en lugar de preocuparse por mostrarla de otra manera más visual. La película peca de ser una obra de teatro excesivamente sosegada, que en nada justifica sus casi dos horas de mortecino, lento, helado, aburridísimo tormento. Y a un guion que no funciona, una dirección en piloto automático y unos personajes sin historias personales se suma un montaje que se asemeja a una primera versión que aún tiene que pulirse.

No busque más pistas

'Marlowe' juega a cargar al espectador de información para después tratar de sorprenderle por otro lado inesperado, pero pocos caerán en sus garras. Cuando los personajes hablan sin parar no crea el ambiente de neo-noir que pretende, sino un embotellamiento cerebral que, para colmo, no lleva a ningún lado: la resolución de la historia es muy simple, y para llegar ahí la película da veinte rodeos tratando de alejarte de la claridad argumental con la esperanza de que, cuando llegue el último giro, de alguna manera creas que es muy inteligente. No sucede.

Y es una pena, porque el cine noir de los 40 y 50 es increíble, plagado de momentos icónicos y tópicos visuales fascinantes: la mujer sombreada en el cristal de la puerta del detective, el humo del cigarro, la femme fatale, los enfrentamientos que llevan a falsos culpables, los trajes de época... 'Marlowe' tiene todo esto, pero solo de forma testimonial. De nada sirve repetir los tópicos del género si tu corazón no está ahí. Al final, se queda en revisión inepta de un género que puede renovarse, pero no repetirse.

'Marlowe' es ese alumno que repite como un loro aquello que ha aprendido, pero da datos incorrectos, aburre a la clase y realmente no ha entendido nada del tema que simplemente regurgita. Sí, tiene todos los elementos en orden, un buen director y actores de nivel, pero no puede evitar que todo a su alrededor parezca un decorado tras el que no ha habido una suficiente preparación ni cariño por el material original. Habrá que esperar otra vez para tener un noir a la altura.

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