La respuesta a 'Viernes 13' que escribió Harvey Weinstein es uno de los mejores slashers de los 80, pese a todo, y está en streaming

La respuesta a 'Viernes 13' que escribió Harvey Weinstein es uno de los mejores slashers de los 80, pese a todo, y está en streaming

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Burning

Al comienzo de la década de los 80 el cine de terror tenía un filón inédito tras el éxito de ‘Halloween’ de John Carpenter y vivió el auge del slasher tal y como lo conocemos actualmente. Muchos estudios desarrollaron rápidamente sus propias películas con asesino enmascarado de bajo presupuesto con la esperanza de capturar el mismo éxito de taquilla. Algunas se convertirían en clásicos como ‘Viernes 13’ que generarían y otras quedaron en el olvido a pesar de ser superiores a aquella. Una de esas gemas ocultas es ‘La quema’, disponible en Filmin.

Es habitual pasar por alto una película reducida a ser una copia de ‘Viernes 13’, una cuya trama parece fotocopiada directamente de la segunda parte, pero lo cierto es que los márgenes no acaban de encajar para sostener esa teoría. Su rodaje duró 5 semanas, entre agosto y septiembre de 1980, tan solo 3 meses después del estreno del éxito de Sean S. Cunningham, así que no solo resulta improbable haber montado la producción en tan poco tiempo, sino que la coincidencia de la segunda parte parece tener en dos direcciones.

Por desgracia, la mayor relevancia que tiene la película en retrospectiva es que fue el primer crédito de producción del infame Harvey Weinstein, mientras que su hermano Bob co-escribe el guion. Al más puro estilo Pamela Voorhees, su madre, Miriam Weinstein, también fue asistente de producción de la película. Así, ‘La quema’ fue la primera producción de Miramax, sobre la que se construirá el imperio Weinstein, con lo que, con las acusaciones recientes y la condena penal por agresión sexual de su responsable, deja un legado problemático.

En paralelo a Crystal Lake

En realidad, sería cínico cargar las culpas sobre una sola película, en un imperio asociado con Disney en infinidad de series y largometrajes, además de tener sobre sus espaldas todo el cine de Tarantino, sagas como Bridget Jones y, cerrando el círculo, todo el renacimiento del género en los 90, con ‘Scream’ a la cabeza. Pero esta es desconocida, ruda y fácil de cargar con el muerto, una película modesta con una gran cantidad de caras que se harían famosas posteriormente, incluida la ganadora del Oscar Holly Hunter, Fisher Stevens y un joven Jason Alexander, futuro George Costanza enSeinfeld’ (1990-8) en menos de una década como los bromistas del grupo.

Constanza
Hugo y Constanza en su historia de orígenes

En esta no hay Crystal Lake, sino un Campamento Blackfoot, donde cinco jóvenes preparan una cruel broma al celador del campamento, un hombre alcohólico de mal genio, al que colocan cerca un cráneo humano decrepito con velas mientras está dormido, pero al despertar, siente tanto miedo y pánico que, al golpear la calavera, su cama se incendia y su cuerpo queda envuelto en llamas. Es llevado al Hospital y, tras cinco años de tratamiento con la piel quemada, se escapa con un par de tijeras de podar en un campamento de verano vecino.

El punto de partida no es diferente al de muchos slashers de su era, la humillación, las bromas pesadas que salen mal y se convierten en una venganza sangrienta, que aquí se traduce en un asesino con las mismas motivaciones que el de ‘El tren del terror’, deforme como el de ‘La casa de los horrores’, en un coto de caza como el de la madre de Jason Voorhees y con algunos momentos finales con un lanzallamas que parece recuperar el sadismo de ‘La casa del terror’. Aquí, sin embargo, no se hace gala de un bajo presupuesto, pese a que la producción era modesta y no tenía mucho departamento de vestuario, con lo que la mayoría del elenco usaba su propia ropa.

Fisher

Pero las limitaciones se suplían con algunas soluciones tradicionales, como algunas escenas nocturnas que se rodaron de día con un filtro en la cámara, o las tomas desde el punto de vista subjetivo del asesino, logradas frotando vaselina en la lente de la cámara para que la imagen pareciera más surrealista. Pero, además de tener una concepción panorámica poco común en el género, con algunos movimientos de cámara interesantes, destaca por lo que debe destacar un buen slasher. Sus asesinatos no son particularmente ingeniosos, pero sí abundantes, muy sangrientos y efectivos. Y no están realizados por cualquiera.

La gran escena de Tom Savini

‘La quema’ es uno de los mejores trabajos del maestro del gore Tom Savini, quien había puesto patas arriba el género con sus trucajes para ‘Viernes 13’, y aquí no solo recupera algunos de sus grandes hits en aquella —como un hachazo en la cabeza perfeccionado— sino que utiliza algunas de las ideas para la segunda parte de aquella, que rechazó porque no estaba de acuerdo con el argumento de que Jason fuera un adulto y porque prefería probar nuevas truculencias en una nueva franquicia que le daba la oportunidad de hacer un maquillaje para el asesino.

Sin embargo, Savini solo tuvo tres días para idear el aspecto del quemado para la cara de Cropsy, con lo que quedaría insatisfecho con su apariencia, pese a que luce una deformidad fantástica y pesadillesca. Puede que esa fuera la razón por la que no se utilizaran muchas más imágenes del villano, recortando muchas de ellas del montaje final para que el personaje pareciera más escurridizo y misterioso. Un acierto que, además, aumenta el impacto de su climática aparición, llevando la película a un terreno de monstruo clásico heredero de ‘El fantasma de la ópera’ o ‘El museo de cera’ que rompe barreras del subgénero.

The Burning Cropsy

Pero Savini no se limitó a hacer efectos y, como es habitual en producciones en las que se implica, hizo algunos planos de especialista, como cuando las piernas de Cropsy están en llamas, dio el golpe final del hacha e incluso se embarcó en una gira publicitaria, por la que afirma que nunca le pagaron, a través de diversas estaciones de radio. Pero a nivel de maquillajes, la película atesora una de sus obras maestras. La secuencia de la masacre de la balsa es uno de los hitos del género, particularmente cuando a Fisher Stevens, nada menos que el Hugo Baker de ‘Succession’, le cortan los dedos con las tijeras de jardín.

Un slasher muy superior a la media

Lo insólito de la escena es que normalmente, los asesinos del subgénero van acabando con los adolescentes uno a uno, en lugares apartados, mientras que aquí son cinco los masacrados de una tacada en una balsa salvavidas. En el rodaje de estas escenas de pesadilla Savini aplicaba el maquillaje sangriento a los actores con música clásica de fondo. Pero ‘La quema’ no solo tiene unos efectos estupendos, sino que sabe construir mucha tensión que muchos slashers modernos pasan por alto. Parte de la culpa es la música de Rick Wakeman, el ex tecladista de Yes, cuya partitura llena de sintetizadores es extraña, dándole una atmósfera de misterio enervante con un aura de modernidad que aún funciona.

Algo que contrasta con ciertos anclajes en el clasicismo de la película que además le debe mucho al género Giallo de forma más explícita que muchas contemporáneas, sirviendo de alguna manera como una evolución, empezando con el asesino cubierto con una corpulenta gabardina, guantes de cuero y sombrero negro, a la forma en la que se ejecutan sus muertes, con el brillo afilado de dos largas hojas, que recuerda a algunos trabajos de Argento. Aunque, como la propia ‘Viernes 13’, es imposible no pensar en ‘Bahía de Sangre’ de Mario Bava.

Death

No sorprende, por otra parte, que el guion de los hermanos Weinstein, deje algunos momentos de dudosa redención para un subgénero siempre a examen por su pretendida misoginia. Aquí no hay nada específicamente diferente a tantas otras películas de la época, pero detalles como la insistencia casi enfermiza de un personaje para lograr tener sexo —aunque luego el film se ría de él por no poder cumplir, en un reflejo casi freudiano de la incapacidad morfológica de Weinstein— o los planos de desnudos con intención vouyeristica, denotan una mirada sesgada. Además, cambia la fórmula de la tradicional final girl y deja vivos a dos chicos vivos particularmente antipáticos, que dentro de la aspereza ética general del conjunto no tiene mayor relevancia.

Un legado problemático

La venganza es completamente aleatoria y misántropa, su efebifobia persistente impide una lectura de género que se diferencie de una antipatía general por el género humano. No ofrece nada distinto con otras legiones de slashers estrenados en los 80, sin embargo, su tratamiento de los personajes tienen algo más de desarrollo de lo habitual, desarrollando sus relaciones y permitiéndonos vivir en su mundo por un tiempo antes de que empiecen a caer, como si fuera una perversión de una comedia de campamentos de verano al estilo de ‘Los Albóndigas’ pero con un maníaco enmascarado suelto.

Desafortunadamente, la primera acusación contra Harvey Weinstein fue por un evento que tuvo lugar durante el rodaje de esta película. Se alega que acosó a una asistente de producción, manchando la reputación de una obra en la que otros implicados hicieron un buen trabajo. Como otras obras del género, como ‘La semilla del diablo’ o ‘Jeepers Creepers’, esta hace que su legado sea inseparable del daño provocado por sus artífices en la vida real, pero, como aquellas, su valor per se habla por sí mismo.

Killer

Dentro del slasher, ‘La quema’ es uno de los ejemplos de oro que el género no ha podido replicar, como otras piezas olvidadas, como ‘El asesino de Rosemary’ o ‘San Valentín sangriento’, está muy por encima de todas las secuelas de ‘Halloween’ o ‘Viernes 13’ y recoge un espíritu malsano no muy común más allá de 1984. Posteriormente se estrenaría ‘Madman’ otro slasher inspirado en la misma leyenda urbana del Cropsey Maniac de Nueva York, que lleva el aura de cuento alrededor de la hoguera a dos secuencias idénticas, que añaden una dimensión mitológica a sus asesinos que hoy no se atreven a colocar por resultar paródica y muestra su aura de influencia que se puede seguir en la segunda parte de la trilogía ‘Fear Street’ de Netflix.

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