'The Crucifixion' cae en el eterno déjà vu del cine de posesiones menos inspirado

'The Crucifixion' cae en el eterno déjà vu del cine de posesiones menos inspirado

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'The Crucifixion' cae en el eterno déjà vu del cine de posesiones menos inspirado

A lo largo de las últimas décadas han sido innumerables los intentos por parte de la industria cinematográfica internacional de igualar el terrorífico milagro obrado en 1973 en el irrepetible clásico 'El Exorcista'. 44 años después del estreno de la que, probablemente, sea la película más aterradora de la historia, nadie ha logrado volver a helarnos la sangre como lo hizo William Friedkin a golpe de posesiones demoníacas, exorcismos y, sobre todo, muchísimo talento.

Después de estimables intentos recientes por revitalizar el subgénero como 'El exorcismo de Emily Rose' y de desastres como la olvidable 'Exorcismo en el Vaticano', el último en aportar su grano de arena ha sido el realizador francés Xavier Gens quién, después de estrenar hace un par de semanas 'La piel fría', vuelve a la carga con esta 'The Crucifixion': un torpe y rutinario patinazo de notable factura que transmite una sensación de déjà vu constante.

A pesar de lo soporífero del conjunto, hay que reconocer la estimable capacidad de 'The Crucifixion' a la hora de estimular nuestras retinas. Con sus primeros pasajes, lo nuevo del director de 'Frontera(s)' nos embauca con una correcta realización engalanada por un tratamiento de la imagen que potencia el aura lóbrega y siniestra del entorno de la Rumanía rural en la que se ambienta. Un envoltorio remarcable para una coproducción modesta que no consigue destacar más allá de su virtud visual y su diseño de producción.

Pocos más elementos le quedan al filme para defender con firmeza una posición destacada dentro de un género tan prolífico como es el terror. Una vez superado el impacto inicial, 'The Crucifixion' se revela como un compendio de clichés y lugares comunes construidos en torno a un guión que no deja espacio a la innovación ni se las apaña para mantenernos atentos a la pantalla durante más de diez minutos consecutivos entre tópico y tópico, llamándonos desesperadamente la atención con algún fragmento aislado que eleva la tensión por momentos para, después, volver a desinflarse.

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Este cuarto largometraje de Gens adolece del que muy posiblemente sea uno de los peores males que puede sufrir una cinta: un protagonista aborrecible. En este caso, la joven periodista que nos conduce a través de la manida trama de investigación que sirve de pretexto a su descenso a los infiernos no es más que un arquetipo de manual: escéptica, irónica, afectada por un conflicto interno que le hace aborrecer la fe católica y con un arco evolutivo tan previsible como los caminos a los que la conducen sus pesquisas.

Por supuesto, cuando 'The Crucifixion' abandona su trama detectivesca para entregarse a los placeres del horror y el Rituale Romanum repite sin concesiones el apolillado ABC del subgénero en el que levitaciones, ojos en blanco —o completamente en negro—, murmuros en lenguas muertas, contorsiones imposibles y alucinaciones varias están a la orden del día. Un compendio de territorios explorados una y mil veces que han perdido su efectividad a causa de la repetición, pero que no resultan tan molestos como la saturación de jumpscares y subidas de volumen, estandartes del terror más rancio.

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'The Crucifixion' se alza como una propuesta interesante para completistas y para todo aquél público casual al que no le importe entregarse a un producto prefabricado a cambio de un puñado de sustos —algunos más inspirados que otros— con los que brincar en la oscuridad de una sala de cine. El resto del respetable no encontrará más que un frustrante y aburrido refrito que les invitará a abandonar la proyección para poder volver a casa y purgar sus pecados cinéfilos viendo en blu-ray la obra maestra de Friedkin protagonizada por Linda Blair.

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