'Mudbound', un infierno llamado Misisipi

'Mudbound', un infierno llamado Misisipi

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'Mudbound', un infierno llamado Misisipi

En 2017 estamos asistiendo a un notable esfuerzo de Netflix por reforzar su catálogo de cine, y 'Mudbound' es una de sus últimas y grandes apuestas. La película, coescrita y dirigida por Dee Rees ('Pariah'), cosechó tantos elogios tras su presentación en el Festival de Sundance que la plataforma de streaming adquirió los derechos con el (probable) objetivo de convertirla en su mejor opción de cara a los Premios Óscar.

Actualización: la película ha obtenido 4 nominaciones a los Óscar.

Tras acceder a la potente sección oficial de Cannes con dos largometrajes ('Okja' y 'The Meyerowitz Stories'), sabemos que Netflix busca el Oscar, o al menos, entrar en las nominaciones. Por eso, al igual que va a hacer con la española 'Fe de etarras' (con el objetivo de competir en los Premios Goya), ha optado por romper su norma y estrenar 'Mudbound' en algunas salas de cine de Estados Unidos, al mismo tiempo que los suscriptores de Netflix en todo el mundo la tienen disponible en sus hogares.

Racismo y dramas familiares

'Mudbound' es una adaptación de la novela homónima de Hillary Jordan, que aun siendo ficción se inspira en personas y hechos reales; concretamente, el personaje de Laura (Carey Mulligan) está basado en la abuela de la escritora. Asimismo, la autora del film incorporó en el guion detalles y elementos de historias que su abuela incluyó en un valioso diario.

Jason Clarke y Carey Mulligan

Estos intentos por dotar de realismo a la narración surten efecto y contribuyen a la creación de un drama que se siente auténtico durante casi todo su metraje. La ambientación, el vestuario, el maquillaje... todo está preparado cuidadosamente para sumergirnos en el Misisipi de los años 40, donde tiene lugar la acción principal. Casi hueles el sudor y palpas la suciedad que plasma Dee Rees con la colaboración de la directora de fotografía Rachel Morrison, que alterna las imágenes crudas con otras realmente hermosas.

Surge enseguida el recuerdo del cine de Terrence Malick cuando, durante esos instantes donde se retrata la vida en el campo, surgen reflexiones con voz en off de los protagonistas. Me parece un error importante; a menudo distrae, me imaginaba a los actores leyendo pasajes del libro, con un tono solemne y teatral, subrayando innecesariamente la seriedad del relato con pensamientos que podrían haberse omitido (por evidentes) o incluidos en conversaciones de manera más natural.

Del mismo modo, hay tramos donde la cámara nos lleva al campo de batalla de la II Guerra Mundial, y da la incómoda sensación de que no había presupuesto para recrear las espectaculares e intensas escenas bélicas que buscaba la directora. Y entonces, ¿para qué? Salvo por una violenta escena que transcurre en el interior de un bombardero (que en todo caso queda en ridículo comparada con lo que ofrece 'Dunkerque'), no se logra transmitir la tensión, el horror y la locura de la guerra. Son añadidos innecesarios que parecen sacados de otro film y puestos aquí simplemente por meter planos llamativos en el tráiler.

De hecho, la mejor escena bélica es interrumpida y terminada en un flashback, lo cual me lleva a pensar que ésta era la mejor forma de incluir esos elementos, con un par de breves y fugaces vistazos al pasado (por cierto, vaya torpeza presentar dos situaciones traumáticas tan similares para los personajes de Jason Mitchell y Garrett Hedlund). Creo que la estructura es el mayor problema de esta película.

Rees dedica una hora a presentar el lugar, el momento histórico (es de sobra conocido y tampoco hace falta detenerse tanto) y los personajes principales cuando por fin se decide a contar la trama que va a centrar el resto de la película: la amistad entre un joven blanco y uno negro en un entorno racista durante la posguerra. Las experiencias de la batalla, la pérdida de compañeros, la cercanía de la muerte, los romances... todo esto los acerca y les hace ver las absurda barreras que separan y enfrentan a sus razas.

¿Por qué no empezar por ahí y tirar del hilo conforme se presente la necesidad de conocer más sobre los personajes? Siempre va a ser más interesante comenzar con preguntas e impactar con esa terrible realidad del racismo sureño. Un héroe de guerra tratado como un animal en su pueblo. Cuando el muchacho reconoce que preferiría seguir combatiendo para liberar al mundo de los nazis que seguir aguantando a los campesinos racistas, llegas a entenderle. ¿Por qué no huye de allí? Eso ya sí que es un misterio, una poco convincente necesidad de conflicto.

Jason Mitchell y Garrett Hedlund

'Mudbound' tiene los ingredientes para competir por el Óscar

En esa hora previa al desarrollo de la amistad, Dee Rees aprovecha para tocar temas como el machismo de la época y la prisión personal de cada esposa, limitada a ejecer de ama de casa, madre y amante (en ocasiones puntuales demandadas por el marido). También se recrea la cineasta en plasmar la pobreza y los problemas de la vida en el campo. No, su intención no es proporcionar una experiencia agradable.

Después de verla entiendes que 'Mudbound' se esté señalando como posible candidata a los Óscar: mujeres creadores detrás del film en un momento de reivindicación del talento femenino, el siempre poderoso tema de la segregación racial, una cuidada producción de época y esforzadas interpretaciones con escenas para el lucimiento. En este aspecto cabe destacar el trabajo de Jonathan Banks, Rob Morgan y la cantante Mary J. Blige.

Mulligan siempre está bien, incluso cuando cree que no, Jason Clarke podría haber aportado más, Hedlund lo intenta pero sigue tirando de poses y gestos para la cámara, mientras que Mitchell ofrece un trabajo irregular, con escenas más creíbles que otras. Aun así, como digo, el reparto es una de las razones para defender 'Mudbound', tiene instantes poderosos pero los subrayados dramáticos y las desafortunadas decisiones narrativas de la directora entorpecen la experiencia, que no llega a ser tan inmersiva e interesante como pretende. Pesan los 134 minutos.

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