'Rambo: Last Blood' aparca la personalidad de su protagonista para ofrecer otro refrito de 'Venganza'

'Rambo: Last Blood' aparca la personalidad de su protagonista para ofrecer otro refrito de 'Venganza'

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Rambo

Sylvester Stallone ha retomado a su personaje más paradigmático junto a Rocky algo más de diez años después del ultraviolento regreso del antihéroe traumatizado, en una época en la que también rubricó un poco su propio regreso como actor con aquella epopeya selvática de 'John Rambo'. Stallone retoma al personaje con una historia de venganza que, lejos de inyectar nueva savia en el personaje, lo convierte en un héroe de acción más.

Puede que en la época de las tres primeras Rambo y sus desvergonzados aparatos propagandísticos, una historia como la que propone 'Last Blood' hubiera sido vista como un torbellino de originalidad. Pero llega en 2019, cuando ni los héroes maduros, ni la visión crepuscular del mito ni las venganzas desnortadas a poco que le tocan un pelo a un familiar son ya especialmente novedosas

De todo ello hablamos en nuestra videocrítica de 'Rambo: Last Blood', donde revisamos la trayectoria del héroe desde la mítica 'Acorralado'. De soldado con síndrome de estrés postraumático a símbolo de la política exterior reaganiana a, en los últimos años, proscrito indomable y, finalmente, padre putativo con sed de sangre. Y esta es la vez que menos nos ha convencido. 

'Rambo: Last Blood': Solo en casa, pero con racismo

Se está subrayando por todas partes, y con razón, que lo mejor de esta nueva entrega es el tramo final, cuando la venganza se ejecuta con una serie de trampas y gadgets que convierten el refugio de Rambo en poco menos que una prolongación del hogar de Kevin en 'Solo en casa'. Solo que esta vez no intentan atraparlo dos ladrones, sino un ejército de tratantes de blancas mexicanos comandados por Sergio Perís Mencheta y Óscar Jaenada.

Sin duda, esa parte es la más fea del conjunto: sin ningún pudor (y quizás sin demasiada consciencia) la película hace suyas las tesis de Dondal Trump y pinta a todos los mexicanos como ladrones, violadores y el otro lado de la frontera como poco menos que el Páramo de Mad Max. No es extraño que Rambo se atrinchere en su rancho cien por cien americano a esperar con el rifle a los latinos.

Menos violenta que su predecesora, pero menos caricaturesca en sus secuencias de acción y, por tanto, también menos divertida, 'Rambo: Last Blood' es un aldabonazo no demasiado digno para la serie. Los fans de Stallone y del personaje, no obstante, sabrán encontrarle innumerables puntos positivos a la fiesta. Al fin y al cabo, es Rambo, un montón de villanos y cientos de trampas donde invariablemente van cayendo los incautos que quieren acabar con él.  

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