Los parques temáticos son un lugar en el que evadirse de la realidad por un día y viajar a otros mundos. Ya sea la galaxia de 'Star Wars', reinos mágicos o parajes exóticos que alejen del mundo urbanita, lo que se busca es desconectar. Para los americanos, en cambio, Freedomland U.S.A. quedaba demasiado cerca de casa.
Era toda una celebración de la cultura americana de los 60 que debería haber resonado con su público. Su tamaño era más grande que Disneyland California, tenía más de cuarenta atracciones y sus ambiciones eran altas. Pero aún con todo ello, no llegó a durar ni cinco años.
Mirándolo en restrospectiva, es fácil imaginar por qué. Freedomland no era demasiado diferente a otros parques en el planteamiento general, había montañas rusas, lugares de interés en los que hacerse fotos, espectáculos que ver y sitios para comer y beber. Pero solo había que echar un vistazo para descubrir que su temática histórica lo convertía en algo muy diferente.
Una de sus atracciones eran unos teleféricos que emulaban vagones para trabajar en las minas, otra era un paseo en una barca por el río Mississippi mientras veía decenas históricas de nativos americanos. En otra de sus zonas, llamada ‘The Great Plains’, se encontraba la clásica galería de tiro de las ferias, junto con una recreación de un fuerte y de una granja de principios del siglo XIX.
Situado en el barrio de Baychester, en el Bronx, Freedomland era un parque de descomunales dimensiones (sus 85 acres equivalen a 35 hectáreas) situado en plena ciudad, pero su temática no podía ser menos urbana. Sus seis áreas contiguas formaban un mapeado de silueta similar a la del propio país, y su decoración lo asemejaba al look de un set de rodaje. La intención aquí era celebrar la herencia americana. Una de sus zonas, Old Chicago, era un homenaje al viejo Oeste. El área de New Orleans, por otra parte, estaba en perpetua celebración del Mardi Gras.
Su enfoque histórico no siempre casaba bien con su condición de parque temático. Había ciertas "licencias históricas" que se tomaban aquí y allí. Como una zona llamada Satellite City dedicada enteramente al futuro y con un ovni incluído. Otra de las atracciones más conocidas era 'San Francisco Earthquake', una travesía interior de vehículos que pretendía simular el muy real terremoto que tuvo lugar en los 1900s y que acabó con la vida de más de 3.000 personas. Además de tener su propio departamento de policía y bomberos, el parque celebraba anualmente “Miss Freedomland”, un concurso de belleza de entre chicas jóvenes, que se decía que desembocaba en carreras lucrativas en la moda.
Un ex-empleado de Disney al cargo
Detrás de esta iniciativa estaba CV Wood, empresario y ex-miembro de Disney. Tiempo atrás, Wood había sido uno de los principales desarrolladores en la construcción de Disneyland Anaheim, pero diferencias ideológicas con "el tío Walt" hicieron que acabaran despidiéndolo. Por despecho o por ambición, Wood no tardó en tener su propia empresa, Marco Engineering, y se llevó a otros miembros de Disney con él a emprender su proyecto.
Los planes fueron anunciados en 1957 y la construcción empezó poco después. Se lo llegó a considerar "el Disneyland del este", y los ambiciosos planes costaron 65 millones de dólares. Su agresiva campaña de marketing y el boca a boca reunieron a 61.000 personas el día de su inauguración. Hasta 150 celebrities del momento fueron invitadas, como Louis Armstrong, Bobby Darin o Henry Fonda. El cantante Pat Boone fue el encargado de cortar el lazo.
No le faltaron desde luego ayudas para salir adelante. Cada zona del parque contaba con su propio sponsor, desde empresas de cerveza a cadenas de supermercado, que entre atracción y atracción ponían algún que otro cartel y vendían sus productos por la zona. A pesar de la parafernalia y del interés inicial, la pompa se fue desinflando rápido, las cifras de visitas no llegaban a las expectativas de la compañía. A final de la temporada de 1961 tenían deudas de 8 millones de dólares, y estas se fueron acumulando hasta que el parque tuvo que cerrar en 1964.
Esta rareza, que seguramente a duras penas habría sobrevivido en nuestros tiempos, terminó de forma muy prematura en el suyo, pero dio a cambio otra cosa eminentemente norteamericana: las conspiraciones. Solo 6 meses más tarde de echar el cierre, un proyecto inmobiliario se anunció en la zona, en lo que muchos han sospechado desde entonces que era una treta legal para mantener el terreno, y el verdadero propósito detrás del parque.
Co-op City, como se llamaría, acabaría siendo una de las mayores cooperativas de viviendas de clase media de Estados Unidos. Con más de 15.000 unidades residenciales, e instalaciones como centros comerciales y escuelas. Los datos censales más recientes indican que este este barrio hospeda hoy alrededor de 50.000 personas, haciendo de él un proyecto mucho más lucrativo que el parque de atracciones. CV Wood murió en los noventa dejando como legado de su parque estos grandes rascacielos. Y esta curiosidad de la historia de los parques temáticos se fue así como llegó, pensando en el dinero.
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