'Carter' quiere romper moldes con una narrativa de videojuego pero no está a la altura: la película de Netflix acaba siendo una mareante barraca de feria

'Carter' quiere romper moldes con una narrativa de videojuego pero no está a la altura: la película de Netflix acaba siendo una mareante barraca de feria

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Carter

Desde que Hitchcock popularizara con 'La soga' las películas grabadas en un solo plano (con trampas), el cine se ha dejado llevar por el encanto de los planos secuencia de inicio a fin, con buenísimos resultados en pequeñas maravillas en las que aporta narratividad como 'Hierve', 'Más allá de los dos minutos infinitos' o 'Utoya 22 de julio'. Tristemente, en 'Carter' es más una distracción y un intento fallido de su director, Byung-gil Jung, por demostrar que es capaz de filmar algo que la película no pide y para lo que no está capacitado.

Hardcore Carter

Tomar prestada la narrativa del videojuego no es algo que solo se le haya ocurrido a 'Carter': sin ir más lejos, 'Predator: la presa' es prácticamente una adaptación de 'Horizon Zero Dawn' o 'Tomb Raider'. Sin embargo, con quien tiene más en común es con una película de 2015 dirigida por Ilya Naishuller, el creador de 'Nadie': 'Hardcore Henry', una absoluta locura en primera persona a la que solo le faltaba poder apretar los botones del mando.

Sin embargo, 'Carter' fracasa donde acertaba aquella, que era consciente de tres cosas: el chiste no podía durar mucho sin hacerse repetitivo, la trama tenía que ser una simple excusa y la cámara debía moverse lo justo y necesario. La película surcoreana desoye las enseñanzas de 'Hardcore Henry': dura dos horas y cuarto, le puede la ambición argumental y la cámara parece heredera de la Olla Loca de la Feria.

Carter 2

A la película de Netflix le sobra intentar ser épica a toda costa y mostrar el valor de su director en todo momento y centrarse en el tipo de película que se está contando. Su imitación del videojuego lleva incluso a calcar las pantallas de carga: escenas absurdamente largas en las que la acción de la película se convierte en un CGI de tercera división que une las escenas reales y mantiene la ilusión del plano secuencia hasta que el espectador ya no puede más. Entre el bamboleo continuo de la cámara, los planos con drones y los intermedios, es probable que llegues al final cansado físicamente. 'Carter' es un maratón cinematográfico que exige de ti más de lo que está dispuesto a darte.

La trama imposible

'Carter' no se conforma con ser una película de acción en un solo plano repleta de escenas imposibles y movimientos coreografiados sacados de un videojuego normalucho, no: además, se empeña en que la trama esté repleta de giros, identidades secretas y sorpresas imposibles que terminan molestando más que aclarando. ¿Francamente? Una simple persecución habría sido más honesta consigo misma que su argumento postpandémico repleto de vueltas de campana que, a partir de la segunda, pasan a ser rutinarias.

Carter 3

Lo mismo pasa con las escenas de acción: al contrario que en, pongamos, 'Misión imposible', la irrealidad estética -al margen de la realidad de los números acrobáticos- resta. Su identidad propia se basa en el mareo constante rodeando cada uno de los planos, sin dejar que la acción pueda centrarse ni un momento. Es, por así ponerlo, como el temblor de 'El mito de Bourne' multiplicado por quince.

'Carter' es una película en la que es difícil quedarse en un punto medio: o amas su propuesta loca e imposible por su estilo propio con todo lo que ello conlleva, o no la aguantas. Personalmente, la cinta me parece muy disfrutable hasta que se va de madre: la pelea en los baños, la persecución por la ciudad y el lío con las dobles identidades se sienten únicos y no rompen el pacto ficcional con el público. Después, hay que hacer un ejercicio consciente para seguir en la película, tan abrumadora como aburrida.

Aburrido de tanto tiro

En pantalla están pasando todo tipo de locuras: un tren, tres helicópteros, peleas a varios metros de altura, coreografías varias... Y tú, como espectador que lleva dos horas de acción sin respiro (más que para aclarar un argumento imposible) solo quieres que llegue el final. 'Carter' es mucho más emocionante sobre el papel que en la pantalla, y su exceso acaba siendo contraproducente, algo que sumado a su propia norma del plano secuencia continuo acaba produciendo más mareo y dolor de cabeza que placer visual.

En 'La soga', por los medios del momento, Hitchcock tenía que cortar acercándose a la chaqueta de alguien para cambiar de rollo y salir de la misma. Han pasado los años, pero los falsos planos secuencia, pese a actualizarse, se notan incluso más falseados. En el caso de 'Carter', el CGI usado para ir de una secuencia a otra cae en momentos de auténtica vergüenza ajena, como si faltara alguien en el equipo que dijera "Oye, vamos a darle una vuelta porque no tenemos el presupuesto para hacerlo como lo tenemos en nuestra cabeza". La idea del único plano lastra una cinta con mejores intenciones que acabado.

'Carter' quiere romper moldes, pero acaba siendo un dolor de cabeza solo apto para los espectadores más ávidos de nuevas experiencias cinematográficas. Al final, el ritmo y el tono del videojuego estaba mejor llevado en 'Hardcore Henry' (que, además, no cambiaba de puntos de vista como la cinta coreana hace) y la trama no justifica las dos horas y cuarto de película, por muy espectacular que quiera ser. Lo intenta, sí, pero eso no es suficiente para estar a la altura.

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