'Superfumados', oda idiota a la idiotez

'Superfumados', oda idiota a la idiotez
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A Judd Apatow hay que reconocerle inteligencia. Consciente del actual estado del cine, en el que los productos de rápido consumo y disfrute inmediato reinan las carteleras (sobre todo en el cine de evasión), se marca con cada nueva producción un nuevo tanto, dándole al público lo que éste precisamente reclama. Conocedor de la simple clave del éxito, que empezó en series de televisión con series como ‘Freaks and Geeks’, ha tenido la suerte, o el buen ojo, de llevar a buen puerto (económico) todos aquellos productos en los que ha metido mano. Desde la fallida ‘Virgen a los 40’ a la estúpida ‘Lío embarazoso’, films dirigidos por él, pasando por una serie de producciones en las que se nota su mano, caso de ‘Supersalidos’ o la que nos ocupa, ‘Superfumados’. Es evidente que el título en nuestras tierras es para relacionar la película con el superéxito dirigido por Greg Mottola, y de paso intentar correr la misma suerte.

Pinneapple Express es su título original, y evidentemente mucho más acertado. Está dirigida por David Gordon Green, director de corte independiente, al que un producto fabricado en Hollywood le sienta demasiado grande. No obstante, y por mucho que las producciones Apatow estén dirigidas por otros realizadores, se les nota su sello personal, tanto que el trabajo del director casi queda invalidado. Apatow es algo así como el Jerry Bruckheimer de las comedias.

‘Superfumados’ no tiene guión. Su historia se resume en la odisea que viven los dos personajes centrales del film, Daul Dale y Saul, cuya relación se basa en que el segundo suministra marihuana al primero. Uno de ellos es testigo de un asesinato, y se verá obligado a huir junto a su “nuevo amigo” de un importante traficante de drogas. La realidad será mucho más alucinante que los efectos de cualquier porro que se puedan fumar. Seth Rogen, además de reservarse uno de los papeles principales, ejerce labores de guionista junto a su inseparable Evan Goldberg, partiendo de una historia escrita por ellos y, cómo no, el propio Apatow. Pero el film es un caos total, y sobre todo adolece de algo que sufren todas las producciones Apatow: es demasiado largo. Al igual que Bruckheimer realiza films de acción que se hacen eternos, las comedias de Apatow son insufribles porque al alargar todas y cada una de sus situaciones, sus carencias salen a flote de forma indiscriminada.

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Al no existir una trama realmente interesante, y que curiosamente la acerca a las buddy movies que se realizaban en los años 80 (con escenas de acción incluidas), se opta por narrar las relaciones de amistad masculina, y de paso hablar sobre cosas como la inseguridad, la inmadurez o el sentido de la responsabilidad que se debería tener a cierta edad. El problema es que nada es creíble, algo que le suele pasar mucho a Apatow. Los treintañeros de esta historia no suenan a verdad, ni siquiera se hacen cercanos. Sólo se conocen de sus intercambio de dinero por droga, y de repente y por culpa del lío en el que se ven metidos, ya hablan de sentimientos como si se conocieran de toda la vida. Y a pesar de que todo puede achacarse a los efectos de la marihuana (maravillosos, por cierto), el film no carga demasiado las tintas en este aspecto, quedándose corto en más de una ocasión, por no hablar de lo moralizante que resulta, contradiciendo en buena parte todo lo mostrado con anterioridad. Intenta ser políticamente incorrecto para terminar siendo justo lo contrario.

La puesta en escena del director es probablemente lo mejor, manejando cada situación alejándose de todos los tics actuales de este tipo de cine (atención a cierta espectacular persecución de coches, en la que se opta por la sobriedad en lugar de marear al personal). También encontramos que los personajes secundarios son mucho más interesantes que los principales (otra de las señas de identidad de los productos de la factoría Apatow). Dos matones que siempre discuten por la falta de confianza, o un amigo de los protagonistas, que parece ser inmortal, tienen mucho más que decir que los dos idiotas centrales. El problema es que sus participaciones terminan alargándose más de lo necesario, llegando los chistes a ser cansinos. Por otro lado Gordon Green se las ve y se las desea para intentar controlar a las dos estrellas de la película, Seth Rogen y James Franco, que están literalmente insoportables en sus roles, abanderados de la idiotez más supina.

‘Superfumados’ fracasa en casi todo. Ni sus disertaciones sobre la amistad masculina producida por la empatía que se siente tras consumir drogas, ni las posibles lecciones morales que se intentan desprender de ello, calan lo suficiente en el aburrido espectador. Apatow pronto pasará de moda, y sus películas no serán recordadas, ni siquiera estará claro si las dirigió él o no.

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