'Vigilante', un sórdido thriller de explotación con la personalidad de William Lustig y un fantástico reparto

'Vigilante', un sórdido thriller de explotación con la personalidad de William Lustig y un fantástico reparto

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Vigilante

Tras un par de acercamientos al cine porno y un debut tan enfermizo como 'Maniac', William Lustig daba un nuevo paso hacia el frente con su siguiente película. 'Vigilante', un venenoso retrato de venganza y podredumbre institucional que no dejaba títere con cabeza.

La venganza es mía

Cuando a mediados de los 70 llegó el 'Asalto a la comisaría del distrito 13' de John Carpenter, la justicia urbana estaba ya a pleno rendimiento. Un par de años antes había llegado 'El justiciero de la ciudad', la popular película con Charles Bronson que terminaría convertida en un mar de secuelas, autoexplotación y un cachondo remake. Aquella adaptación de la novela de Brian Garfield ya hurgaba en una herida urbanística que lamentablemente aún no se ha cerrado. Ahora hay más bares de diseño, más cafeterías coquetas y restaurantes veganos, pero el peligro sigue ahí.

Aquellas malas calles de la Nueva York de principios de los 80, hogar de un montón de indeseables, también fue el hogar de un puñado de cineastas que dominaron con puño de hierro la calle 42 y alrededores. Frank Henenlotter, James Glickenhaus, Larry Cohen, Bill Lustig... tipos duros que no se andaban con hostias ni tenían tiempo que perder. Afortunadamente para nosotros, simples mortales espectadores, ese tiempo lo emplearon en entretenernos.

'Vigilante' es una de las más peligrosas y envenenadas muestras de ojo por ojo que aquella serie b iba regalando puntualmente. Willie Colón de líder pandillero, Joe Spinell de corrupto defensor, Robert Forster sufriendo con carisma y el siempre insoportable Fred Williamson aprovechando la mínima oportunidad para sacar a relucir sus sospechosas artes marciales formaban su magnífico reparto.

Vigilante Posters

Jay Chattaway, habitual colaborador del cineasta y que al igual que Lustig había debutado con 'Maniac', ponía música a una pesadilla ultraviolenta que no hacía rehenes. Es triste que 40 años después aún siga inédita semejante colección de ramalazos sintetizados de altos vuelos.

En 'Vigilante' Lustig cambia de registro, pero no de formas. Pasamos del slasher a un thriller de acción que se mantiene fiel en todo momento a su visión mugrienta y despiadada de la ciudad que le ha visto crecer. 'La película, como reza su título, forma parte de un subgénero controvertido, siempre en boga y cada vez menos "comprendido". Para que no falte de nada en la película, el director también se mete entre rejas para dejar un par de momentos memorables, aunque aún no tan rotundos como lo que estaría por venir poco después. Pero de 'Maniac Cop' ya hablaremos en su momento.

A finales de los 70, en Nueva York, se fundó una organización con el nombre de Guardian Angels. Se trataba de una milicia desarmada formada por voluntarios que comenzó a realizar patrullas ciudadanas para combatir la violencia. El entonces alcalde Ed Koch se opuso a su existencia antes de cambiar de opinión con el tiempo al comprobar que la organización estaba haciendo un trabajo que la policía ya no proporcionaba entonces.

Vigilante Forster

Tras interponerse en una gasolinera ante unos matones que maltrataban a un anciano, Vickie Marino (Rutanya Alda) es brutalmente agredida en su casa por la banda de delincuentes. Durante el asalto, su bebé muere (en una escena realmente impactante) y ella resulta gravemente herida. Destruido por la incompetencia del poder judicial, la impotencia de la policía y la corrupción que azota a la ciudad de Nueva York, su esposo, Eddie Marino (Robert Forster), termina por unirse a un grupo de justicieros que practica esa misma autodefensa.

William Lustig despliega sus fabuloso talento narrativo con una puesta en escena precisa que busca el impacto. Casi 40 años después de su estreno, 'Vigilante' se mantiene intacta. Tal vez estemos ante la verdadera obra cumbre de un cineasta que supo moverse mejor que nadie entre la ira y el espectáculo en aquellos violentos años 80. Robert Forster y Fred Williamson, figuras clave en el exploited a lo largo de los años, son las dos caras de la misma moneda: la de la venganza sin miramientos. Su discurso, siempre de cara, remueve incluso los traseros más conservadores. Una grandísima película, sí.

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