'WAZ', la fórmula del desamor

'WAZ', la fórmula del desamor
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'Seven', a pesar de no ser el colmo de la originalidad, creó escuela. A partir del estupendo film de David Fincher casi todos los thrillers que se hacían intentaban de una u otra forma copiar alguno de sus elementos. Por supuesto, y como ocurre siempre, no conseguían si quiera llegarle a la altura de los zapatos a esa película que por derecho propio forma parte de los títulos más famosos de la década de los 90 (y eso que tiene graves deficiencias en las escenas íntimas, para las que por aquel entonces Fincher aún estaba muy verde). Doce años después, los thrillers sobre asesinos psicópatas siguen tomando como ejemplo aquella película.

'WAZ' es una de ellas. La película narra las andanzas de un veterano detective, que ha vivido de todo y está muy harto de muchas cosas, que junto con su joven compañera investigan una serie de brutales asesinatos que tienen como víctimas a los miembros de una peligrosa banda local. El asesino les somete a un juego cruel en el que son torturados de forma salvaje. El dolor parará si aprietan un interruptor, el cual hará que un ser querido muera electrocutado.

¿Cuánto dolor físico seríamos capaces de soportar con tal de no matar a uno de nuestros seres queridos? Ésa es una de las absurdas preguntas que lanza la película. Es evidente que hablamos de una película, pero todo aquel que tenga que pasar por lo que pasan las víctimas del asesino de este film (y aquí podría nombrar tres palabras y que vuestra imaginación vuele: clavo, uña, martillo) no dudaría ni un segundo en apretar dicho interruptor para freír a quien fuera. Por mucho amor que sintiésemos por la persona que tuviésemos delante, el dolor sería tan inaguantable que no tendríamos otra opción que hacerlo. De hecho, el asesino sólo te permite esa opción. Por supuesto, en la película hay otra salida para la víctima, que es precisamente lo que ocupa la parte final de 'WAZ', y que no vamos a desvelar. Pero el tortuoso camino que hay que recorrer para llegar a esa opción, se me antoja difícil de creer.

Tom Shankland, director de series de televisión y telefilms, se muestra nervioso con la cámara, quizá demasiado. Intenta captar el lado sucio y oscuro de los personajes con una puesta en escena realmente desasosegante, sin lograr transmitir ni incomodidad ni tensión. Hay cierta atmósfera de irrealidad en todo el conjunto que no termina de cohesionarse bien con la historia. Los ambientes nocturnos de una ciudad que nunca duerme son el escenario de una historia que tiene algunos puntos de interés, pero que enseguida se desmorona. La investigación policial, en la que prácticamente todo parece forzado, no engancha lo suficiente en el espectador como para que éste se sienta atraída por la misma. Ni siquiera la relación entre los dos personajes centrales, poli veterano, poli novato, está bien mostrada, cayendo en los clichés de siempre.

Pero no es 'Seven' la única referencia de esta película. En los momentos más sangrientos, por así decirlo, recuerda irremediablemente a 'Saw', llegando a ser mucho más bestia. Y es que la película necesita recurrir a escenas fuertes, demasiado fuertes, para llamar la atención de un aburrido espectador. Evidentemente, causa repulsión. La otra referencia es argumental, y es un parecido demasiado sospechoso. SPOILER. El asesino es una mujer que tiempo atrás fue violada y torturada. Ahora en venganza, va ajusticiando a cada uno de los que participaron (y que por culpa de unas chapuzas cometidas en la investigación, salieron en libertad), con lo que nos hace pararnos a pensar en las motivaciones del asesino. ¿Se merece esos hijos de puta lo que les está pasando? Clint Eastwood habló de lo mismo en la estupenda 'Impacto Súbito' donde esta cuestión estaba mucho mejor planteada. En 'WAZ' recurren a varias trampas narrativas, con lo que terminan siendo maniqueos. Y ya no voy a hablar de la sorpresa final, que tiene que ver con el personaje central, un detalle que bien podrían no haberlo ocultado, pero han preferido jugar con el espectador. FIN SPOILER.

Respecto a los actores no hay mucho que decir. Stellan Skarsgård parece un poco adormilado, y creo que desaprovecha un papel ciertamente interesante. Melissa George simplemente se limita a salir en la película. Y Selma Blair decepciona un poco con su descolocado personaje. Los secundarios realizan tópicas intervenciones, sobre todo la de cierto científico que parece sacado de un tebeo.

Al final, y a pesar de los intentos de sorprender, nos queda la sensación de haber visto la película de siempre, sin nada nuevo que ofrecer ni haciendo interesante lo ya visto mil veces. Un film muy flojo que muy pronto se convertirá en carne de videoclub o de animal de carga. A gusto del consumidor y las posibilidades de su bolsillo. En Blogdecine:

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