Récords y ocaso zombi: así ha respondido la audiencia a los diferentes arcos de 'The Walking Dead'

Récords y ocaso zombi: así ha respondido la audiencia a los diferentes arcos de 'The Walking Dead'

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Récords y ocaso zombi: así ha respondido la audiencia a los diferentes arcos de 'The Walking Dead'

El estatus de serie reina de la televisión por cable de ‘The Walking Dead’ se tambalea. Todo es relativo y sus números siguen siendo fuertes si se comparan con los de algunas series de género que se consideran éxitos sin paliativos en sus cadenas. Aunque la temporada 9 de la pesadilla post-apocalíptica no acaba de responder a las expectativas puestas en su reinicio parcial, sigue siendo superior a las de otras como ‘American Horror Story’ (2010-) que tampoco es mucho menos longeva.

Los tiempos de los récords han pasado y, aunque en AMC siguen mirando la franquicia como una mina de la que extraer durante años, no es probable que vuelva a alcanzar sus números dorados nunca más. Analizar las razones de su auge y caída podría ser reiterativo y tedioso para cualquiera que haya seguido la evolución del programa y enumerar las posibles causas es un ejercicio estéril cuando hay demasiados factores, desde el hartazgo zombie a la sobreexplotación con ‘Fear the Walking Dead’, a tener en cuenta.

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Sin embargo, es posible observar el desarrollo de la serie en perspectiva en relación a un factor fundamental. Sus arcos argumentales, sus temporadas y sus grandes eras. No todo se reduce a temporadas, sin embargo, ya que en ocasiones muchos argumentos se acababan desarrollando durante al menos temporada y media. Vamos a recuperar los grandes bloques temáticos dentro de ‘The Walking Dead’ que han marcado de una manera u otra su respuesta del público.

La etapa Darabont

El cineasta que mejor ha entendido a Stephen King en el cine se encargó de llevar a la pantalla pequeña las primeras aventuras de Rick Grimes, el oficial de policía que despierta de un largo estado de coma para encontrarse que el mundo está devastado e invadido por zombis. Su viaje a Atlanta para encontrar a su familia, el primer asentamiento, la conclusión en el búnker del gobierno se agolpa en los seis primeros capítulos, que alcanzaron una media de 5,24 millones de espectadores, pero en su episodio final llegó casi a los 6 millones, rompiendo récords de la televisión por cable de ese momento.

Era la explosión de las series y aún no se había llegado a considerar esos mismos números como un fracaso, pero la ruta estaba fijada en vertical. El interés por explorar el mundo lleno de muertos vivientes generaba intrigas y dudas, preguntas sobre el estado de las ciudades, cuántos supervivientes quedan en el mundo… había todo un universo por descubrir y la idea de una serie de zombies no solo interesaba ya a los fans de su origen cinematográfico, el universo de George Romero, sino que personas que incluso no estaban interesadas en el terror se acercaban.

Y así, la segunda temporada comenzó con 7 millones de espectadores para acabar en un pico de 10. Muchos interesados en la primera dijeron aburrirse con su trama en la granja y su inicio a fuego lento, pero lo cierto es que acabó duplicando los números del piloto. La mano de Darabont se notaba y, el twist de mitad de temporada cogió por sorpresa a muchos, que además pudieron empezar a ver el cambio en el personaje de Rick, tocado por la traición de su viejo amigo Shane y el mundo lleno de desalmados que se había enraizado en la Norteamérica marchita.

La cárcel y el gobernador.

La marcha de Darabont fue algo así como el pan para hoy y hambre para mañana de ‘The Walking Dead’. AMC, consciente de las estadísticas, puso toda la carne en el asador y concibió la serie como grandes odiseas de 16 episodios. Casi el triple que la primera. Un movimiento de ambición que banalizó la concepción de calidad cinematográfica del anterior showrunner y estableció un menú del día con suficiente proteína para enganchar y grandes escenas de acción en episodios clave para generar la impresión de escala ambiciosa.

No salió mal la jugada y los números respondían. Un salto de 10 millones a 12 en el final de la temporada seguía abriendo bocas y generando dinero. La llegada de Michonne, presentada con efecto dramático a modo de Barbara Steele en ‘La máscara del demonio’ ( La Maschera del Demonio, 1960) pero con dos zombies en vez de dos grandes dogos, creó un nuevo interés en el universo que presentaba. Supervivientes que ya habían capeado el asunto de los muertos y se habían convertido en auténticos cazadores de la nueva tierra.

El arco de la cárcel triunfó pero la cuarta temporada notó un pequeño bajón cuando acabó el arco del gobernador. La primera mitad fue un anticlímax absurdo respecto a la escalada final de la anterior temporada, y volvieron a repetir la operación con un episodio mid season reiterativo que ya avisaba de algunos malos hábitos de los productores de la serie. Por primera vez, la serie marcaba un número inferior al dato de la premiere. La muerte de Hershell bajó los 16 millones de inicio a algo más de 15, pero no era una alteración significativa.

Nómadas entre Términus y Alexandría: la edad dorada

Otro patrón habitual en la serie es que media temporada suele ser mejor que otra. La primera mitad de la cuarta se estancó en la cárcel inventándose una subtrama de relleno con una gripe zombie sacada de la manga que hizo que la salida de los personajes al mundo infectado en la segunda parte fuera como combustible para la trama. Mucho más interesante, la serie abrazaba el potencial aventurero de un terreno postapocalíptico y comenzaba su mejor etapa. No respondió así de bien el share, arrojando un dato inferior al piloto de la temporada 4.

Pese a ello, el famoso “no saben con quién coño están jugando” de Rick del final de temporada tuvo su efecto y la temporada 5 empezó con el mayor dato de audiencia de su historia. 17’2 millones vieron cómo Rick, Daryl y compañía se libraban de los asesinos de términos aplicando todo lo que habían aprendido en su duro camino hacia ese momento. En Variety aclamaron este momento afirmando que la serie era “una descarga de adrenalina deslumbrante llena de suspense, violencia justa y, antes de que todo haya terminado, emoción genuina imbuída de toques cinematográficos”.

El grupo fragmentado, los caníbales organizados y el grupo encaminándose a Alejandría, con una segunda mitad integrándose en la comunidad de forma un tanto peculiar. La comandita de Rick se ha convertido en el peligro, un concepto que se reutilizará a menudo posteriormente, pero que sólo aquí tuvo una introducción natural. Lo importante es que es quizá la única temporada en la que ninguna mitad flojea, que se mantiene sólida y funciona de principio a fin. Pese a todo, sufrió una bajada de dos millones en su final de temporada, con un Rick asesino completamente fuera de sí que no todos acogieron de la misma manera.

La primera mitad de la sexta se centraba en los problemas para establecerse en la zona segura de Alejandría y la comunidad se enfrenta a una serie de crisis, manadas masiva de caminantes, saqueadores con el sobrenombre de los Lobos y la invasión de un enjambre de podridos dentro de la pequeña comuna. Y es esa gran escalada en la que encontramos una excitación ascendente, sumada a grandiosas secuencias de zombies que suponen el techo de la serie a nivel de escala y acción. Sin embargo, las cifras no estaban en su tope, aunque seguían rondando algo menos de los 15 millones.

Guerra sin cuartel: la era Negan (I)

Y de una gran primera mitad de la temporada 6 a una segunda mitad morosa, estirada y plenamente representativa de lo que sería ‘The Walking Dead’ en su etapa de decadencia. El nombre de Negan empezó a resonar dentro y fuera de la serie como el nuevo gran arco argumental, pero la introducción que pudo hacerse en dos episodios llevó ocho. Ocho gritando “que viene Negan” y creando una expectativa brutal que, capítulo a capítulo, iba encontrándose con la realidad de que no había algo consistente cada semana.

Eso, sumando a algunas tácticas de cliffhanger cada vez más centradas en si moría o no un personaje –en la sexta temporada hicieron el amago de Glenn, Carl y Daryl- creó una sensación de desconexión de la serie con su propia naturaleza. Los zombies pasan por allí, son solo una amenaza cuando lo requiere el guion y como aseguraba George Romero, se empezó a convertir en “una telenovela con zombis”. Por ello, la táctica de la cadena de elongar al máximo el chicle para preparar la gran trama de Negan, una de las más importantes del cómic, acabó por pasar factura.

Un espejismo hizo comenzar la temporada 7 con muchísima audiencia, como no se había visto desde el piloto de la quinta. Pero supongo que esos 17 millones de espectadores estaban pendientes de quién de los personajes iba a matar Lucille, después de la escalofriante presentación de Negan en la conclusión del año anterior. Tras una campaña de publicidad de un gusto terrible, centrada en el ¿Quién morirá?, el esperado episodio creó mucho revuelto de estómago, pero no logró enganchar. Por delante quedaba la temporada más tediosa de TWD.

Too Little, Too Late: la era Negan (II)

Idas y venidas al santuario de los salvadores, visitas de Negan que se repetían una y otra vez, olvidos sin excusa a personajes emblemáticos como Carol, intensidad emocional sin filtro y acción zombie incluida de forma forzada parecían decir al espectador que si esta era la gran temporada de guerra basada en el mejor arco del cómic, algo estaba muy mal en la sala de guionistas. En realidad, todo responde a esa estupenda capacidad de vender el oro, venerarlo e idolatrarlo hasta tal punto de que la acción se estanca en la propia contemplación de su criatura de AMC.

El proteccionismo con el material de origen en los tebeos llevó a la cadena a crear periodos de espera inusuales en una serie que además de drama, se supone que debe llevar terror, aventura y acción. Demasiados episodios autoconclusivos que daban vueltas sobre lo mismo, con intención de despistar a los espectadores hasta el siguiente plato fuerte. Pero la gente no es idiota y ‘The Walking Dead’ comenzó una imparable caída en picado que ya no podía salvar ni una primera mitad de la temporada 8 funcionando como elipsis para llegar directamente a los tiroteos, ni la promesa de un gran enfrentamiento de Rick y Negan.

Aunque más entretenida, las soluciones de muchos guiones, incluso la ejecución, eran a veces rutinarios y ridículos, y muchos de los telespectadores no acababan de asimilar el tono de serie B en el que se estaba enfangando la serie. Matar a Carl, redimir a Negan, enfrentar a Daryl y Rick… intentos a la desesperada de levantar los números que pasaron de 11 millones del final de la séptima a 7,9 en el de la octava, los datos más bajos desde 2011. Y la futura revolución en la serie no pinta mejor.

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“Revolución” y futuro

El estreno de la temporada nueve fue el episodio con la audiencia más baja en la historia de la serie. Los últimos tres nuevos episodios de ‘The Walking Dead’ han sufrido una caída del 19 por ciento desde la premiere. Esto deja los datos a cinco millones, es decir, nunca, desde que empezó, ha estado a esos niveles. Lejos de preocupar a la cadena, la agenda zombie incluye muchas más temporadas, más spin offs e incluso películas. Confiando en algún tipo de alquimia oculta, o qué sé yo, tratarán de recuperar al público aburrido de zombies con más y más zombies.

A modo de tratamiento homeopático, la idea de dejar marchar a Andrew Lincoln y Lauren Cohan plantea un escenario que hace dos temporadas habría sonado a carta suicida. Sin embargo, el reinicio, con una atención especial por narrar un nuevo amanecer de la humanidad, con temas comunes de reconquista americana** a través del género Western** sí podrían plantear una ficción interesante, por muy minoritaria que fuera. Si saben aprovechar el planteamiento y se olvidan de antiguos malos hábitos, claro está.

Hay algunas referencias al ‘Apocalipsis’ (The Stand, 1994) de Stephen King, con esa reestructuración de los supervivientes a modo de comunas, con traiciones y deseos ocultos de algunos de sus miembros más fiables y detalles visuales constantes como los cuervos. Lo cierto es que no han tardado dos capítulos en caer e algunos de los clichés de la serie, en especial la época de Alejandría, y parece que no tardarán en llegar los de los salvadores. Por lo pronto la ambición está limitada por el presupuesto y parece que, realmente, el plan es dejar que la serie camine mientras es rentable, hasta que algún ejecutivo piense que ya la han exprimido lo suficiente y se le pueda disparar a la cabeza.

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