'Estoy vivo' cierra una etapa confirmando que es una de las revelaciones de esta temporada

'Estoy vivo' cierra una etapa confirmando que es una de las revelaciones de esta temporada

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'Estoy vivo' cierra una etapa confirmando que es una de las revelaciones de esta temporada

‘Estoy vivo’ era una serie que podía haberse convertido muy fácilmente en un disparate sin pies ni cabeza. Su peculiar premisa se me hacía tan cuesta arriba a priori que tardé mucho en darle una oportunidad. Es cierto que varios integrantes del reparto hacían que sintiera algo de curiosidad y las buenas críticas hicieron que fuera a más, pero empecé tarde y he ido a remolque durante casi toda su primera temporada.

Eso sí, el motivo de ello fue la falta de tiempo -seguro que no soy el único al que no le da la vida para ver todas las series que le llaman la atención-, ya que la sorpresa que me llevé fue tremenda. Lo que encontré en ‘Estoy vivo’ fue una acertada combinación de suspense, ciencia-ficción y ese costumbrismo español aparentemente imprescindible para llegar a ciertos espectadores. Todo eso le ha servido para ser una de las revelaciones de la temporada y su episodio final emitido anoche ha sido un cierre a la altura.

El camino andado

A partir de aquí encontraréis algunos spoilers de la primera temporada en general y del episodio final en particular de 'Estoy vivo'

Hay muchos elementos que ‘Estoy vivo’ podría haber potenciado, pero uno de sus grandes aciertos es prestar una gran atención a todos los personajes en lugar de dar mucha cancha a los grandes protagonistas y descuidar a los demás. De esta forma, ese elemento costumbrista que señalaba antes funciona como motor de sus motivaciones y del progreso de la nueva toma de contacto de Márquez -excelente un Javier Gutiérrez al que quizá estamos empezando a dar demasiado por sentado- con su familia.

A partir de ahí se van construyendo tramas que van desde lo personal hasta lo profesional, todas ellas resueltas con soltura. Aquí incluyo a su hija menor, a quien pensaba que iba a acabar odiando, pero ‘Estoy vivo’ ha conseguido mantener siempre un equilibrio para que no se convirtiera en el elemento más débil -ni siquiera cuando las tramas adolescentes pasan a primer plano- y merece la pena destacar el buen trabajo de la joven Lucía Carabello, quien ha sabido manejar siempre ese toque insoportable que tenía a veces el personaje.

Más allá de eso me ha resultado curioso que lo personal haya funcionado como gancho para interesarnos y los avances en el caso del carnicero como lo que ha conseguido que lo primero no acabe cansando en lugar de ser la verdadera estrella. Un buen ejemplo de ello lo tenemos en el aumento del protagonismo de Sebas cuando descubre el pastel, pues incluso entonces nos atrapa más por la personalidad que ha ido exhibiendo antes y cómo se aplica a su peculiar amistad con un inspirado Alejo Sauras que por su papel en la investigación.

Un final a la altura

Carnicero

‘Estoy vivo’ se ha visto obligada a acelerar el ritmo durante su último episodio para crear esa sensación de urgencia asociada al secuestro de Bea, sin por ello descuidar que otras tramas también lleguen a su punto culminante como el hecho de que Laura -Cristina Plazas también ha hecho un gran trabajo mostrando el sufrimiento de su personaje a lo largo de la temporada sin caer en exageraciones innecesarias- al fin se decida entre Márquez y Santos -curioso que este último no jugase la carta de lo que había descubierto sobre el primero capítulos atrás-.

Lo que quedó algo más en el aire -ya lo zanjan en el epílogo de forma un poco cuestionable- fue esa problemática relación entre David y Susana, la cual siempre se había visto beneficiada por esa increíble naturalidad de la que siempre hace gala Anna Castillo. Es cierto que aquí está algo más limitada que en otros títulos en los que ha participado, pero es asombroso. Y además todo un acierto el haberla vuelto a reunir con Gutiérrez tras la química exhibida entre ambos en ‘El Olivo’.

Marquez

Con todo, el enfrentamiento definitivo contra el Carnicero era en esta ocasión lo realmente importante y es curioso el giro que dan a sus motivaciones para que entendamos que él en realidad no es tan malo. Sí que quizá se había exagerado ese toque siniestro del personaje en la actuación de Mon Ceballos, pero bueno, era una licencia aceptable para que el contrapunto respecto a las tramas familiares y personales fuera más evidente.

Respecto al gran duelo final, es verdad que la parte de acción no está resuelta de una forma memorable, pero la serie siempre ha sido consciente de que su fuerte no era ese sino sus personajes. Aquí tenemos nuevos ejemplos de ello como la pequeña pausa que hace Sebas antes de entrar a matar “cabrones” o el giro que permite que todo cambie y da otra dimensión dramática a una situación que quizá se había quedado un poco por debajo hasta entonces.

Un epílogo algo estirado

Epilogo

Dejando a un lado que los efectos visuales de la series siempre han sido un tanto mejorables -algo que se agudizó en el episodio de anoche-, lo único que realmente llegó a molestarme un poco fue ver cómo se cargaban ese excelente dramatismo conseguido tras la resolución del caso del Carnicero. Ni siquiera hicieron falta diálogos para transmitir muchísimo al espectador, pero dejaba un sabor más agrio que dulce y los responsables de la serie no pudieron resistir la tentación de incluir un epílogo.

Es verdad que era necesario matizar la alegría resultante del cierre del caso, pero se estiró demasiado. Al menos aprovecharon para plantear el escenario para la segunda temporada en dos sentidos, uno más satisfactorio que otro -lo de la nueva misión sonó un poco a pegote en lugar de a tener algo pensado-, por lo que estoy dispuesto a pasar por alto un pequeño desliz teniendo en cuenta todo lo que nos ha dado esta primera temporada. Ahora solamente falta que RTVE confirme su renovación y no nos haga sufrir tanto como hizo en su momento con ‘El ministerio del tiempo'.

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