'Hache': la nueva serie española de Netflix presenta interesantes ingredientes pero le cuesta hacerlos funcionar

'Hache': la nueva serie española de Netflix presenta interesantes ingredientes pero le cuesta hacerlos funcionar

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Cartel Hache

La ficción televisiva española le está funcionando muy bien a Netflix. Títulos como ‘La casa de papel’ o ‘Élite’ se han convertido en fenómenos globales, por lo que es lógico que la compañía aumente su apuesta por las series hechas en nuestro país. El 1 de noviembre llega la nueva propuesta resultante de esa política, ya que es entonces cuando se lanza la primera temporada de ‘Hache’, una serie creada por Verónica Fernández.

Inspirada en hechos reales, ‘Hache’ cuenta el progresivo ascenso al poder de una mujer dentro de una organización criminal dedicada al narcotráfico. El punto de partida es de lo más sugerente y durante los dos episodios que ya he tenido la ocasión de ver está todo muy cuidado, pero que no termina de hacer encajar todos los ingredientes que utiliza.

Unos primeros minutos impecables

Javier Rey Hache

‘Hache’ arranca con una mujer huyendo y refugiándose en un club nocturno. Apenas son necesarios unos minutos para situar la serie de forma impecable en la Barcelona de los años 60 del siglo pasado e ir situando a cada uno de los personajes principales. Uno además entiende muy bien que Malpica (Javier Rey) se fije en Helena (Adriana Ugarte), lo cual desemboca en un encuentro íntimo de lo más peculiar que nos dice mucho sobre quiénes son ambos.

Ni siquiera son necesarios 15 minutos de metraje para asentar las bases de forma impecable, ya que además de plantar las semillas sobre la problemática relación que se va a establecer entre ambos, también se nos dan pequeños detalles sobre las actividades de él al otro lado de la ley. Una presentación en la que todo encaja, siendo esto precisamente lo que la serie no termina de saber hacer en el resto del primer episodio y la totalidad del segundo.

Inicialmente uno puede pensar que se debe a la aparición de nuevos personajes que alejan por momentos nuestra atención de los dos protagonistas, pero una serie necesita algo más que eso y los guiones prestan la atención necesaria para ir incidiendo tanto en el trabajo del cuerpo policial como en los problemas que han surgido dentro del negocio del tráfico de heroína, mientras que en paralelo conocemos más de la delicada situación personal de Hache.

Una cuestión de credibilidad

Adriana Ugarte Hache

Sobre el papel debería ser una serie ejemplar que va encadenando personajes y situaciones de forma adecuada y con un ritmo ágil, ya que ni siquiera se recrea más de la cuenta en la cuidada ambientación. Es cierto que se cuida mucho el vendernos a Helena como una mujer aguerrida e inteligente que sabe muy bien qué hacer para salir adelante, pero lo que no me termina de encajar es la acogida que recibe por Malpica.

Probablemente haya nuevos detalles por desgranar en futuros episodios, pero el vínculo que se establece entre ellos tiene un problema de credibilidad. Que él se preste a correr tantos riesgos para mantenerla bajo su protección es algo que no se plantea de la mejor de las maneras. Sí que le vemos  siempre a él como un personaje con una debilidad marcada y puedo entender que nos quieran vender que ella es su nueva droga, pero las bases de su relación tras ese primer encuentro que no debía haber pasado de ahí me sacan de lo que se nos está contando.

No es que eso lleve a una desconexión total hacia la serie, porque tampoco se puede señalar exactamente que haya algo mal en concreto. El problema es que no termina de conseguir la percepción deseada, ya que simplemente no me lo termino de creer y eso hace que todas las virtudes que exhibe la serie se vean parcialmente dañadas -creo que en parte los recordatorios del personaje de Ingrid Rubio sobre ella son los que más daño hacen a esa imprescindible credibilidad-. Además, ya de entrada sabía que ‘Hache’ va a contarnos cómo crece ella dentro de la organización, por lo que que su entrada en la misma no me cuadre no es precisamente la opción deseada.

Un thriller relajado

Eduardo Noriega Hache

No obstante, soy consciente de que eso es algo que necesariamente se va ir diluyendo a medida que el crecimiento de ella tenga que estar asociado necesariamente a la caída de él. Además, hay una química bastante peculiar entre Ugarte y Rey, ya que son dos personajes dañados por diferentes motivos y eso es algo que uno puede sentir al verlos juntos. Es una lástima que suceda lo que apuntaba antes, ya que los dos actores funcionen bien por separado (sobre todo ella), pero brillan más juntos.

Aparte de eso quizá sí se nota que los tejemanejes puedan resultar algo ligeros para el público actual, pero la escalada de situaciones peligrosas tiene que empezar desde abajo o corres el riesgo de quemarlas demasiado pronto. Tampoco es que haya una falta de intensidad, pero ahí la serie sí que maneja el peligro de una forma diferente a la que esperaríamos de un thriller, es como si fuera algo necesario más que algo que apasione a sus responsables. Esperemos que sea por mantener una línea in crescendo y que todo acabe estallando al final de los ocho episodios que dan forma a esta primera temporada.

En resumidas cuentas

Tras unos grandes primeros minutos, ‘Hache’ baja el nivel y no vuelve a alcanzarlo, pero no por ello penséis que el interés se hunde. Simplemente hay que normalizar las cosas y ahí uno empieza a ver que quizá no sea el tipo de serie que uno espera. Por mi parte, tengo mis problemas con la auténtica base de la relación entre los dos protagonistas y eso me echa para atrás, pero la nueva serie española de Netflix es muy solvente en todos los apartados. Puede que simplemente necesite algo más de tiempo para arrancar.

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