'She-Hulk: Abogada Hulka': las quejas sobre el humor de Daredevil no tienen sentido... a poco que leas los cómics de Marvel

'She-Hulk: Abogada Hulka': las quejas sobre el humor de Daredevil no tienen sentido... a poco que leas los cómics de Marvel

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Daredevil

Desde que se anunció que Daredevil tendría su retorno por todo lo grande, más allá de cameos, al UCM, los fans del Cuernecitos no han parado de pedir un acercamiento al personaje similar al que tuvo en la serie de Netflix: serio, afligido, brutal. El problema es que esta vuelta iba a tener lugar en ‘She-Hulk: Abogada Hulka’, una serie marcada por el humor, la ruptura de la cuarta pared y no tomarse en serio a sí misma. El lío estaba montado… y el problema viene de no conocer el material original y considerar como la biblia a unos pocos números.

Haz reír, haz reír

No os fiéis nunca de quien afirma tajantemente que un personaje de cómic de superhéroes es de una manera determinada. Spiderman siempre es gracioso e irónico hasta que un guionista decide embarcarle en una dura búsqueda de venganza; Batman es serio y monosilábico hasta que alguien cree que es mejor que sea feliz y se enamore; Daredevil es un personaje trágico y en el que el humor no cabe. ¿O sí?

Tradicionalmente, cada guionista de cómic de superhéroes mainstream coge un personaje creado y evolucionado por otro equipo y lo evoluciona a su manera: así es como los personajes crecen y se sienten vivos. Si Superman siempre bajara gatitos de árboles, Lobezno siempre fuera seco y malhumorado o Daredevil estuviera continuamente lamentándose por sus errores, el cambio estaría únicamente marcado por las muertes y resurrecciones, sin que los personajes aprendieran nada de ellas.

Daredevil

Pongamos como ejemplo al mismo Daredevil de la trifulca, porque si nos basamos en “el material original” tendremos que ver ese momento en el que, para evitar que descubrieran su identidad secreta, se inventó a un hermano gemelo, Mike Murdock, que hacía chistes continuamente mientras su alter ego se enfrentaba a grandes villanos como, bueno, el Zancudo. Y algunos diréis “Si, bueno, pero es recordado sobre todo por lo que hizo Frank Miller con él”. Y sí. Pero no.

No soy Daredevil

Miller cogió un personaje de serie B de los cómics de la editorial y lo convirtió en una de sus grandes estrellas redefiniéndolo por completo con ‘Born again’ en 1986. Pero han pasado más de 35 años, y Matt Murdock no puede tener siempre la misma personalidad que tuvo con Miller. Hay quien le escribe más tétrico o tratando de copiar aquellas historias, pero personalmente cuando más disfruto es cuando alguien le da permiso para sonreír y hacer chistes. Para cambiar.

Blind

Si Frank Miller marcó para siempre al personaje, Mark Waid le volvió a modelar y demostró que no hace falta que todo sean largas noches haciendo guardia desde una gárgola, muertes que cambian tu existencia, depresiones y tristeza: haciendo pública su identidad y mudándole a San Francisco, la serie se quitó una losa de encima y abanderó que el personaje hiciera chascarrillos y dejara la aflicción continua a un lado. Y si creéis que hubo revuelo, estáis equivocados: más allá de un par de personas, los lectores la consideran una de las mejores sagas de la historia del Diablo Guardián.

Entonces, si aceptamos que cada personaje puede (y debe) ser diferente en su personalidad según el guionista y la serie en la que se encuentre (no es lo mismo un crossover con Spiderman o Chica Ardilla que un número de la serie regular), ¿cuál es exactamente el problema? Marvel, en su versión audiovisual, está girando hacia el formato cómic cada vez más, con pequeñas sagas de 6 números, one-shots y crossovers: tiene lógica que también trate que cada guionista haga, dentro de unas normas básicas, lo que quiera con los personajes.

Quejas y más quejas

Hay quien dirá que el hecho de que Matt Murdock se permita soltarse el pelo en ‘She-Hulk: Abogada Hulka’ es una concesión a Disney, sin darse cuenta de que el Daredevil de Netflix solo aparecería en esta serie para que se burlaran de él: es como agua y aceite con Jennifer Walters. Personalmente, me alegra leer cómics luminosos de personajes oscuros, porque demuestran que, pese a todo, tienen una humanidad, pueden sonreír, tener pareja, algo más allá del continuo deber, la venganza o lo que toque en cada momento.

No entiendo las quejas, los lloros, los llantos y la gente rasgándose la camisa como si en las viñetas Matt Murdock no se hubiera disfrazado de Kingpin con un disfraz de gordo o aparecido en una fiesta de Navidad llevando un jersey en el que pone “No soy Daredevil”. Nadie dice que tenga que ser siempre así, o que esta sea la personalidad definitiva del Daredevil del UCM, que probablemente sea menos pesado emocionalmente que el de Netflix pero sin llegar a ser el festival de la risa: si Kevin Feige deja que los guionistas traten a los personajes a su manera, puede que se pierda la coherencia interna, pero ganaremos en evolución, diversión y puntos de vista.

Y si por el camino cuatro fans a ultranza de una visión del personaje muy específica que creían inamovible tienen que llorar, que lloren. O que aprendan a leer cómics antes de enfadarse por, bueno, un personaje de cómic.

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