'La Herida Luminosa', el Garci más soso

'La Herida Luminosa', el Garci más soso
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TVE le quitó su excelente programa 'Qué Grande es el Cine', en el que se luchaba contra el peligroso analfabetismo cinematográfico que sufre nuestro país. Ahora le dedican, o dedicaron (desconozco si ya ha acabado), un miniciclo. Esto parece un cachondeo. No les bastaba con quitar el mejor programa que había en la televisión, en cualquier televisión, no. Tenían que hacerle protagonista de uno de esos ciclos ridículos que ahora TVE emite los domingos en la 2, de madrugada. Empezaron con la maja 'Solos en la Madrugada', con un inmenso José Sacristán, continuaron con la floja 'Las Verdes Praderas', y han terminado (creo) con esta mierda, perdón, con esta mala película.

Admiro a Garci, sí, le admiro. Pero no por su trabajo como director, aunque me haya hecho pasar ratos buenos, sobre todo con 'Volver a Empezar', que defenderé hasta el fin de mis días. Le admiro por su enorme cinefilia. Le comparo con François Truffaut, y creo que la comparación no es exagerada. Ambos aman el cine como pocas veces se ha notado en un cinéfilo, y ambos estaban maravillados por el cine clásico norteamericano. Bueno, por otras nacionalidades también, pero su debilidad por ese tipo de cine es más que evidente, y su conocimiento es sencillamente envidiable. Leyendo cosas de Truffaut y de Garci he podido apreciar más de un nexo de unión entre ambos directores.

Del genio francés siempre me quedarán sus geniales películas y ese libro de entrevistas a Hitchcock que es una maravilla. De Garci, sobre todo el recuerdo de su excepcional programa, y las anécdotas que me contaba de los rodajes Manuel Balboa, a quien tuve la suerte de conocer y también la desgracia de ser testigo de su agonía días antes de su muerte. Balboa, músico coruñes de gran talento, desgraciadamente poco conocido por el gran público, creo que realizó las mejores bandas sonoras originales que Garci tuvo a su disposición. De una enorme sensibilidad, y un gran gusto por los músicos clásicos, hizo lo más destacable de 'La Herida Luminosa'. Remake de una película del 56. España, años 50. El Doctor Molinos es un hombre ya maduro, cuyo matrimonio no va bien desde hace años, por lo que tiene una amante, a la que quiere de verdad. Para colmo, la relación con su hija tampoco es un modelo a seguir, ya que le guarda rencor por haberse metido a monja.

Como si la historia nos importara, Garci mueve la cámara y a los actores como si se tratara de la historia más grande jamás contada. Precisamente es uno de sus principales defectos: la película no cuenta absolutamente nada. En solo hora y media es capaz de aburrirnos hasta límites insospechados. Eso sí, que quede bien claro su amor por el cine clásico, para que nos enteremos bien. Se encarga de subrayarlo tanto en la forma de rodar la película, totalmente americana, como por boca de un personaje secundario, que habla maravillas de algún actor americano de la época, o de alguna película, como es el caso de 'Obsesión', esa grandísima obra maestra de Douglas Sirk, cuyo título no es nombrado, pero sí su argumento. Ya veis, me aburría tanto, que me divertía encontrando las referencias cinéfilas que tanto le gusta hacer a Garci.

Garci no es capaz de levantar una historia que prácticamente se hunde sola, por increíble que parezca. Su puesta en escena es terriblemente sosa, logrando que el espectador palpe esa sosería y la rechaze por completo. Otro dirán que tambiés es horriblemente cursi. Pudiera ser, pero "cursi" es un adejtivo que está mejor usado en alguna otra película suya. En ésta me quedo con "sosa".

Una sosería que queda bien patente en las escenas clave del film, por decirlo de algún modo. Curiosamente son las escenas compartidas por Fernado Guillén y Cayetana Guillén Cuervo, padre e hija tanto en la película como en la vida real. Escenas que provocan verdadera vergüenza ajena, y en las que la actriz está francamente mal.

Porque otro de los enormes fallos de esta película, son sus interpretaciones. Todos los actores hablan como si estuvieran recitando, y como si lo que dijeran fuera lo más importante del mundo. Unas actuaciones casi teatrales, que están enormemente desfasadas, y que además resultan poco creíbles.

Como poco creíble resulta la historia, con cosas absurdas en la narración y que no tienen un porqué. Y si no, véase la desaparición de cierto personaje, giro de guión metido a calzador resultando enormemente forzado. Y también la resolución, que es simplemente patética, por ilógica e incluso de mal gusto.

Una mala película, de lo peor de su director, que una vez más se le ve anclado en los viejos tiempos, de los que le cuesta desprenderse. Eso sí, la banda sonora, gloriosa, dignísima del mejor John Barry. Pero eso no ha sido mérito de Garci.

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