¿Qué es lo que hace grande a una serie? Esta pregunta ronda mucho por las cabezas de los críticos, opinadores y espectadores. Hay series que nos gustan mucho, que nos parecen de lo mejorcito que se ha hecho jamás... pero que durante los tiempos en los que no se emiten es como si no existieran.
Para mí dos claves para distinguir la importancia de una serie son ese poso que deja con el paso del tiempo y, sobre todo, el legado que deja. Es el caso de 'Breaking Bad', que el pasado 20 de enero ha cumplido diez años desde que conociéramos a un Walter White magníficamente interpretado por Bryan Cranston y cómo iniciaba entonces una espiral de corrupción apasionante.
Que 'Breaking Bad' es una de las mejores series de lo que llevamos de siglo XXI es algo que está fuera de toda duda. De hecho me atrevería a decir que es una de las mejores de la historia. Algo logrado no solo por su calidad sino por su legado y capacidad de traspasar la televisión con una buena iconografía.
Ya no ese juego entre el bien y el mal, el blanco (Walter White) y el negro (Heisenberg), el azul de la metanfetamina pura, el amarillo chillón de los trajes para fabricarla o el logo y la marca de Los Pollos Hermanos, el desierto y la desolación... todas estás imágenes y evocaciones son algunas de las más reconocidas de la cultura popular actual.
Pero es su legado la gran clave de por qué es hoy toda una referencia. Un legado que viene por un lado por la construcción de la historia: hecha a fuego lento, con un ritmo lento pero no pausado. Gilligan piensa en cada detalle, en cada plano y juega con ello. Con la tensión, con planos imposibles (aprendidos de 'Pulp Fiction' algunos) y una fotografía exquisita, se construyó todo un hito.
Este factor, de televisión ambiciosa, queriéndose parecer al cine en técnica se junta con el mismo momento de su emisión: 'Breaking Bad', junto a 'Mad Men', pusieron en el mapa de la ficción televisiva a AMC. Propulsó el inicio del peak tv y el auge de las cadenas de cable básico, que veían que podían competir en calidad contra grandes marcas como HBO.
Desde entonces cadenas que normalmente no producían series, empezaban a hacerlo queriendo hacer la nueva obra maestra televisiva. E incluso la nueva 'Breaking Bad'. Pocas veces lo conseguían**, pero se nota un impulso y ciertas influencias en noveades recientes como 'Ozark'.
Walter White versus Heisenberg
Un diagnóstico y un encuentro fortuito con un antiguo alumno suyo, interpretado por Aaron Paul, iniciaba un viaje de cinco temporadas orquestadas con tino por Vince Gilligan. Gilligan quiso retorcer en un momento dado una de las bases de la televisión como es el crear protagonistas con los que uno pueda estar años y años sin apenas alterar su base.
Así que la idea era convertir al protagonista en el antagonista, corromperle y dejar claro que el Walter White que vimos en el primer episodio y el del último son iguales, pero opuestos. Todo encapsulado en un western moderno mezclado con la pura tragedia clásica. Una epopeya en la que Walter White se ve enfrentado a un enemigo invencible (un cáncer inoperable) y lo arriesga todo para vencerlo. A costa de su integridad.
Que sí, que antihéroes tenemos muchos (de hecho ahí está 'Dexter', con el que se podría hacer cierto paralelismo) pero Vince Gilligan juega conscientemente con los tópicos del arquetipo y se adentra en un gran viaje a lo largo de una sutil aunque brutal transformación y todo lo que eso repercute al entorno. Walter White inicia su metamorfosis en Heisenberg. "Di mi nombre".
Aunque parezca que su villanía aparece ya casi al final, desde el primer episodio está ahí, en su sombra, haciéndole tomar medidas drásticas y con su familia como testigo que poco a poco se va dando cuenta de que hay algo que está pasando. Sus confrontaciones con Skyler (Anna Gunn), su mujer, y con Hank (Dean Norris) son un claro ejemplo de la lógica pervertida que justifica cada acción de nuestro protagonista.
Al principio de 'Breaking Bad', podríamos estar hablando de Walter White como si del Jerry Lundegaard de la 'Fargo' original se tratara. Pero al final es Pablo Escobar. Y durante los más de sesenta episodios de la serie hemos sido testigos de un cambio realizado de forma magistral que cambió a la televisión para siempre.
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