Los productores españoles, encantados con la ficción nacional

Los productores españoles, encantados con la ficción nacional
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Uno podría pensar que con la lógica fragmentación de las audiencias tras la llegada de la TDT, la producción audiovisual de nuestro país podría pasar un mal momento, que no en vano el éxito de un espacio se mide en función de la cuota que este logra en el momento de su retransmisión y no tanto por la repercusión que tenga a pelota pasada, por ejemplo cuando se redistribuye en la red.

Uno podría pensar eso... hasta que lee lo que opinan los portavoces de la Federación de Asociaciones de Productores Audiovisuales Españoles, que están encantados con el momento actual de la ficción creada en España incluso en el marco de la implantación de la TDT en nuestro país.

Los productores basan su felicidad en los resultados cosechados por series como 'Águila Roja', 'Amar en tiempos revueltos', 'Los protegidos', 'El internado' y 'Aída', que plantan cara con determinación a los programas que se emiten coincidiendo con ellas, siendo en muchas ocasiones líderes indiscutibles en sus respectivas franjas, y lo mismo sucede con las TV-movies y las películas de producción española emitidas durante los últimos meses en la pequeña pantalla.

La ficción española, cuando está bien cuidada su programación, consigue los mejores resultados y sólo es superada por retransmisiones deportivas.

Son palabras de los productores españoles, y en eso ellos coinciden con las denuncias sobre esos movimientos esotéricos de parrilla de los que siempre se han quejado los telespectadores, y es que no hay peor tiro de gracia para una serie, para un programa en general, que marear a sus seguidores con continuos cambios de horario o con eternas pausas para la publicidad en la que a uno le da tiempo no ya de ir al excusado, sino de alicatar un cuarto de baño completo.

Fidelidad a una serie no necesariamente es sinónimo de fanatismo por el soporte, ya que lo que el seguidor persigue es su serie, sus tramas, sus personajes, y no necesariamente la cadena que la emite y por tanto no necesariamente los anunciantes que la sufragan. Otra cosa es que la cadena llegue a identificarse con la serie de tal manera que serie y cadena caminen juntas de la mano en el imaginario del seriéfilo, a modo de una retroalimentación que resulta positiva para todas las partes.

Por eso, no se me ocurre peor negocio a la larga que maltratar a la audiencia con el ánimo de lograr la cuadratura del círculo. Si se cuida la programación de la ficción española, esta es imbatible. Quizá las sencillas palabras de los productores, convenientemente extrapoladas a cualquier otro producto televisivo, sirvan para abrir los ojos de los programadores que viven del corto plazo y del seguimiento, minuto a minuto, del share. ¿Soy iluso por pensar así?

Vía | El Mundo

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