'20.000 especies de abejas' trasciende los tópicos del cine rural español y la identidad de género gracias a la sutileza de una actuación infantil colosal

'20.000 especies de abejas' trasciende los tópicos del cine rural español y la identidad de género gracias a la sutileza de una actuación infantil colosal

Lo de Sofía Otero es de otro mundo

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20000 especies de abejas

Es curioso comprobar cómo el avance y la modernidad se ha traducido, en el cine patrio, en volver a mirar al pueblo, a los problemas de lo rural, a aquello que muchos creen que es un vistazo hacia atrás. Y sin embargo, es la mejor manera de reconectar con nosotros mismos, la forma en la que las nuevas directoras hacen las paces con su pasado con retratos amargos y desprovistos de la idealización absurda con la que algunos nos quieren convencer de que todo tiempo pasado fue mejor. En '20.000 especies de abejas' Estíbaliz Urresola se niega a ser una Carla Simón más, acercándose más al estilo crudo del 'Cinco lobitos' de Alauda Ruiz de Azúa: el resultado no podía haber salido mejor.

Bee movie

Urresola se plantea dos retos muy diferentes en su primera película: por un lado, contar la historia de la identidad de género de una niña de tal manera que cualquiera pueda entender y empatizar con ella sin necesidad de mostrar ofensas y desmanes, pero tratando de no caer en los tópicos de este tipo de relatos. Por otro, ser capaz de situarla en un pueblo cayendo de forma irremediable en los códigos estéticos pero no en los narrativos de películas recientes como 'Alcarràs', 'La inocencia' o 'El agua'. La directora sale victoriosa de ambos combates, aunque, todo sea dicho, en ocasiones solo por los puntos.

No deja de ser curioso que la cinta se haga fuerte exactamente allí donde la mayoría flaquean: en un segundo acto que sigue, de manera oblicua, los caminos de madre e hija y sus perspectivas sobre sí mismas. Mientras Lucía gana confianza sobre su identidad (la suficiente como para traspasar su apodo e imponerse un merecido nombre propio), Ane no entiende lo que está intentando hacer con su retorno al nido, donde lo más importante, doloroso y personal se calla porque pronunciarlo en voz alta lo convierte en realidad. Quizá por eso nadie quiere escuchar a Lucía: la valentía no está bien vista en unas calles donde todos guardan rencores en silencio.

Especies De Abejas

No es menos cierto que '20.000 especies de abejas' cae en una repetición constante de los mismos temas: el espectador con menos paciencia no sentirá que la trama avanza y puede llegar a sentirse frustrado. No es del todo cierto. La propuesta de Urresola es la creación de un universo propio en el que poder comprender a todos los personajes y sus avances (o la falta de ellos) para tratar de entenderse. Como en la vida real, nadie cambia de opinión de la noche a la mañana ni pega un volantazo a su forma de ser, y la cinta se detiene en esos detalles sutiles, casi quirúrgicos, que conforman un guion que, aún cayendo en tópicos inevitables, es tan diminuto como portentoso.

Protocolo de actuación

Nada de esto sería posible sin un reparto abrumador, pero especialmente sin una actriz, Sofía Otero, la ganadora del Oso de Oro a mejor interpretación protagonista en la Berlinale que firma la mejor actuación del año. Con tan solo diez años, lo que Otero hace es absolutamente colosal: cada mirada y gesto transmiten verdad, permitiendo al espectador saber exactamente lo que siente y piense sin necesidad de verbalizarlo. Es más, es al hablar de ello cuando sabes de su dolor interno: su madre, preocupada por ella misma, no es capaz de ver y comprender lo que el espectador sí.

20000 especies

Si el año pasado Carla Quílez ya deslumbró con su papel en 'La maternal', demostrando que los Goya deben abrir ya el abanico de edades para lograr una nominación, esta actriz novata solo viene a confirmarlo. No puedo deshacerme más en halagos ante una actuación trascendental y pivotal en la historia del cine patrio que se ve aupada por una estupenda Patricia López Arnaiz, capaz de dar una capa de sensibilidad a un personaje que ya de por sí se debate entre su futuro laboral, su pasado familiar y un presente problemático en el que la mentira y el silencio se convierten en sus compañeras de vida.

Pero '20.000 especies de abejas' es lo suficientemente inteligente como para saber que la protagonista de la película no es una madre sobrepasada por su propia vida que no entiende el camino que debe tomar, sino una hija que acepta con naturalidad lo que su entorno no es capaz. Los momentos en los que adquiere consciencia de que habrá gente que jamás pueda aceptarla como Sofía (esa magnífica búsqueda en el bosque, ese relajante y natural cambio de bañadores, ese cuarto de baño repleto de incomprensión) son desgarradores por varios motivos: uno de ellos, el inexorable hecho de que parte del público va a pensar, como la abuela, que esto pasa "por haberle permitido demasiado".

Mirar atrás para seguir hacia delante

El propósito de '20.000 especies de abejas' no es tanto el de convencer a parte del público sobre una realidad como el de hacérsela comprensible sin necesidad de hacer un "hilo de Twitter" al respecto, tirar por panfletismos o frases hechas. La sutileza de Urresola es tal que es capaz de introducir su problemática muy poco a poco: no busca el shock o la impresionabilidad fácil, sino la comprensión, el cariño, un problema presentado, lejos de una posible apisonadora moral, a cucharaditas de café.

Yo vengo de un pequeño pueblo vasco, y quizá por eso he entendido bien la propuesta de su directora con esas acusaciones que nunca terminan de coger forma, que revolotean a lo largo del metraje sin que nadie las recoja y monte una escena con ellas. Son los pequeños detalles los que conforman la vida de unas mujeres que saben no hablar más de lo que deben y prefieren permanecer en silencio para no romper el frágil equilibrio de un lugar en el que todo parece varado en las tradiciones y no entiende de nuevas sensibilidades del siglo XXI. O quizá sí. Quizá todo dependió siempre de tratar de comprender a quien tienes delante.

'20.000 especies de abejas' no es una película redonda, pero sí es una muestra perfecta de la evolución natural del cine rural español en los últimos años. Una vez ha agotado las historias juveniles más tradicionales y se ha reinventado con la sórdida 'As bestas' puede mirar hacia delante y explorar el mundo actual desde la mirada del pueblo, ese lugar en el que todo se sabe sin que nada se exprese, las sonrisas ocultan dolores, la comprensión debe ganarse poco a poco y un verano puede cambiar tu propia percepción para siempre.

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