'Black Adam': un entretenido pasatiempo antiheroico que no puede (ni quiere) ir más allá

'Black Adam': un entretenido pasatiempo antiheroico que no puede (ni quiere) ir más allá

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Black Adam

Vivimos en los tiempos en los que las películas tienen que ser una obra maestra o una ponzoña espantosa. Hay que declararse muy rápido en un sitio o en otro de la balanza: ¿Te ha encantado o la repudias con todo tu corazón? En una época de redes sociales extremas, la polarización absurda parece la única manera de llamar la atención. De hecho, las propias campañas promocionales lo basan todo en la división por equipos, casi sectaria.

Por eso es tan agradable ver una película como 'Black Adam' en la que su intención de ser un entretenido pasarratos concuerda con su resultado final.  La cinta de DC que, se supone, presenta al nuevo gran personaje que removerá de arriba abajo su universo, cae en los errores de decenas de cintas antes que ella pero su carisma propio le salva siempre de su poco efectiva grandilocuencia.

Black is black

'Black Adam' tiene un personaje principal que es carismático, porque no es un superhéroe: es Dwayne Johnson disfrazado de superhéroe. Levanta la cejas, dice one-liners como nadie y se le nota disfrutón en su papel. El problema es que los guionistas creen haber inventado el concepto de antihéroe y machacan con el mismo durante todo el metraje: es un héroe, ¡pero los métodos que usa no son heroicos! ¡Sorpresa!

Desde 'Guardianes de la galaxia' hasta 'El escuadrón suicida', el concepto del héroe con actitud anárquica que incluso llega a matar sin dudar está ya muy sobado en el cine. Tanto, que la supuesta sorpresa de 'Black Adam' se diluye muy rápidamente. Quizá en 2007, cuando se empezó a planear la introducción del personaje, hubiera sido más interesante, pero ahora sabe a tortilla de patatas recalentada: está buena, pero sabe un poco rancia.

Black Adam 2

Al lado de Dwayne Johnson, la película presenta a la Sociedad de la Justicia, un mítico grupo de superhéroes de DC en el que introducen cuatro personajes con desigual fortuna narrativa. El Doctor Destino (Pierce Brosnan) hubiera merecido una película para sí mismo: su set de superpoderes es único y llamativo, además de tener un desarrollo inteligente y bien planteado a lo largo de la cinta, quizá lo mejor narrado del metraje. Hawkman, por su parte, es la némesis heroica de Black Adam, y su viaje a lo largo de la película no por previsible es menos interesante, algo que no se puede decir de su apariencia y sus poderes, que son una reposición de los de Falcon. Junto a ellos dos, la debacle.

La hormiga atómica

Ciclón y Atom Smasher son personajes que dejan la sensación de no haber tenido suficientes escenas. Ambos solo están perfilados y su presencia no aporta ni quita nada a la obra, incluyendo unos poderes poco originales (aunque, todo sea dicho, el cromatismo de Ciclón es atrayente a nivel visual). Una pena, porque ambos podrían dar muchísimo más de sí, pero presentar cinco superhéroes nuevos y otros tantos humanos en una película con protagonista claro no es fácil y hay que hacer sacrificios.

Atom Smasher 2

DC parece empeñada en que en sus películas de superhéroes tiene que haber humanos por ahí que salvar de vez en cuando, creando un efecto de antipatía en el espectador que no hace ningún bien. En este caso, la mujer de Black Adam en los cómics, Adrianna Tomaz, su amigo y su hijo se las apañan para meterse en líos todo el rato y entorpecer la trama en lugar de dejar que el espectáculo visual haga el trabajo.

'Black Adam' tiene un último problema grave: su propia manera de contar la trama, que va a trompicones y sin un objetivo claro, con una falta de originalidad manifiesta. Los giros de guion sobre el pasado del propio Black Adam no funcionan, el villano es tan de opereta que claramente nadie -ni el mismísimo actor- tiene el menor interés por hacerle realmente amenazador y las grandes decisiones que toman los personajes simplemente ocurren una tras otra, sin que nadie piense mucho en ellas. Jaume Collet-Serra, mercenario del blockbuster con alma de autor, sabe que tiene que llegar desde el punto A hasta el punto B y no se preocupa de que el camino tenga sentido, sino de ir tachando momentos.

La hora de las tortas

Y, sin embargo, 'Black Adam' es entretenidísima y tiene un par de momentos fabulosos (ojo a esa matanza al ritmo de los Rolling Stones). Además, aunque habría mejorado mucho con la brutalidad de ese montaje para adultos que se nos ha negado, las luchas en las que Dwayne Johnson es el protagonista son una gozada de ver: la bestialidad del personaje acompañada por la socarronería del actor hacen que sea un placer contemplarle lanzando enemigos por los aires y masacrándolos de la manera más imaginativa posible, como si fuera un Jason Voorhees con superpoderes.

Los toques de humor de la cinta también funcionan como un reloj, gracias a un actor que se nota que está pasándoselo en grande y que cree, de verdad, que este es el inicio del renacer de DC gracias a su personaje, que claramente tiene la intención de cruzarse (y partir la cara a) medio universo superheroico. Y, como muestra, una escena post-créditos fabulosa que nos recuerda el poder que aún tienen más allá de presentar a personajes nuevos o abrir tramas que no se cerrarán hasta dentro de una década. ¿Eh, Marvel?

'Black Adam' es un buen blockbuster, que no quiere, puede ni necesita ir más allá. La trama no da de sí, la dualidad del personaje no es la revolución que pretenden que sea y la mitad de los personajes están de relleno, pero ver a Dwayne Johnson pasando un buen rato siempre es gozoso. Y aquí, entre tortazos, asesinatos, sarcasmos y rayos, lo tenemos multiplicado por cien. Sí, nos va a sonar a algo que ya hemos visto y no va a sorprenderte, pero tampoco es lo que intenta. En su lugar, ofrece diversión sin complejos y luchas de primera categoría. A un blockbuster honesto no se le puede pedir más.

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