La película más comentada de estos últimos días es 'Argylle', el nuevo largometraje de Matthew Vaughn que mezcla acción y comedia con su particular estilo. Todo hacía pensar en que iba a ser un gran éxito, con Apple invirtiendo la friolera de 200 millones por hacerse con ella, pero a la hora de la verdad está siendo un desastre en taquilla. Y además ha sido destrozada por la crítica y el público también ha reaccionado de forma bastante negativa a ella.
Obviamente, hay tantos miembros de la prensa especializada como espectadores que han disfrutado con ella, pero también está claro que la sensación generalizada no ha sido precisamente esa. Y me cuesta entenderlo, ya que es verdad que 'Argylle' se queda lejos de 'Kingsman: Servicio Secreto', pero sí que estamos ante un cruce entre espectáculo de acción y comedia romántica de lo más entretenido.
Injustamente destrozada
Sí que tengo mis sospechas de que la campaña promocional pude haber sido un factor que juegue en su contra, ya que se ha vendido 'Argylle' como una loca película de acción en la que Henry Cavill básicamente era el gran protagonista de la función. La realidad es que el Geralt de Rivia de las tres primeras temporadas de 'The Witcher' tiene una presencia bastante reducida más allá de los primeros minutos de metraje.
De hecho, es casi como si eso fuese algo buscado, ya que solamente se lanzó un tráiler de 'Argylle' que luego apareció de forma incesante antes de multitud de estrenos. Eso también pudo provocar cierto agotamiento entre el público, pero con la crítica no es un factor relevante. Lo que sí puede serlo es la posibilidad de venderla de una forma y luego ser otra, por lo que me estoy acordando de que en su momento el recibimiento que tuvo 'El bosque'. La gran diferencia es que la película de M. Night Shyamalan que también tenía a Bryce Dallas Howard en un papel destacado sí que fue un indiscutible éxito comercial.
Sin embargo, no estoy aquí para hablar de por qué creo que 'Argylle' está siendo machacada sin piedad. Mi objetivo es intentar dejar claro por qué creo que es una película mucho mejor de lo que se está diciendo, y eso que ni siquiera me parece uno de los mejores trabajos de Vaughn -de su filmografía como director también pondría por encima a 'Layer Cake', 'Stardust', 'X-Men: Primera Generación' y 'The King's Man: La Primera Misión'-, pero es que con eso ya le da para estar muy por encima de la media de las superproducciones recientes de Hollywood.
Por lo pronto, 'Argylle' es una montaña rusa de acción repleta de sorpresas, tantas que pueden llegar a cansar a algunos espectadores, pero eso también es algo que apuesta por ese enfoque más excesivo de Vaughn desde la puesta en escena que lleva a que estemos ante una película que apuesta por el más difícil todavía de forma continuada.
Es cierto que visualmente hay algunos detalles algo feos, pero el trabajo de puesta en escena de Vaughn es tan enérgica que se convierte en un problema menor. Y es que si algo nunca vais a encontrar aquí es una superproducción de manual, de esas tan emocionantes como ver crecer una planta a tiempo real. Para bien o para mal, 'Argylle' tiene personalidad y eso se lo debemos principalmente a su director.
Además, eso se prolonga a todos los aspectos de la función, con un reparto entregado y pasándoselo en grande con una cascada continua de giros imposibles en los que prima un sentido de la diversión envidiable. Sí que hay algunos personajes de quita y pon que podrían haber dado más de sí -pienso sobre todo en los interpretados por Sofia Boutella y Samuel L. Jackson-, pero al final todo está supeditado a la improbable aventura que Howard vive junto a Sam Rockwell.
Y es que 'Argylle' es en el fondo una comedia romántica de lo más inusual. No es un caso tan evidente como cuando Hollywood intenta últimamente evitar que el público sepa que algunas películas son en realidad un musical, pero sí que acaba siendo el eje vertebrador junto a la sobredosis de acción y la fuerte presencia de un humor que en esta ocasión apunta más hacia una sátira desatada que el componente paródico por el que apostó Vaughn en la primera entrega de la saga 'Kinsgman'.
Todo ello lleva a que 'Argylle' acabe siendo un despiporre que exige más que nunca que el espectador esté dispuesto a dejarse llevar. También es una película marcada por los excesos, algo que sirve tanto para dejarnos escenas inolvidables como otras que seguramente habrían funcionado mejor con otro enfoque. La cuestión es que estamos ante un espectáculo atrevido que no se merecía ser lapidado de esta forma.
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