'Dispararon al pianista' es imprescindible para todos los melómanos, pero Fernando Trueba no termina de afinar todas las notas de su nueva película animada

'Dispararon al pianista' es imprescindible para todos los melómanos, pero Fernando Trueba no termina de afinar todas las notas de su nueva película animada

Javier Mariscal y Fernando Trueba vuelven a unirse una década después de 'Chico y Rita', pero ninguno de los dos da en la diana

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Dispararon

A Fernando Trueba le encanta la música y quiere que todos nos enamoremos de sus pequeñas obsesiones. Antaño lo consiguió (en parte, al menos) con cintas como 'El milagro de Candeal', 'Calle 54' o 'Chico y Rita', una pequeña joya de la animación española en la que hizo equipo con Javier Mariscal para contar la historia de una pareja juntada y separada por el destino a ritmo de jazz. No es de extrañar que 13 años después el tándem haya repetido para narrar otra película melómana que no acaba, ni lejanamente, de capturar la magia de aquel romance cubano.

En busca de Tenorio Jr

'Dispararon al pianista' comienza con una interesante premisa: un periodista musical en busca de declaraciones para su nuevo libro se obsesiona con la música de un intérprete que no conocía hasta ese momento y quiere saber más de él, pero parece que se le hubiera comido la tierra. Podría ser el inicio de un apasionante documental animado repleto de intriga, o un repaso de la música brasileña de la época con la excusa del ansiado reencuentro entre ambos, pero la decisión narrativa que toma Trueba se torna tan apasionante para él como francamente aburrida para los demás.

Al poco de comenzar la película, el periodista ficticio Jeff Harris se entera de que, por lo visto, Tenorio fue asesinado en Buenos Aires, tal y como sugiere su propio título, tras desaparecer una noche que fue a comprar un sándwich a la calle. Las culpa es, como no podía ser de otra manera, del régimen de Videla. A partir de este giro, que tiene lugar en los primeros momentos de la película, no vuelve a ocurrir nada más. El resto de cabezas parlantes que charlan sobre el pianista confirman lo sucedido, una y otra vez, de manera sistemática, sin que haya nada que aportar a una investigación que pierde fuelle a medida que pasan los minutos.

Dispararon Al Pianista

Ayuda a ello una animación estrepitosa, hierática, sin ninguna voluntad de innovar o de aprovechar el medio para trascender la mera narración. A diferencia de otros documentales animados como 'Flee', 'Vals con Bashir' o 'Un día más con vida', 'Dispararon al pianista' se limita a ser una recolección de voces vitales de la historia de la música brasileña, desde Toquinho hasta el recientemente fallecido Joao Donato, convertidos en meros bustos parlantes animados con un estilo reconocible y único que no justifica su alargamiento forzado.

Solo para (muy) melómanos

Si lo sabes todo sobre la música brasileña y te mueve con la misma pasión que a Trueba, disfrutarás muchísimo el documental. Están todos ahí, en un all-stars que al resto de la humanidad, ajeno al mundillo, se nos puede hacer infinito. Hay muchísimo amor, cariño y cuidado puesto en cada fotograma de esta película, pero está dirigido solo a un nicho que lo disfrutará locamente mientras el resto corremos el riesgo de sentirnos gravemente expulsados de su metraje.

Nadie duda de la pasión que tanto Trueba como Mariscal han puesto en el proyecto. Se nota, y es de agradecer que hayan querido ir más allá de la simple reivindicación de la música de una época con el retrato de un momento en la historia (el inicio de la dictadura de Jorge Rafael Videla a mediados de los 70) que causó auténticos estragos en Argentina. El problema es que, una vez planteada la barbarie, no es capaz de hacer nada con ella, quedándose embarrada en un punto de denuncia obvia de hechos ocurridos hace casi 50 años al que no es capaz de dar una pátina de actualidad. El resultado es indeciso y hace que el espectador pueda llegar a preguntarse qué es exactamente lo que nos quieren contar más allá de un ilusorio "Que no pase nunca más".

Lo más interesante de 'Dispararon al pianista' es, sin duda alguna, su apartado sonoro. Y no solo por los testimonios de personas auténticamente memorables dentro del mundillo musical, sino por las canciones e improvisaciones de las que Trueba nos hace partícipes, casi como explicando en notas musicales su motivo principal para hacer este documental. Y sí, durante esos momentos en los que la música se convierte en la protagonista, 'Dispararon al pianista' es fabulosa, un canto a la vida, al poder unificador del ritmo, a menear la cadera como medicina para el alma.

El problema es que no dura lo suficiente como para compensar la sobredosis de información repetida o solo para fans ya convencidos, el desfile de caras y el nulo desarrollo de una película que, una vez ha sentado sus bases, no mueve ficha y se queda encallada, como un cuadro más o menos bello de mirar. O, más bien, como un disco que contiene las grabaciones de un piano que nos obsesionarán toda la vida. Ojalá Trueba hubiera sabido también hacer que me obsesionara con el pianista y su destino, pero en su control férreo de la narrativa contiene su mayor pecado: el de no saber fluir al ritmo de la música.

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