'Funny Games US', autoremake irrelevante

'Funny Games US', autoremake irrelevante
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Desconcertante. Michael Haneke, un ídolo de la legión gafapasta, un pretencioso sin remedio, hace una película en 1997, con presupuesto limitado y una aceptación extensa dentro de sus circunstancias, titulada 'Funny Games'. Diez años más tarde, contando con una producción un poco más generosa, actores más atractivos y conocidos, Haneke rueda, plano por plano, la misma película. No sólo es la pedantería autocomplaciente del cineasta austriaco el posible germen de este autoremake innecesario, sino la posible llegada a las masas populares de lo que algunos intelectualoides llaman la obra maestra de Haneke. Ahora no son varios actores austriacos los que campan a sus anchas a lo largo del metraje, sino nada menos que Tim Roth, Naomi Watts y Michael Pitt, tres actores de la industria de Hollywood, provistos de talento (cada uno a su manera) y con una filmografía consolidada sobretodo en el caso de los dos primeros.

Como la película es exactamente la misma, resulta difícil reseñar esta película sin limitarse a enumerar las diferencias entre esta película y su predecesora. Aunque, ciertamente, llamar predecesora a la de 1997 sería erróneo, porque 'Funny Games US' ni siquiera es una secuela. Es idéntica sólo que con otras caras más famosas, una fotografía menos sombría y más cuidada. En todo lo demás, lo más lógico es redigiros a mi crítica, o la de Alberto, en la que hablamos de 'Funny Games' en la misma medida que podríamos haberlo hecho de esta película.

Lo primero que hay que resaltar es que Michael Pitt es mucho mejor actor que Arno Frisch, si los comparamos en el sentido de que ambos, cada uno en su versión, interpretan al mismo personaje: Paul, el joven huésped que se torna en secuestrador y educado extorsionador psicológico. El carisma de Pitt le permite combinar su cara de niño bueno con su mirada malévola e inquietante, y constituye un psicópata sólido y memorable, al contrario que Brady Corbet, que sale perdiendo con respecto a su homólogo austriaco Frank Giering, interpretando a Peter, el cómplice de Paul.

Nuevamente encontramos que las actuaciones de Tim Roth y Naomi Watts están totalmente desaprovechadas. No obstante, en los primeros veinticinco minutos, los que considero realmente decentes de la película (tanto en la versión europea como en la norteamericana), hay que reconocer que Watts está fantástica, sorprendemente natural, y hace ganar puntos a este remake. Una pena lo de Tim Roth, mientras tanto, ya que se dedica a poner cara de sufrimiento con el mayor conformismo.

El verdadero problema de 'Funny Games US' no es que sea un remake exageradamente fiel a lo anterior, sino que es un producto totalmente destinado a la comercialidad de una película que ya dio que hablar dentro de su estátus de película de culto europea de los 90. Parece que por salir Tim Roth y Naomi Watts, por lanzarse dentro del panorama del mercado americano, el público de a pie va a aceptar mejor la película o va a opinar de otra forma. Craso error. Sobretodo porque Haneke, dentro de su burbuja, no se da cuenta de que esto podría haberle servido para subsanar fallos de la anterior. Y no sólo hablo de fallos técnicos (que los había en la de 1997 y los sigue habiendo aquí), sino fallos argumentales, de coherencia de la historia. El aura de desagrado, sadismo y la imposibilidad de una explicación plausible de la trama se mantienen intactas. Esos eternos planos fijos que tanto le gustan a Haneke no se han cambiado en absoluto, cuando podría haber matizado su película con un montaje más ágil y efectivo.

La situación de 'Funny Games US' es similar a cuando el músico inglés Mike Oldfield lanzó el disco 'Tubular Bells 2003', una revisión del inolvidable álbum que le hizo famoso en 1973. Treinta años después, Oldfield se limitó a limpiar el sonido y hacer más comercial un disco que ya de por sí es un referente en el rock del siglo XX. Nada de arreglar fallos, ni reconocer limitaciones. El ego de Haneke, como el de Oldfield, provoca que lo que podría ser la gran oportunidad para reparar todo lo imperfecto, sea simplemente una capa de barniz que alimente aún más su exagerado nivel de autoestima. Deplorable. Tramposa. 'Funny Games US' es una película que nunca debería haberse hecho, teniendo en cuenta que la película a la que copia con indignante minuciosidad tampoco era una maravilla, sino una forzada provocación obscena se queda a medias en su intento de reflexión sobre la violencia en los medios de comunicación. Si apreciais vuestro dinero, vuestro tiempo, y más aún vuestra dignidad, impedid que alguien os empuje a ver una película que no tiene ningún sentido ni trascendencia. Es un fraude con todas sus letras.

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