'Monos', un angustioso relato de factura impecable sobre el sinsentido de la guerra

'Monos', un angustioso relato de factura impecable sobre el sinsentido de la guerra

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crítica Monos

El cineasta de triple nacionalidad (colombiana, ecuatoriana y brasileña) Alejandro Landes tan solo ha firmado tres trabajos desde sus inicios en el lejano 2007 con el documental 'Cocalero', sobre la coca boliviana y la campaña del agricultor Evo Morales para convertirse en el primer presidente indígena del país.

Desde su segunda película, el drama basado en hechos reales 'Porfirio', no habíamos tenido noticias suyas. Algo que parece lógico tras ver 'Monos', su película más ambiciosa hasta la fecha.

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La palabra mono tiene diferentes significados en Iberoamérica: puede significar guapo, simio o rubio, entre otros. Para la película de Alejandro Landes, el mono viene de su raíz griega: uno, solo, único. Y esa es la primera declaración de intenciones de la película: 'Monos' no es la historia de nadie en particular, es la historia de muchos. No hay un protagonista único, aquí nos metemos de lleno en el campo de entrenamientos y minas morales y emocionales de un grupo formado por ocho jóvenes rebeldes en la retaguardia de una guerra que no conocemos. Probablemente ellos tampoco la conocen, pero tienen dos instrucciones claras: la custodia de una rehén y cuidar de una vaca lechera.

Aventuras en parajes tropicales con niños de la guerra como protagonistas, una fotografía inmaculada y la portentosa aportación de Mica Levi a la música convierten 'Monos' en algo más que el ya cansino título de "película artística de la semana". La puesta en escena de Landes es firme y no titubea a la hora de dejarse llevar por el lado más psicodélico de la guerra. Sus tomas submarinas, nocturnas y la combinación de colores de Jasper Wolf pintan un hermoso retrato en el que desahogar las tragedias, tanto personales como generales, de una Colombia en llamas.

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Como habrás adivinado, no es una película que recomendar alegremente al espectador más casual, aunque a buen seguro cautivará a muchos de los que sientan curiosidad para asomarse a este vacío que no deja rehenes. Con un grupo de actores profesionales (los que menos)  y otros elegidos entre 800 adolescentes (incluido un ex-miembro de las FARC), el rodaje de 'Monos' supuso un verdadero viaje al corazón de las tinieblas para el propio equipo, perdido durante más de dos meses en el corazón de la jungla.

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Pero más allá de la dificultad que supone entrar en el juego que propone la película, hay ciertas licencias que terminan por jugar en su la contra. Casi diríamos que se dispara sobre su propio pie. Una de las fatalidades que desencadenan la desconfianza de los personajes y que detona la acción nunca queda del todo claro. Landes opta por el fuera de campo como un protagonista más y cuesta seguir la acción de un par de momentos puntuales y de importancia capital en la trama.

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A un trabajo tan directo a la yugular, con tantas referencias cinematográficas y literarias, le habría venido bien un poco más de riesgo de fondo. La forma, en cambio, es apabullante. Sobre todo durante su tercer acto, donde la cámara muestra lo imposible con total nitidez. La secuencia de los rápidos, por ejemplo, es una de las mejores narraciones de acción de la temporada, aunque para la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España no fue suficiente en los últimos Goya, dando el premio a la mejor película iberoamericana a 'La odisea de los giles'. Y en ese sentido, más que a la cacareada 'Apocalypse Now', la multipriducción (Colombia-Argentina-Uruguay-Países Bajos -Alemania Suecia) casi se aproxima más a la genial aventura de Mel Gibson en el mundo maya.

Entiendo lo que quiere contar el director, porque además está muy claro desde el primer minuto de película. Me apunto al viaje y pago el precio que me pide. Cierro la boca después de coger suficiente aire y me dejo llevar por la corriente con la esperanza de que al final habrá un guiño, un adorno innecesario de guión que me sitúe repentinamente en una película de un género distinto. Pero no, al final solo da lo que promete.
Lo que no sé es por qué entonces no me conformo con eso.

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