Cómo la mejor película de acción y artes marciales de nuestro tiempo obró un milagro disfrazando a un operador de cámara del objeto más inesperado

Cómo la mejor película de acción y artes marciales de nuestro tiempo obró un milagro disfrazando a un operador de cámara del objeto más inesperado

Gareth Evans y su equipo idearon una técnica infalible para añadir un extra de adrenalina a una de las escenas más espectaculares de 'The Raid 2'

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No tengo pruebas, pero tampoco dudas, de que 'The Raid 2' —'Berandal' para los amigos— sea la mejor película de acción y artes marciales de nuestro tiempo. El nivel de épica, la construcción del universo criminal, las atronadoras set pieces y las coreografías imposibles que trasladó de su mente a la gran pantalla el director Gareth Evans sólo pueden rivalizar con una cosa: el espectacular e inteligente tratamiento técnico de la producción.

La secuela de la igualmente fantástica 'Redada asesina' de 2011 extrajo oro de un presupuesto estimado en unos 4,5 millones de dólares, ínfimo para los estándares de Hollywood si tenemos en cuenta su condición de actioner de dos horas y media de duración, pero generoso para la industria indonesia que, igualmente, obligó al equipo a estrujarse el cerebro para obrar milagros como el de la escena que nos ocupa.

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Esta no es otra que la adrenalínica persecución a las cuatro ruedas que tiene lugar en las calles de Jakarta y que nos brinda uno de los pasajes más intensos de todo el metraje, ya no sólo por dejarnos algún combate enlatado en un vehículo para lucimiento de Iko Uwais, sino también por haberse rodado prescindiendo de triquiñuelas digitales en la inmensa mayoría de planos, lo cual nos conduce al que, probablemente, sea el momento más increíble de la set piece.

En él, la cámara cubre la acción que acontece dentro de un vehículo desde el exterior para retroceder hasta otro coche que va detrás de él, acceder dentro a través de la ventanilla delantera del pasajero y salir por la ventanilla trasera del lado opuesto, todo ello en una única toma sin cortes. Pero, ¿cómo se consiguió este efecto sin tirar de VFX? La respuesta es muy sencilla y nos regala una elección de vestuario antológica.

Simple y llanamente, la cámara pasa por las manos de tres operadores. El primero de ellos viaja del primer vehículo al segundo en una camioneta, para pasársela a otro compañero que viaja dentro del segundo coche que, a su vez, se la pasa a un tercero que se encuentra tumbado en una plataforma en el mismo automóvil. Ahora bien... si vemos el interior del segundo coche mientras la cámara se acerca a él... ¿cómo es que no percibimos al operador de cámara?

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La verdad es que sí que le vemos, con un pequeño añadido en posproducción. Resulta que el operador no es que esté sentado en el asiento del copiloto... es que ES el asiento del copiloto, disfrazado como si de Mortadelo se tratase para encajar con el color y la textura del respaldo. Una solución brillante que demuestra que rodar una película no deja de ser un proceso de resolución de problemas en el que, a veces, el hambre agudiza el ingenio.

Desde luego, pensar en cómo habría afrontado esto una producción estadounidense con un presupuesto de más de 100 millones de dólares invita a hacerlo, salvo sorpresa, en vehículos digitales, pantallas verdes y asientos renderizados por doquier. Pero por eso 'The Raid 2' es, y será uno de los títulos más reverenciados de su clase.

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