Netflix, HBO Max, Disney+, Filmin, Apple TV, Rakuten, Movistar Plus… muchos nombres y cada vez más. Antes, una única serie podía copar la conversación seriéfila durante meses, como aquella 'Perdidos' que sí daba la sensación de que te perdías “algo” si no estabas al día. Pero hoy, la cosa ha cambiado… ¿a mejor, a peor? Digamos que ha cambiado.
La manía de estar al día
Si tienes una suscripción a uno o varios servicios de streaming, estás al corriente de los correos que te informan de las novedades en la plataforma. De la misma manera, coincidiremos en que puede haber uno o dos nombres que te llamen la atención, otro del que has oído hablar desde hace tiempo… y un puñado de títulos que solo conocen adeptos y los creativos que están detrás.
Una de esas series coge tracción entre el público, y de repente, hay varios artículos sobre ella. No pasa nada, te puedes permitir una hora semanal. Pero luego te recomendamos otra serie, y alguien del trabajo te dice otro título, y en Twitter alguien hace un hilo sobre una serie que te atrae irremisiblemente.
Cuando te quieres dar cuenta, tienes todas las noches copadas. Y te entra la ansiedad: ¿podré verlo todo? Los artículos siguen, la presión social también… y de repente, estrenan ‘La casa del dragón’ en HBO Max.
Suspiras. ¿Cómo es posible seguir la conversación actual? ¿Debo alzar la bandera pirata? (Respuesta corta: no).
De manejar el hype a vacunarse de él
Allá por 2004, cuando empezó ‘Perdidos’, se trataba de la serie que había que ver, se estuviera emitiendo o no en España. Aquí, que somos dados a maltratar lo bueno, era más probable pillar la emisión usando una Ouija y una botella de plástico de Coca-Cola que encendiendo la televisión, pero eso no nos impidió que la conversación estuviera topada por ella.
Tanto, que cuando se emitió el último capítulo, algunos valientes trasnocharon para verlo y otros valientes trasnocharon para escribir los subtítulos, mientras otros, que no llamaremos valientes, se atrevían a desvariar sobre el significado de un final que ni mucho menos era tan complicado. Supongo que hay explicaciones que corren más que la gente que trata de cogerlas.
El caso es que, desde entonces, la búsqueda de otra ‘Perdidos’ nos empezó a vacunar contra el hype: una serie se anunciaba, veíamos uno o dos capítulos, veíamos que no era para tanto y al final la podías terminar o no, que a nadie le iba a importar. Hasta que llegaron los dragones y los muchachos.
Fiebre de streaming
Con el estreno de ‘Stranger Things’, Netflix se puso en la diana de la distribución audiovisual. Oh, había tenido éxito antes con cositas como ‘Orange is the new black’ o ‘House of Cards’, y su lanzamiento en España en 2015 fue un éxito, pero no tenían nada TAN perfecto para alimentar el marketing y sí, el hype. Solo que ya no es lo mismo, porque los capítulos se estrenan de golpe, lo que sacia de forma rápida a aquellos que se dejan llevar por la expectación. Aún hoy andamos debatiendo si series semanales o maratón mola o no.
El caso es que con Netflix llegó HBO. Y Prime Video. Y Disney+. Cada distribuidora quiere su parte del pastel, saca su propia plataforma y un plan de suscripción. A los grandes les sale bien, a otros como Lionsgate+, que ya se bate en retirada para 2023 cuando aún hay carteles anunciándolo a bombo y platillo en las marquesinas de los autobuses, no tanto.
Se produce un extraño fenómeno: para algunos, la ansiedad sigue ahí, pero para la gran mayoría, que ha dado la espalda al torrent y la vida pirata para asentarse junto a algún servicio de suscripción, no.
Pues tenemos noticias para los que siguen ansiosos: es mejor tomárselo como los del otro grupo.
No tienes años para ver todo… ni los necesitas
Porque al final, ésa es la mejor filosofía. No tenemos tiempo para ver todo y, a lo mejor, te toca elegir entre ‘Ted Lasso’ en Apple TV o, siguiendo con el mismo creador, ‘Scrubs’ en Disney+. Un mes pagas HBO para tragarte toda ‘La casa del dragón’, y mientras ves en noches tontas algo de ‘Niquelao’ o uno de esos Kdramas (telenovelas coreanas para los legos) con capítulos de una hora en Netflix.
Padres y madres comulgan con Disney+ y la mamá escarba un mes de Filmin al año, o tienen la suscripción de Prime para recibir cincuenta paquetes anuales y se asoman a FlixOlé en verano.
Asúmelo: está bien así. No hay casos documentados de gente que se haya muerto por no ver ‘La casa del dragón’ o ‘Stranger Things’, tampoco de daños neurológicos graves en quienes han aguantado cientos de horas de documentales de la Segunda Guerra Mundial en Disney+ o de docurealities de asesinos en serie en Netflix.
Ver todo a la vez en todas partes
En cuanto a la conversación, tengo una teoría: en los tiempos piratas, allá por principios de siglo, la “plataforma” era el torrent y junto a las series más anunciadas, el usuario se descargaba horas y horas de series que aún hoy no ha visto. Hoy, como hay tantas plataformas, la conversación y el comportamiento no gira tanto a una serie (aunque repito, hay excepciones, claro), sino al gigante del streaming al que se echa las perras con asiduidad. En Espinof, sin ir más lejos, te recomendamos una serie de tal o cual plataforma.
Hay otro factor, que es que en aquellos años, acostumbrados a un rol pasivo como consumidor, veíamos con emoción la posibilidad de ser nosotros quienes elaborásemos el menú. Hoy, esa excitación se ha transformado en hartazgo, porque la diversidad de contenidos y plataformas nos vuelve a empujar a un rol pasivo (“tienen ‘Ozark’, ya encontraré algo más”) y la popularidad de determinada serie nos vuelve a picar la vena cazadora, de ahí que se invoque de nuevo el poder del torrent.
Sea como sea, uno se suscribe a una determinada plataforma, tiene contenido de calidad para ver en mil vidas sin salirse de ahí y, de vez en cuando, pica fuera. Así funcionan las cosas.
¿Qué queremos decir cuando decimos “Peak TV”?
Se trata, sin embargo, de un equilibrio peligroso. Digamos que ya hay bastantes plataformas. Qué demonios, ¿te soy sincero? Ya hay demasiadas. Y hay un balance entre lo que la gente quiere ver, lo que está dispuesta a pagar y las ganas que tenga otra vez de abalanzarse con parche a las redes P2P. Si siguen empujando, volverá la manía de querer ver todo a la vez, y de descargar 80 horas de series a la semana cuando solo se tiene tiempo para ver 10.
Hay una teoría, la del pico de Hubbert (el Peak Oil), que supone que hay un punto en el que se producirá lo máximo que se puede producir de petróleo, y que a partir de ahí la producción descenderá a la misma velocidad que subió, porque el recurso natural es finito.
Es gracioso que ahora llamen Peak TV al punto en que más y mejores series se hacen, sin darse cuenta de que aquí, el recurso natural con peligro de agotarse no es la capacidad de crear más series, sino la paciencia del espectador.