La semana pasada a los espectadores de 'The Acolyte' nos colaron una filigrana narrativa que habían ocultado bien durante la promoción de la serie. Con la maestra Jedi Indara muerta a los diez minutos y el misterio de las gemelas revelado antes del final del primer episodio, el whodunnit que protagoniza la serie no parecía tener mucho más que rascar. El capítulo de esta semana vuelve a retorcer las cosas un poco más. Y nos deja cada vez más claro que el interés de esta historia puede estar no tanto en el qué ocurre sino por qué ocurre.
El tercer episodio de 'The Acolyte' echa la vista atrás para narrarnos un flashback, y como en la mayoría de los flashbacks es momento de respuestas. ¿Cómo de unidas estaban Osha y Mae en su infancia? ¿De dónde vienen? ¿Cuál es su relación con los Jedi? Tras 40 minutos de viaje al pasado, parece que la serie sigue dejándonos con más preguntas acuciantes. Titulado 'Destino', el episodio se ambienta 16 años antes en el planeta boscoso de Brendok, donde casi a modo de cuento se nos presenta la vida de las hermanas. Las únicas niñas que forman parte de un aquelarre de brujas y que están cerca de enfrentarse a una ceremonia llamada "Ascensión".
¿Quién puede usar la fuerza?
Las brujas no son algo nuevo en Star Wars. De un modo u otro la saga lleva introduciéndolas en el lore con cuentagotas a través del universo expandido, en apariciones como la de la serie animada de 'The Clone Wars' y sus brujas del planeta Dathomir, que repiten en el videojuego 'Jedi: Fallen Order' y en 'Ahsoka', ayudando al séquito de Thrawn en el bando de los villanos. Las brujas de Brendok son harina de otro costal. El aquelarre de la Madre Aniseya parece tener sus propios rituales y creencias, incluido un nombre completamente diferente para la Fuerza (el Hilo) acompañado de reglas específicas de cómo usarla, y cómo afectan más al grupo que al individuo.
"No se trata del bien ni del mal. Se trata del poder, y de quién puede usarlo". El debate sobre quién y cómo tiene poder para usar la Fuerza es uno cada vez más presente en la franquicia. Las series de animación han abordado los grises frente al espíritu binario clásico de buenos y malos, como con una Ashoka con su sable blanco que dejó de identificarse como Jedi. En 'Los últimos Jedi', Luke Skywalker califica de "vanidad" que el poder de la Fuerza perteneza únicamente a los Jedi.
Pero los Jedi tienen una relación complicada con el poder y el control. En las precuelas vemos cómo el estricto control emocional de los Jedi alimentaba ansiedades como las que hicieron explotar a Anakin. Las facciones binarias que siempre ha existido creaba un conflicto clásico pero efectivo (Luz contra Oscuridad, control y caos), pero sin el Lado oscuro presente, ya contábamos la semana pasada que los Jedi pasaban a ser una especie de policía galáctica. Una religión institucionalizada que tiene algo de dogmático.
Este tercer episodio nos muestra la tensión que se crea con la llegada de los Jedi a un planeta que ya tiene sus propios rituales y entendimientos de la Fuerza. El misterioso aquelarre es motivo de preocupación para la República, especialmente por el origen de dos niñas que parecen haber sido concebidas a través de la Fuerza. Para Osha poder ser una Jedi es algo aspiracional y la misión se convierte rápidamente en un reclutamiento antes de la tragedia (Mae quemándolo todo por la marcha de su hermana). Pero hay otro melón aquí en el hecho de que los Jedi estén tan tranquilos prohibiendo el entrenamiento de niños por otros cultos mientras ellos lo hacen para el suyo.
Es una hipocresía a la vista de todos que acabará explotando más pronto que tarde. A tres episodios de la serie 'The Acolyte' sigue negándose a darnos respuestas concretas en un entorno moralmente gris y con personajes que callan más de lo que cuentan. Y por primera vez nos tenemos que preguntar si los Jedi no tienen exactamente el rol bondadoso que creíamos que tenían en esta historia.
En Espinof | 'Star Wars': en qué orden conviene ver todas las películas y series de la saga
Ver 7 comentarios