'La Gran Estafa', el arte de mentir

'La Gran Estafa', el arte de mentir
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Lasse Hallström ha sido un director bastante irregular, sobre todo desde su "desembarco" en suelo americano con la maja 'Once Around' (ahora no recuerdo el título que le pusieron aquí). De antes nos había dejado la excelente 'Mi Vida como un Perro', la cual le había dado fama internacional, incluso alguna nominación al Oscar. Últimamente no anda teniendo demasiada suerte, por lo menos en cuanto a taquilla y reconocimiento crítico se refiere. Parece que después de 'Las Normas de la Casa de la Sidra' y 'Chocolat', sin lugar a dudas sus dos mejores films americanos, no ha sido de levantar cabeza, e incluso ns ha regalado algún ladrillo difícil de soportar, como la imposible 'Atando Cabos'.

Con 'La Gran Estafa' se aparta un poco de su estilo, y nos narra la historia verídica de Clifford Irving, que a principios de los 70, casi arruinado, convenció a una editorial de que tenía permiso del mismísimo Howard Hugues (a quien hoy día nadie recordaría si no es por Scorsese) para publicar una biografía del excéntrico millonario (y director de dos películas extraordinarias). Pero todo es una gran farsa que se complicará cuando algunos secretos salgan a la luz.

El film tiene un ritmo frenético, sobre todo en su primera mitad, donde los acontecimientos se suceden sin parar y con una eficacia narrativa verdaderamente sorprendente por su dinamismo, algo verdaderamente inusitado en Hallström, aunque ya en la infravalorada 'Casanova' había dado buena muestra de ello. ¿Estamos asistiendo acaso a un cambio en las técnicas de este director? Por mí no hay problema, si los resultados son como en esta película, que además tiene la particularidad de no tratar al espectador como si fuera bobo. Ya solo por eso el film merece su visionado.

Hallström narra una mentira a través de un arte en el que todo es mentira, y ahí radica gran parte del atractivo de esta película, que en ningún momento pretende ser un biopic al uso ni que nos demos por enterados de qué sucedió realmente con esta historia. Por cierto, a día de hoy, Irving aún intenta publicar su libro. Lo que más le interesa es ver cómo un hombre, inventándose una historia va creyéndosela cada vez más, hasta que no diferencia lo que es real de lo que no, acercándose incluso a la personalidad excéntrica de Hugues y sentir que tiene afinidad con él. Basten mencionar esas secuencias en las que Irving graba una conversación fingiendo ser Hugues, y para ello se viste como él.

Estamos ante una de las mejores interpretaciones de Richard Gere, aunque eso no signifique demasiado, ya que este actor sigue siendo enormemente inexpresivo, a la par que bastante limitado, y es que una buena presencia no llega para ser un buen actor. Aquí por lo menos está entregado a la causa, y parece pasárselo en grande en su rol, sobre todo cuando se pone a imitar la voz de Hugues (imprescindible la versión original, evidentemente). A su lado un Alfred Molina realmente espectacular y soberbio, comiéndose literalmente a Gere, a pesar de lo antipático del personaje, el cual es un auténtico bocazas. Sobre ellos dos se apoya toda la película, y el resto de actores conocidos, como Hope Davis, Stanley Tucci, Marcia Gay Harden, Julie Delpy, y el veterano Eli Wallach, se limitan a aparecer más bien poco.

Al final, donde la película va perdiendo bastante gas, y con ello el interés, nos queda un poco la sensación de vacío, quizá por la limitación que existe cuando recreas hechos reales y las pretensiones no son ir más allá. Aún así, un film correcto, realizado con mucha profesionalidad, aunque es más que probable que pase totalmente desapercibida por nuestras carteleras.

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