'12 valientes': un panfleto militarista sobrado de testosterona

'12 valientes': un panfleto militarista sobrado de testosterona

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'12 valientes': un panfleto militarista sobrado de testosterona

De todos los escenarios posibles en los que ambientar un largometraje, un campo de batalla es, probablemente, el más indicado para representar tanto el lado más luminoso como el mas oscuro y deplorable del ser humano. La guerra, en todas sus lamentables formas, se antoja como la excusa perfecta y un mecanismo infalible para sumergirse en lo más profundo del alma de los personajes y estremecer al patio de butacas entre pólvora, explosiones, muerte y tragedia.

No tenemos más que hacer una breve retrospectiva sobre el prolífico género bélico para percatarnos de la cantidad de piezas que, equilibrando el factor dramático con la —triste— espectacularidad inherente a un conflicto armado filtrada a través de la visión de un cineasta, han dado lugar a obras maestras como 'Sin novedad en el frente', 'Senderos de gloria', 'Apocalypse Now' o 'Platoon' —por poner algunos ejemplos—.

Con '12 valientes', la factoría de Jerry Bruckheimer postula sin éxito a engrosar la lista de filmes de guerra memorables aplicando de nuevo —y de forma descafeinada— la fórmula que hizo destacar a la salvaje 'Black Hawk Derribado'; tomando como base una anécdota de la historia militar moderna norteamericana y transformándola en un largo tan correcto en términos formales como carente de ese alma y emoción que requieren este tipo de producciones para lograr trascender entre sus congéneres.

'12 valientes' encuentra su mayor punto débil en el enclenque y superficial tratamiento de sus protagonistas: un grupo de militares cuyos conflictos internos y motivaciones se limitan a la venganza impulsada por la exaltación patriótica de turno. Una tara que ejemplifica el desperdicio de ingredientes de primera calidad como su estimable reparto —con secundarios de la talla de Michael Peña o Michael Shannon— o el incontestable talento de su guionista Ted Tally —oscarizado por 'El silencio de los corderos'—.

12 valientes

Esto último, además de reflejar la pobre gestión de los recursos artísticos del proyecto, se traduce en una indiferencia que, pese a los esfuerzos, hace avanzar la trama ante los ojos del respetable sin obtener ningún tipo de implicación por su parte. Así, lo que podría haber resultado ser un ejercicio notable, inmersivo y emocionante, queda reducido al enésimo panfleto propagandístico post 11-S dominado por un maniqueísmo vergonzante.

No obstante, las deficiencias a la hora de generar drama de '12 valientes' no la convierten, ni mucho menos, en un producto fallido. El realizador danés Nicolai Fuglsig logra inyectar en el relato la suficiente dosis de testosterona como para hacer transcurrir sus más de dos horas de metraje a toda velocidad. De este modo, la narración mantiene su pulso hilvanando unas secuencias de acción tan caóticas como espectaculares, rodadas con nervio y que exprimen cada centavo de los "modestos" 35 millones de dólares de presupuesto de la cinta.

12 valientes

'12 valientes' no entrará —ni tan siquiera se plantea asomarse— al Olimpo del cine bélico. Sus planos y desdibujados protagónicos no consiguen generar un ápice de empatía, su tratamiento del conflicto afgano resulta torpe y simplista, y se muestra incapaz de transmitir las sensaciones del soldado en el campo de batalla más allá de la tensión generada en los intercambios de disparos. Eso sí, quienes busquen una excusa para desconectar y disfrutar de dos horas de acción sin ningún tipo de ínfulas, se encontrarán con un digno y efímero entretenimiento, encabezado por un Chris Hemsworth entregado a la causa, que tarda en desaparecer de la memoria el mismo tiempo que se necesita para pronunciar "Al Qaeda".

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