'Bésame, tonto', un Wilder para empezar el año

'Bésame, tonto', un Wilder para empezar el año
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Creo que casi todo el mundo tiene alguna tradición para dar la llegada al año nuevo. Puede ser salir de fiesta por ahí y emborracharse como si no hubiera un mañana, también decir cada año que te vas a dormir antes de las campanadas pero luego quedarte siempre (ésta es la de mi madre), levantarte temprano el día uno para ver el concierto de año nuevo de la Orquesta Filarmónica de Viena o vete a saber qué, seguro que también hay gente cuya tradición es hacer como si fuese un día cualquiera. Sin embargo, como gran amante del séptimo arte, mi tradición es elegir de antemano un par de películas (en ocasiones el sueño me vence y cabo viendo sólo una) que me sirvan para dar la bienvenida al año nuevo. Es algo que llevo haciendo ya más de diez años (sólo falté un año a la cita por probar eso de salir por ahí de fiesta y escarmenté de por vida) y la selección de películas no ha podido ser más vaiopinta: ‘Best worst movie’, ‘All the real girls’, ‘Damas del teatro’, ‘La plaga’ o ‘Arlington road: Temerás a tu vecino’ son algunos de los títulos que han quedado grabados en mi memoria por este hecho.

Por otro lado, sé que soy un tópico andante diciendo esto, pero Billy Wilder es mi director favorito. También sé que hay no pocos directores que le superan a nivel de puesta en escena, pero a la hora de elegir a tu favorito en cualquier ámbito es cuando más aparece el componente subjetivo, y no hay director alguno que me haya ofrecido más peliculones que el responsable de ‘El gran carnaval’, mi película favorita suya (soy consciente de que estoy bastante solo en esta apreciación). Sin embargo, hay algo en lo que prefiero llevar la contraria a muchos cinéfiles y es en ver todas ls obras de los directores que más te apasionen lo antes posible. Eso es algo que hacía muchos años atrás cuando era toda una victoria conseguirlas, pero llegó un punto en el que preferí ir dosificando las películas de mis directores más apreciados para verlos cuando realmente me apeteciera y así disfrutarlos más. Y eso era lo que me apetecía para el comienzo de este 2012, por lo que decidí que ‘Bésame, tonto’ sería la película para ver un rato después de casi atragantarme al tomar las doce uvas de rigor.

Una de las primeras cosas que quedan claras al ver ‘Bésame, tonto’ es su cointinuidad con respecto a los trabajos previos de su director, en especial desde que I.A.L. Diamond pasó a ser su coguionista: El patetismo bien entendido, que puede centrarse en alguno de los personajes principales o en la propia premisa de la película, es el eje de la película, pero eso, como era habitual en Wilder, no quiere decir que se vaya a optar por un enfoque dramático que nos fuerce a empatizar por lo doloroso de la situación. No, en ‘Bésame, tonto’ se utiliza como el hecho de que un músico ya veterano que no ha conseguido triunfar profesional esté obesionado con la certeza de que su esposa le va a ser infiel antes o después como catalizador para elaborar uno de esos maravillosos cóteles de géneros de los que era capaz Wilder, en los que la clave era conseguir el delicado equilibrio entre comedia, romanticismo y drama (o quizá sea más conveniente llamarlo amargura) que tan pocos han sabido llevar a cabo con tanta efectividad como él. Y encima jugando con elementos tan peligrosos como la infidelidad y la prostitución, pero esos aspectos creo que sólo deberían ser problemas para mentes muy puritanas. Eso sí, Wilder prefiere evitar virtuosismos en la puesta en escena (raros en él, pero que sí aparecen de forma esporádica en alguno de sus films) y opta por intentar ser invisible a lo que vemos, consciente de contar con un gran guión (otra cosa habitual en él, ya que como guionista sí que no tengo dudas de que es el mejor de la historia) y de que él se tenía que limitar a que éste funcionase como un mecanismo de relojería a través del trabajo de los actores.

Ya he apuntado que ‘Bésame, tonto’ está en sintonía con trabajos previos de Wilder, y me refería más específicamente a esa obra maestra que es ‘El apartamento’ y a la parcialmente fallida ‘Irma, la dulce’. Ambas tomaban como base una complicada historia de amor que traía de cabeza al protagonista, algo que en ‘Bésame, tonto’ se traslada a la neurosis por la idea de no ser capaz de retener a la mujer de tus sueños. No sería complicado imaginar a Jack Lemmon en el papel como una forma evolucionada de su C. C. Baxter de ‘El apartamento’, y el hecho es que era él el inicialmente previsto para interpretarlo, pero problemas de agenda lo impidieron. Sin embargo, el personaje mantiene intacta la idea de tomar como base al protagonista de ‘El apartamento’ añadiéndole algo de la (excesiva) exageración del e ‘Irma, la dulce’.

Aunque ya sabía de antemano que Peter Sellers fue el actor contratrado y que sólo un gravísimo problema de salud a mitad de rodaje hizo que fuese sustituido, no puedo evitar pensar que el tono de la película hubiese sido diferente con él de protagonista, sobre todo porque hubiese tenido más dificultades para creerme sus obsesivos celos. La elección final de Ray Walston, un intérprete eminentemente televisivo, me parece un tremendo acierto, ya que sí transmite más credilidad en ese punto, y lo hace sin descuidar lo cómico de la situación (brillante el momento en el que busca forzar una discusión con su esposa, por no hablar del gran acierto con los jerséis que utiliza) y manteniendo la cercanía con el espectador. Volvemos a la idea del equilibrio de géneros y, de nuevo, se consigue.

Ray Walston y Kim Novak, los protagonistas de

Se ve que los problemas fueron una constante a la hora de encontrar al reparto ideal para la película, ya que el rol de Polly estaba pensado para Marilyn Monroe, pero lo de morirse hace muy difícil el poder seguir trabajando, así que se acabó optando por Kim Novak. Y, la verdad, la película, aunque quede mal decirlo dadas las circunstancias, sale ganando con la presencia de Novak, ya que sabe ganarse el cariño del público pese a que su rol coquetea de forma evidente con la prostitución, pues consigue equilibrar el atrevimiento inherente de su personaje (nos es presentado como la chica que va a sustituir a la esposa del protagonista para que él pueda permitir que su esposa se acueste con otro) con la ternura que ha de transmitir para que no sea un simple pendón. Añadir también que la voz de Novak (hablo, obviamente, de su voz original, no del doblaje) es decisiva para que esto se pueda conseguir, ya que es a través de ella donde consigue transmitir mayor proximidad y hasta cierta debilidad para limitar lo exuberante de su físico.

El resto del reparto son un gran contrapunto a los dos protagonistas. Soy consciente de que quizá sea un error limitar el peso del mujeriego cantante al que da vida Dean Martin, pero su función es secundaria: Es el que da sentido a la profesión del protagonista y aviva los temores hacia una posible infidelidad de su esposa, pero en realidad es más unidimensional que los personajes de Walston y Novak. Y ojo, está perfecto en su papel (aunque no faltarán las pegas diciendo que quizá el personaje se parezca demasiado al Dean Martin real), que conste, pero creo que lo tenía más sencillo. En el caso de Felicia Farr, la esposa, y Cliff Osmond, el amigo que ayuda al protagonista en la composición de canciones, tenemos dos personajes accesorios, pero bien definidos y que nunca llegan a ser molestos. Es fácil decirlo, pero la candidez de la primera y la excesiva locuacidad de la primera eran muy propensos a acabar saturando al espectador, pero, de nuevo, surge ese gran equilibrio para evitar que la película flojee por aquí.

Dean Martin en

En definitiva, ‘Bésame, tonto’ ha sido una gran forma para mí de empezar este año 2012. Es cierto que no es uno de los mejores trabajos de Wilder, ya que sí consigue equilibrar muy bien todos los aspectos con los que juega, pero falta el puntito extra de brillantez que convierte en obras amestras a títulos como ‘El gran carnaval’, ‘El apartamento’, ‘El crepúsculo de los dioses’ o ‘Perdición’. Lo que nos queda es una muy buena película a la que quizá le sobren unos minutos para llegar a ser una gran película, pero en la que no hay nada que sea una molestia y sí muchas cosas que disfrutar. Ojalá fuesen así de buenos todos los nuevos estrenos que están por llegar este año, pero tengo mis dudas.

4

PD: El segundo título de la noche, por si alguien se ha quedado con la duda, fue ‘Juegos de guerra’

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